Desde Brasilia
Reunión cumbre. Luiz Inácio Lula da Silva recibió ayer a su amigo José Mujica, con quien conversó sobre la coyuntura regional durante una hora en una celda de la Superintendencia de la Policía Federal en la sureña Curitiba. Al dejar el presidio el ex presidente uruguayo ofreció una breve conferencia de prensa. Como es habitual respondió algunas indagaciones utilizando preguntas. “¿De que podemos conversar con Lula?, de la preocupación que tenemos con lo que pasa en América Latina”, declaró con la misma campera de gamuza marrón que vistió en otros viajes a Brasil.
“Fue una charla muy cordial, hacía tiempo que no lo veía, lo encontré con muy buen ánimo, y buen temperamento, con unos kilos menos, leyendo muchos libros y procupado, como no puede ser de otra manera, con el futuro de Brasil.”
Durante sus ocho años de gobierno “Lula se comportó como una especie de hermano mayor (con Uruguay) y se lo tengo que reconocer, esta es una de las razones que reafirmaron una amistad que ya venía desde antes” de que el Partido de los Trabajadores y el Frente Amplio llegaran al poder, en la década pasada.
El último encuentro entre ambos ocurrió el 19 de marzo pasado, justo en la frontera brasileño-uruguaya, cuando “Pepe” le propuso a su amigo que se asile en su país y lo convidó con un mate. Después de despedirse, Lula inició una caravana por el sur brasileño en la que encabezó actos muy concurridos y fue baleado por presuntos matones de estancieros de Paraná, cuya capital es Curitiba, un bastión de la derecha verdeamarilla.
Faltaban dos semanas para que el juez Sergio Moro ordenara la prisión del fundador del PT. Después de esa condena, el magistrado de la causa Lava Jato fue galardonado por empresarios norteamericanos en Nueva York y días más tarde recibió otro premio en el paraíso fiscal de Mónaco, de donde volvió bronceado hace diez días.
Mujica habló ayer en tono amargo de la realidad de “nuestra América”, asediada por una restauración conservadora que se sustenta en oligarquías económicas y jueces partidizados.
“¿Cómo piensa la relación entre este proceso judicial contra Lula y la situación de la democracia brasileña?”, le preguntó una periodista a Mujica.
“No pienso, lo miro, y me hago preguntas y tengo incertidumbre, lo que más me preocupa es que el pueblo brasileño pueda encauzar su futuro, que pueda sobrellevar sus contradicciones, no perder su alegría y no caer en una confrontación, esos son mis sentimientos”.
“Si bien nací en Uruguay mi patria se llama América Latina”, dijo casi recitando el veterano dirigente frenteamplista. El destino de los orientales está indefectiblemente atado a los “gigantes Brasil y Argentina”. “Cuando Brasil estornuda y nosotros nos engripamos”.
“Ya es imposible escapar a los lazos de una economía interdependiente… yo no lo voy a ver porque tengo ochenta y pico de años pero el mundo que va a venir necesita que los latinoamericanos tengamos la astucia, la grandeza de darnos cuenta de que tenemos que tener fuertes vínculos porque si no en el mundo que viene no existiremos, no somos ni el diez por ciento de la economía del mundo”.
Mujica salió del presidio poco después de las 17 práctiamente a la misma hora que finalizaba el partido entre Argentina y Croacia por la Copa del Mundo de Rusia.
Por esta razón seguramente Lula no vio la derrota argentina en el televisor que fue instalado en su celda, donde comenzó a escribir comentarios deportivos que desde el lunes pasado son presentados en la Televisión de los Trabajadores, un canal sindical de San Pablo.
Estaba previsto que Mujica se reúna con la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, que ayer habló en Curitiba sobre su absolución en el Supremo Tribunal Federal en una causa incluida dentro del proceso Lava Jato.
Los magistrados de la Sala II del Supremo consideraron que no se puede condenar a un imputado con base en las delaciones de delincuentes arrepentidos. El fallo del Supremo fue, de algún modo, una derrota para las tesis del juez de primera instancia Moro que construyó buena parte de sus sentencias a partir de las declaraciones de delincuentes confesos que de ese modo tuvieron sus penas reducidas. Una de esas condenas es la que llevó a la cárcel a Lula.
La semana próxima esa misma Sala II del Supremo analizará una apelacion de los abogados del ex mandatario para que pueda recuperar la libertad mientras su proceso es analizado por instancias superiores. El precedente de Gleisi Hoffmann alimenta un razonable optimismo entre los dirigentes del PT sobre una eventual liberación de Lula.