El mate es un gran revividor de momentos. Y en Rusia el hombre en cuestión abre los ojos cuando ve al colega Victor Tujschinaider con uno en la mano. “Dame uno, por favor, que por eso vine”. Javier Zanetti empieza la conversación recordando los mates que les cebaba el uruguayo Álvaro Pereira cuando viajaban de Como hasta la Piletina, lugar del entrenamiento del Inter. Un club que, después de más de 20 años defendiendo sus colores, lo hizo vicepresidente. Por esa función es que está hablando ante cientos de periodistas en la Casa Conmebol que se encuentra a unos pocos kilómetros de la Plaza Roja. Después de una hora de cátedra, y dos días después del debut argentino ante Islandia, el lateral que salió de Talleres de Remedios de Escalada, ganó notoriedad en Banfield y se hizo leyenda del Neroazurro, se sienta con Enganche para hablar de los Mundiales, de sus frustraciones y del mal momento del fútbol argentino.
-¿Cómo es la vida de Javier Zanetti hoy?
-Feliz y contento porque disfruto de lo que es el ambiente del fútbol. Decidí ejercer este rol de dirigente, soy vicepresidente del Inter, soy miembro de la Comisión de FIFA, colaboro con la Conmebol. A mil por hora, porque hay muchas cosas por hacer y eso me hace aprender día a día.
-¿Por qué crees que llegaste a este lugar dirigencial en un club tan importante de Europa y por qué no te decidiste por ser entrenador?
-Técnico no porque para serlo uno lo tiene que sentir y después de una larga trayectoria como jugador quería ser otra cosa. Me veía en otra función, como la que estoy ejerciendo, y me di cuenta que para que los futbolistas entren al campo de juego pensando solamente en lo que tienen que hacer hay un equipo detrás con mucho profesionalismo. Para mí, ser parte de ese equipo es importante y trato de transmitir lo que he aprendido durante tantos años de carrera. Cuando corrés detrás de la pelota, uno se concentra en lo que es el partido, por mi rol de capitán, también en poder guiar a mis compañeros. Pero para ejercer este nuevo rol me tuve que preparar, volví a la universidad a estudiar.
-¿Pero qué haces?
-Como te decía antes hago de todo. Proyectos comerciales, responsabilidad social, cuando está la ocasión de trabajar con el director deportivo para alguna idea de compra o venta trabajarla en conjunto. Feliz porque es un abanico de posibilidades porque me ayuda a estar en muchos aspectos del fútbol que no conocía.
-¿Cómo se hace para estar 20 años en un mismo equipo?
-Cuando llegué al Inter enseguida me di cuenta de que había encontrado mi lugar en el mundo porque el Inter es un club que, más allá de lo que uno pueda hacer dentro de la cancha, se fija mucho en la parte humana. Eso me gustó mucho. Si bien al principio no se dieron los resultados, finalmente el tiempo nos dio la razón y el esfuerzo que hacía la institución comprando grandes jugadores se pudo volcar en ganar varios títulos
-Si el Zanetti dirigente tendría que decir algo del Zanetti jugador, ¿lo recomendaría?
-Lo recomendaría porque todo lo que hice como jugador lo hice con mucha profesionalidad y con mucha pasión, que es fundamental. Y también con sentido de pertenencia, que es lo que me hizo seguir ligado al club tantos años después.
¿Se perdió definitivamente ese sentido de pertenencia?"
-Está faltando. El fútbol y las cifras que se manejan hoy son muy distintas a las de mi época y no hay jugadores que decidan quedarse durante toda su carrera en un club. Son decisiones personales, si yo te hablo de mis experiencias estoy demasiado feliz por lo que hice.
-¿Estuviste cerca de irte alguna vez?
-Tuve muchas posibilidades de irme a grandes clubes, pero la verdad es que la balanza siempre se inclinó para lo que significaba el Inter para mí.
-Hoy que sos dirigente, ¿cómo lo ves al fútbol argentino?
-Tiene mucha y muy buena materia prima si de jugadores hablamos, pero tendríamos que tratar de pensar más en el bien del fútbol argentino y dejar los intereses personales de lado. Pasa por ahí, pasa por este cambio de cultura. De que se siga apostando a la esencia del jugador argentino, pero a la vez darle las herramientas necesarias para que ellos y los clubes puedan crecer.
-¿Creés que los problemas dirigenciales que vivió la AFA en el último tiempo influyen?
-Todo influye. No solo los de la AFA. Los del país también a menudo afectan. Tenemos que mejorar como país, como sociedad, como cultura, como dirigentes. Solo si todos cambiamos vamos a ver un fútbol argentino mejor del que tenemos y vemos hoy.
-¿Cómo es tu relación con los mundiales? ¿Creés que jugaste menos de los que mereciste jugar?
-Jugué dos (1998 y 2002) y en los dos que podría haber jugado (2006 y 2010) hice todo lo que estaba a mi alcance para poder estar. Hice todo el camino y me quedé afuera en los últimos meses, pero la verdad es que no me reprocho nada porque di todo de mí. Después las decisiones no pasaban por mí y no por otras personas.
-Una vez dijiste que por más que habías jugado toda la Eliminatoria para Alemania 2006 sabías que Pekerman no te iba a llevar.
-Sí. Me empecé a dar cuenta desde el primer partido del ciclo (NdeR: contra Uruguay en cancha de River). Uno eso lo siente. La cosa que por ahí no entendía es por que insistir conmigo durante todo el proceso y dejarme afuera en la última convocatoria de amistosos previos al Mundial. Pasa más por una cuestión de respeto. Porque ustedes me conocen y yo siempre he respetado a todos. Si a mí en ese momento me decían “mirá Pupi, no te veo bien para ser parte del proceso”, yo no hubiese tenido ningún tipo de problemas. Solo que hubiese preferido que me sean sinceros.
-¿El de Alemania fue el que más sufriste haberte quedado afuera?
-Sí.
-Bueno, pero contame qué sensaciones te da jugar un Mundial.
-Es cumplir un sueño. Un sueño que uno tiene cuando juega con sus amigos en el barrio. Todos soñamos con jugar aunque sea un partido en la Selección. Si se puede jugar un Mundial el sueño es completo. Y yo tuve dos chances de hacerlo.
-¿Qué te acordás del primer vestuario mundialista?
-Estaba muy nervioso. Ansioso. Ya cuando llegamos a la concentración, que faltaba una semana para el partido contra Japón, no veíamos la hora de que llegue ese partido. Era un sueño colectivo. Un sueño que queríamos cumplir todos. Fue más hermoso de lo que había soñado.
-Ese Mundial te vio hacer uno de los goles más gritados de la historia del fútbol argentino…
-Fue increíble. Me quedará siempre en el corazón ese momento. Hacer un gol en un Mundial, con ese tipo de rival, en ese estadio que estaba repleto de ingleses y argentinos, compartirlo con mi familia que estuvo ahí conmigo, fue algo de lo más lindos que me tocó vivir.
-¿Lo metías en las prácticas?
-¡No! Esa jugada la practicábamos siempre y nunca salía. Encima en los entrenamientos el que defenía era Ortega. Pero en el Mundial Passarella cambió y decide ponerme a mí. Salió perfecto en el momento más necesario.
-¿Cuándo entró la pelota al arco de Seaman qué sentiste?
-No lo podía creer. Todo raro. No hacía goles. De zurda, en un Mundial y contra Inglaterra ni soñado. Pero pasó y lo disfrutamos todos.
-Una de las principales falencias argentinas en los últimos tiempos fue la del surgimiento de laterales con nivel de Selección. Pero hubo dos casos que llaman mucho la atención: el tuyo y el del Negro Ibarra. ¿Por qué crees que dos de los mejores 4 de los últimos tiempos del fútbol argentino no tuvieron la continuidad que el nivel en sus así requería?
-Porque los entrenadores en esos momentos optaron por otras opciones. Muchos prefirieron hacer jugar un central de lateral y apostar por otras opciones. Pasa por ahí y por no darle al marcador de punta la importancia que tiene. Hay que hacerlo sentir importante. Si vos te pones a pensar el otro día contra Islandia, más allá de que el que ocupó ese puesto no fue un lateral natural sino Salvio, con los pocos espacios que te proponían ellos la única manera de desequilibrar a ese tipo de rivales es por afuera. Eso hay que hacerlo entender.
-¿Hay que reivindicar al lateral?
-Sí. Pero también pasa por la formación. Desde las inferiores se tiene que trabajar con el jugador y hacerle entender al lateral que tiene un rol importante dentro del equipo. Es una función muy importante dentro de un equipo. Hay que trabajar, apuntar a eso, volver a la base. No es fácil, pero Argentina tiene la mejor materia prima
-¿Cuál es tu primer recuerdo mundialista?
-En el 78 era muy chico, tenía cinco años. Mi primer recuerdo fue el del 82, un partido mítico entre Italia y Brasil, en el que Italia gana 3-2. Yo tenía que ir a la escuela y le dije a mi mamá que faltaba porque jugaban a las 12 del mediodía. Me quedé y agradezco porque fue un partidazo, dos selecciones que hicieron historia. Brasil con el jogo bonito e Italia campeona del mundo.
-¿Y el de Argentina?
-El Mundial del 86 me lo acuerdo de memoria. Ya era adolescente y como aficionado del fútbol lo viví como hincha a pleno. El gol de Diego a los ingleses me trae grandes recuerdos.
-¿Quién es Javier Zanetti?
-Un tipo respetado por cómo se manejó siempre en este ambiente difícil.