El presidente regional de Cataluña, el independentista Quim Torra, anunció ayer que rompía relaciones con la casa real española, horas antes de coincidir con el rey Felipe VI en la inauguración de los Juegos Mediterráneos, en la ciudad catalana de Tarragona.
El anuncio del líder secesionista se produjo después de que el monarca no respondió a una misiva que le envió en la que pedía un encuentro para “dialogar” sobre Cataluña, aprovechando su visita a la norteña región, donde el gobierno mantiene un desafió secesionista. Se trata del primer choque entre Barcelona y Madrid desde que el socialista Pedro Sánchez llegó al poder y declaró su intención de “normalizar” las relaciones entre el Ejecutivo central y regional, que se rompieron definitivamente con la declaración unilateral de independencia del 27 de octubre del año pasado.
El cambio de gobierno en Madrid, que los secesionistas facilitaron con su apoyo a la moción de censura presentada por Sánchez contra Rajoy, quien había quedado acorralado por la corrupción, distendió la situación en las últimas semanas, dejando el conflicto catalán en un segundo plano.
Pero Torra está sometido a una gran presión por parte de las bases del movimiento independentista, que le reclaman pasos para hacer efectiva la República desde que fue elegido presidente el 14 de mayo último. En una nueva jornada de movilizaciones, los Comités de Defensa de la República (CDR) ocuparon ayer durante unas horas edificios del gobierno regional para exigir “desobediencia” e “independencia efectiva”, y la excarcelación de los “presos políticos” catalanes.
De ahí que tras la mano tendida por Sánchez, el líder secesionista decidió pasar a la ofensiva, declarándole la “guerra” al rey Felipe VI. “En Cataluña mandan los catalanes y, porque es nuestra casa, no nos ahuyentarán”, dijo ayer el presidente catalán en una declaración institucional, con la que confirmó que acudiría a la inauguración de los Juegos Mediterráneos, después de que se especulara con la posibilidad de que plantara al monarca en el acto protocolar. No obstante, el político independentista dejó claro que su presencia en la inauguración tiene como objetivo “denunciar los abusos” y la “violencia” cometidos durante el referéndum del 1 de octubre del año pasado.
Torra remarcó que los Juegos Mediterráneos de Tarragona “fueron organizados y pagados por nuestro país”, de ahí que irá a la inauguración “por dignidad”. “Hoy no iré a hacerme ninguna foto con el rey de España. No nos interesan fotografías con quienes avalan la represión” dijo, antes de anunciar que su gobierno rompe relaciones protocolares con la Corona.
En ese sentido, el presidente regional catalán explicó que a partir de ahora ni él ni ningún miembro del gobierno catalán asistirá a ningún acto organizado por la Casa Real.
Asimismo, la Generalitat -Ejecutivo catalán- no invitará a ningún representante de la Corona a los actos que organice. En un gesto simbólico, en su condición de jefe del Ejecutivo catalán, Torra también renuncia al cargo de vicepresidente de honor de la Fundación Princesa de Girona.
El presidente independentista argumentó que toma todas estas decisiones tras haber esperado “hasta el último momento” que el rey Felipe VI “reflexionara y pidiera perdón” por haber avalado la represión en torno al referéndum del 1 de octubre último. Según denunció el presidente catalán, la actitud del rey Felipe VI demuestra que “40 años después del final del franquismo en Cataluña no hay normalidad y se sigue persiguiendo a la gente por su ideología”.
Esta semana Torra reveló ante el Parlamento regional que había enviado una carta al rey, que fue firmada también por los ex presidentes catalanes Artur Mas y Carles Puigdemont, en la que le solicitaba un encuentro para hablar sobre Cataluña, coincidiendo con la visita a Tarragona. En la carta, los políticos independentistas le reprocharon a Felipe VI haber “abierto una herida” con el discurso pronunciado el pasado 3 de octubre para condenar la celebración del referéndum ilegal que tuvo lugar dos días antes.
Aquel día, Felipe VI reclamó al Estado que asegurase el “orden constitucional” ante la “deslealtad inadmisible” de Puigdemont, y no dijo nada sobre la represión que sufrieron los votantes por parte de las fuerzas de seguridad, que intentaron impedir la celebración de la consulta.
La Casa Real no respondió al pedido de Torra, pero Sánchez, quien dijo tener intenciones de abrir un diálogo con Cataluña para descongelar las relaciones entre el Ejecutivo central y la región, puso fecha a una reunión con el líder secesionista en La Moncloa, el 9 de julio.
“El 1 de octubre ganó la República y el 27 de septiembre declaramos la independencia. Queremos que se respete la voluntad del pueblo de Cataluña, no somos súbditos”, reiteró ayer Torra, reafirmando su intención de llevar a la norteña región a la secesión. En este contexto, el Ejecutivo socialista intentó no alimentar la espiral de tensión y defendió una actitud de “mano tendida” hacia Cataluña. “Toca iniciar la cura, el tratamiento, por eso nos vamos a mantener en este tono de diálogo”, enfatizó la vocera del Ejecutivo, Isabel Celaá, en la conferencia de prensa tras el Consejo de Ministros.