Desde Niznhy Novgorod
La situación de riesgo en la que quedó la Selección Argentina para tratar de no despedirse del Mundial, luego de la derrota ante Croacia, provocó un sismo interno en la búsqueda de responsabilidades. Y el principal argumento hay que buscarlo en el plano futbolístico. La decisión del entrenador Jorge Sampaoli de modificar de manera radical el sistema de juego terminó atentando contra las chances del seleccionado. El conductor estaba seguro que esa era la opción correcta para lograr el primer triunfo en el Mundial, y lo que se vio en la cancha fue una falta grande de coordinación en los movimientos, con un planteo que necesita estar bien desarrollado si se lo pretende llevar adelante.
Los errores que puedan cometer los futbolistas ingresan dentro de los factores posibles, pero lo fundamental es que ante la presencia de esas situaciones, la estrategia sea la que termine protegiendo esas falencias. Eso no ocurrió en la noche del jueves en esta ciudad.
El inconveniente principal que mostró el equipo fue en el aspecto defensivo, y a partir ahí el resto no pudo sostenerse. Sampaoli, desde que asumió, dio a entender que su preferencia era jugar con tres hombres en la última línea, pero en los partidos oficiales lo plasmó solo en escasas ocasiones. El cambio brusco en ese sector en apenas cinco días, del partido con Islandia al de Croacia, no fue una señal de tranquilidad hacia los jugadores.
El cuestionamiento no radica en la elección de presentar a tres o cuatro defensores, sino en la coordinación que entre ellos se necesita. Además, tiene que existir el convencimiento de los propios protagonistas para llevar adelante la idea. Cuando se jugaban cuatro minutos del encuentro del jueves último, los croatas pudieron desbordar dos veces por la derecha, dejando atrás la presencia de Mercado. Inmediatamente, Mascherano le recriminó a Mercado esa situación, y éste le llamó la atención a Salvio por haber descuidado la zona. En definitiva, no estaba claro quién tenía que ocupar ese espacio.
Las posiciones de Salvio y Acuña, los que más abiertos aparecían en la mitad de la cancha, no pudieron detener las subidas de los volantes croatas, algo para lo que supuestamente estaban preparados. Esa falta de entendimiento entre los cinco terminó siendo perjudicial para el seleccionado, y es en ese punto donde el entrenador tiene su cuota de responsabilidad. Si él determina la postura, se debe a que la misma está perfectamente analizada y asumida.
Si se toma en cuenta lo que reflejó desde el sector defensivo, de ahí hacia adelante es más complicado respaldarlo, debido a que no cuenta con la tranquilidad que significa tener las espaldas resguardadas.
El que también participó de ese descalabro defensivo fue el arquero. Wilfredo Caballero tuvo desatenciones con los defensores en el momento de salir jugando con la pelota por abajo, y algunas de las entregas comprometieron el arco argentino. Algo similar había ocurrido en el primer partido ante Islandia. Para Sampaoli, el ex Boca era el titular por la capacidad que tiene para usar las dos piernas, pero falló en una acción y desembocó en el gol de Rebic. La mala decisión de Caballero puede ocurrirle a cualquiera de los tres arqueros, pero luego del error quedó expuesto ante todos sus compañeros. Y ni siquiera Sampaoli, que se agarró la cabeza y realizó un gesto de fastidio, le trasladó serenidad para continuar el partido.
Caballero quedó muy condicionado para el partido ante Nigeria, y lo más probable es que sea reemplazado. El DT deberá elegir para jugar en San Petersburgo entre Armani y Guzmán. Según trascendió ayer, el arquero de River tendría una luz de ventaja. En este caso puntual, la decisión será importante por todo lo que estará en juego.