En el Teatro Nacional Cervantes, de jueves a domingos, se da lugar a la representación del mito de Tiestes y Atreo, el cual acumula distintas formas del horror: la violación, el sacrificio humano, el canibalismo, el incesto. La tragedia de Séneca, de la cual Emilio García Wehbi genera una reescritura, cuenta la historia de los hermanos Tiestes y Atreo, quienes se diputan el trono. Tiestes seduce a la mujer de su hermano y roba el carnero de oro, que es el emblema de la casa real. Cuando surge entre ellos la disputa por el trono, Tiestes propone que lo ocupe aquel que posea el carnero. Atreo acepta sin saber que había sido robado. Como Tiestes es su nuevo dueño, se convierte en rey. Sin embargo, Zeus desaprueba la trampa, corona a Atreo y destierra a su hermano. El nuevo rey, entonces, inicia su venganza. Ordena buscar a Tiestes al exilio con la excusa de compartir el trono, mientras va tramando su plan. Tiestes regresa a su patria junto a sus dos hijos, a su llegada Atreo le ofrece la mitad del trono y este acepta conmovido. El hecho trágico sucede fuera de escena. Un mensajero narra el asesinato de los hijos de Tiestes en manos de su tío. Atreo los descuartiza, cocina y sirve en un banquete a su hermano, quien ignora lo sucedido con sus hijos. Además, sin saberlo, bebe vino mezclado con la sangre de estos. Cuando pide verlos, Atreo le muestra sus cabezas y manos arrancadas. En medio del dolor, Tiestes intenta suicidarse pero su hermano lo impide.
En la reescritura escénica de Wehbi, antes que priorizar el mito, plantea un conflicto de poder proponiendo que en las sociedades falocráticas, los hijos y las hijas resultan víctimas de sus propios padres, siendo las nuevas generaciones fagocitadas por la tradición. La división en dos actos de la obra presenta dos territorios: el de la infancia, representada por cuatro niñas, y el de la tragedia, representada por los adultos.
El director propone una inversión: si todos los personajes de la tragedia son masculinos, entonces estos serán todos interpretados por actrices. Las actuaciones de cuatro niñas en escena resultan destacables porque pueden sostener y hacerse cargo de una gran construcción dramática, una escenografía grandilocuente, y la presencia escénica en una sala tan emblemática y de grandes dimensiones como es el Teatro Nacional Cervantes. Ellas, perseguidas por el secuestro de Walt Disney y la desaparición de un Teletubie, extrañan la cotidianidad de la infancia, mientras que, por momentos, denuncian la condición teatral de todo el dispositivo, generando pequeñas rupturas y situaciones cómicas, otorgándole a la tragedia momentos de respiro. De este modo, el recurso del humor propone un modo de digerir temas tan escabrosos como el que propone esta historia. Por otro lado, la obra cuenta con grandes actrices como Analía Couceyro, Maricel Alvarez, Florencia Bergallo y Carla Crespo, quienes despliegan sus cuerpos, voces y emociones, atravesando al público y sumergiendo al teatro entero en la histórica tragedia. Couceyro y Alvarez interpretan a Atreo y Tiestes con gran profundidad, compartiendo su complejo abanico de posibilidades expresivas: encarnan el mal, la tragedia, el profundo dolor, el deseo de venganza, el odio, y hasta un interludio rapero.
La obra de Wehbi propone una nueva versión de la tragedia de Séneca, con una puesta en escena imponente e impredecible, que produce constantes sorpresas en el público. Múltiples líneas de fuga rompen con la rigidez de una construcción que tiene que ver con la lógica de lo masculino dominante, generando una alteridad del devenir que cruza con lo femenino y lo animal.