El audio filtrado que no se publicó es, acaso, el más preocupante de todos los que en las últimas semanas rodearon al mundillo de la Selección Argentina. En esos minutos, una voz misteriosa cuenta detalles de los que nadie habló en las últimas 48 horas. Pero, cuidado, son escabrosos y no aptos para estómagos frágiles, claro está. El relato, toda una primicia nacional, da nombres y apellidos, contiene protagonistas, va a fondo y alcanza para entender eso que nadie quiere ver. El documento sonoro, en tanto, se alza grandilocuente en cadenas de whatsapp perdidas y hay muchos que, por temor a que se trate de un material demasiado fuerte, no se animan a publicarlo.
En el audio filtrado que no se publicó la voz se pregunta las razones por las que un equipo de futbolistas con recorrido y fama mundial no puede jugar (aunque no sea al fútbol) al menos a la pelota. Porque es tan cierto que sólo Messi, Agüero y Otamendi (con Dybala e Higuaín un paso atrás) son jugadores de clase planetaria como que por estos días se ve buen fútbol de equipos que tienen mucho, muchísimo menos. ¿Tiempo de trabajo? Buen argumento, aunque escaso para un grupo de futbolistas expertos, que jugaron pilas de encuentros importantes y que tienen un umbral de comprensión y puesta en práctica más alto que cualquier profesional de mediana estatura.
En el audio filtrado queda clara una cosa: Argentina presiona mal, a destiempo y con poco anticipo. Se vio ante Islandia, con dos carrileros plenos y un equipo geométricamente más parejo, que padeció cuando le saltaban las líneas y le jugaban a la segunda pelota. Ese día, Marcos Rojo no supo si anticipar o aguantar a Finnbogason, el destinatario de los balones de carga tras los que los europeos volaban a pelear los descartes. Frente a Croacia, el esquema de tres/cinco defensores sirvió para mejorar la ocupación de espacios por medio de la basculación. “Un equipo descompuesto”, como suele decir Sampaoli. Cuando Salvio, el ala derecho, salía a buscar arriba tras la posición de Messi, Argentina reconvertía a Mercado-Otamendi-Tagliafico-Acuña. Cuando el Huevo hacía lo mismo del otro lado, la línea de cuatro se rearmaba nuevamente pero con Salvio de lateral. Claro, aquello no fue consistente. El desacople en la derecha expuso las grietas de un equipo que, además de dejar lanzar con sapiencia a los mediocampistas rivales, recuperaba mucho más atrás de lo previsto. Se sabe: el tándem Messi-Agüero es más partícipe leve que protagonista comprometido en estos casos. Más sombra, menos presión, desajuste y todos a correr para atrás.
El audio filtrado afirma una verdad a todas luces que indica que las pruebas y los cambios permanentes pueden ser un modo de intentar encontrar un armado cuando se tiene poco tiempo de gestión, pero que, al entrar en una competición corta, sostener esta dinámica errática puede minar la confianza del equipo. Pasó. Pasa. Eran Fazio y Lo Celso, después Biglia y Rojo, Mercado de cuatro y Mercado central, Di María sí, Di María no, Enzo que ni estaba y ahora es titular y más. Sampaoli podrá argumentar que ese es su modus operandi o que, a su vez, los que salieron no mostraron justificaciones para quedarse, pero si no sobra tiempo y si se viene de un año turbulento (o de varios), cambiar todo lo que no sea Messi todo el tiempo es instalar una dinámica de duda permanente que conspira contra la dinámica propia de un equipo.
El audio filtrado deja grabado que ese ida y vuelta genera desacoples tácticos en situaciones que el equipo debería tener resueltas. Con Islandia, las duplas externas (Di María-Tagliafico y Meza-Salvio) se superpusieron en los carriles de ataque de manera permanente. A su vez, los dos volantes centrales en línea y sin desplazamientos verticales, lejos de llamar la atención de los rivales y crear espacios, forjaron una cárcel de cemento para la zona del diez, es decir la zona de Messi. Con Croacia, directamente se renunció a la posesión del balón con un equipo piramidal que terminaba en Messi y Agüero, solos en cruzadas esporádicas.
El audio filtrado revela una circunstancia más: en el Mundial de las transiciones, Argentina las desprecia. El equipo jamás de los jamases aprovecha la chance de encontrar a su rival desacomodado. En primer orden, porque recupera cerca de su arco. En segundo, porque ralentiza el juego en acciones en las que debería aprovechar el arma de la gambeta y el desequilibrio de futbolistas como Messi, Meza, Pavón, Di María, Acuña y hasta Salvio. Que el control de balón sea una propuesta es válido. Que no se huela sangre con el rival abierto es una carencia. Acaso, la última de las claves del viral en cuestión sea la que confluye en todas las anteriores.
El audio filtrado expone la última de las situaciones: el equipo está roto de confianza. Ni los futbolistas se olvidan de jugar ni un esquema los demuele de modo de no saber hacer lo que hacen hace una vida. Ante un plantel que sufre los partidos y que, cuando tiene la pelota, traslada y se asocia sólo hasta los lugares donde no hay que arriesgar y casi no pisa la zona prometida, evitar las turbulencias que no sean propias de la tabla sería lo más aconsejable. Posiciones conocidas, esquemas habituales, jugadores con rodaje y pacto interno. La mochila de la generación que lidera a este plantel ocurre en la esquina entre lo no conseguido y la extrema responsabilidad con la que viven aquellas derrotas. Argentina estuvo eliminada el jueves por la noche. Quedar afuera ante Nigeria sería, incluso, algo previsible. Visto el panorama, tal vez, haya llegado el momento de perder esa conciencia. De dejar de jugar como si no hubiera mañana. De reírse de nervios en medio de un velorio. De gambetear. Peor que esto no se puede estar.
El audio filtrado que no se publicó es simplemente el fútbol del que deberíamos estar hablando, con estos o con otros argumentos. Argentina, con todo lo que ha pasado, está a un triunfo de arrancar una nueva carrera desde el mismo punto de partida que las mejores selecciones de esta Copa del Mundo, incluso siendo una de las peores. Si esto no se ha viralizado, sabrá entender el lector, es porque en la cancha que queda afuera de la cancha se están jugando otros partidos. No se deje engañar, todavía el juego se sigue jugando con una pelota y un puñado de sueños. Y el árbitro no marcó el final. Sí el final del audio, claro.