“Usted destraba esa puerta con la llave de su imaginación…”, anunciaba la voz serena y enigmática del narrador de La dimensión desconocida. ¿Y si la operativa fuera justamente la contraria? Encerrados, entrega que Netflix dispuso la semana pasada, es un muestrario de lo que acontece cuando se coloca una cerradura física, mental o emotiva a las personas. En estos trece episodios de media hora, las criaturas quedan confinadas en una alcantarilla podrida, una cava de lo más refinada o una infumable reunión de consorcio, pero también en espacios gigantescos como un bosque, ser producto de la explotación laboral, quedar presos del miedo de salir de la casa y de la rutina más agobiante. “Si yo tuviera que narrar la base de lo que es Encerrados diría que es una serie psicológica. Indaga sobre la psicología de las personas en esos contextos de reclusión”, le dice a PáginaI12 Benjamín Ávila, su creador y director, que trabajó en los guiones junto al brasileño Marcelo Müller.
El realizador de Infancia clandestina pudo explorar diversas variantes (género, narrativas, técnicas y tono) que provee el aislamiento. Sus protagonistas deberán pagar un precio altísimo para poder escapar y algunos fallarán en el intento. Así pasan, entre otros, un tipo que queda varado en un ascensor con una desconocida; un escritor con agorafobia que debe salir de su casa; un oficinista de un call center que se enfrenta al llamado de un vengador anónimo; está la travesura infantil de meterse en una cloaca. Cada contexto y su disparador darán lugar a una intimidad insospechada, a que detonen ciertas fobias y se expresen los Mr. Hyde personales. “Yo puedo ser de una manera en el cotidiano pero cuando estoy encerrado realmente surge cómo soy realmente y eso está multiplicado, dividido, restado o sumado con la reacción patológica que tiene el otro con el que estoy encerrado. No es sólo la propia. Sino el que está al lado. El primer episodio que escribimos es “Bonsai”. Una historia de amor sobre dos personas que no se conocen y quedan atrapadas en un ascensor. Y surge de ahí, de cómo una situación genera una reacción que te permite verte a vos mismo de otra manera y de que las cosas pueden ser diferentes”, plantea Ávila. Para interpretar estos relatos contó con un team actoral tan vasto como las historias retratadas: Martín Piroyansky, Luis Machín, Fabián Vena, Ana Celentano, Víctor Laplace, Fabio Alberti, Pilar Gamboa, Silvia Perez y Nelly Pince, entre otros.
La mención a la icónica serie de Rod Serling no es fortuita. El propio Ávila remarca la influencia de ese programa por el formato y el uso de la voz narradora a cargo de Cristina Banegas. Aunque mientras en La Dimensión Desconocida algo increíble rompía con la normalidad, aquí la misma realidad es la que lastima como un electroshock. Otra ficción que aparece como referencia es Black Mirror. Según Ávila, el suceso de la entrega “no seriada” de Charlie Brooker hizo más simple la venia del gigante del streaming. Por otro lado, durante los primeros días los episodios no fueron alojados en el orden preconcebido; si bien el gafe ya fue corregido generó una reflexión en su creador. “Por los comentarios que vengo recibiendo, eso no influyó en la gente. La costumbre del público cambió y Encerrados tiene algo cercano con lo que está sucediendo en general. Desde ese lugar están probándolo a ver qué pasa. Yo le tengo mucha fe por eso”.
–¿Cómo surgió la idea? ¿Cómo fue su proceso de la gestación?
–A mí me interesa mucho la construcción psicológica de los personajes y se nos ocurrió laburar a partir del concepto de encierro y lo que tiene que ver como cadena de consecución y reacción. Inicialmente se llamaba “Ascensores” y nos dimos cuenta que la idea del encierro geográfico era muy limitante más aún en un solo lugar y derivó en hablar del encierro de un modo más general. Eso nos liberó un montón. Ahí fue muy fácil encontrar historias. La serie tiene el condimento del formato de La Dimensión Desconocida. Esta idea de que un capítulo que no es consecutivo del otro pero lo que lo une con los anteriores es el concepto.
–En sí cada capítulo es muy distinto del anterior. ¿Cuál podría destacar por su dificultad de realización?
–Todos los capítulos tuvieron su complejidad. Quizá “Universo Negro” fue una apuesta importante por el reflejo del agua, eso está filmado a través del piso con la cámara dada vuelta en el piso. Lo investigamos y empezamos a desarrollarlo para ver si funcionaba y funciona muy bien. Técnicamente fue muy complejo pero a nivel de guion era un capítulo muy libre, me interesaba la “no continuidad”, un espacio sin referencia. Para las chicas de “Bosque”, la realización misma del rodaje se hizo muy difícil por lo dramático. El más complejo fue “Cloaca” porque es la historia más violenta e involucra a los chicos. Hay algo de esto de El Señor de las Moscas. Donde está la violencia en la infancia. Tema que a mí me interesa mucho en general y este lo llevamos a un extremo sin mucho límite y eso era complejo por el nivel de sutileza que tenés que balancear. Otro capítulo que me encanta en términos de guion. Bah, el que es más parecido a Infancia clandestina es “Menino”.
–Más allá del concepto unificador, ¿nota alguna otra conexión entre todas las historias?
–El orden de los capítulos no altera el producto. Es más al estilo Rayuela. Pero la entrada sirve, es como ver Black Mirror por separado y no saber de qué mierda están hablando. Con “Bajas” entrás a un lugar de interés. Con “Laundry” terminás de entender lo del encierro físico y que hay algo vincular en la serie. El tercero, con “Sesión Extraordinaria” te das cuenta que puede haber todo tipo de géneros porque ahí ronda la pseudo comedia grotesca. Tiene que ver ese orden. Pero básicamente es eso como la gente va a ingresar al concepto de la serie más que a las historias.
-¿La diversidad visual responde a la necesidad de que la propuesta no se volviese esquemática?
–Cada capítulo es una unidad y no tiene un parentesco con los demás. Formalmente hay mucha cámara en mano, montaje quebrado o continuo, cámara fija, el travelling en “Agorafobia”. Cada capítulo es muy diferente en su tono y en los conceptos de encierro. “Rutina” es de una pareja que nunca va a poder salir de su propia lógica. Está muy corrida del realismo y está hecho al estilo Dogville en un estudio negro. Diría que cada capítulo es un universo y está filmado a su manera sin tener un correlato con lo demás. Eso es algo interesante que tiene la propuesta en sí. Nos permite investigar desde lo formal, tipo y color. Los capítulos tienen una diversidad enorme. La sensación de libertad que hemos tenido en el equipo nos hizo querer continuar toda la vida con Encerrados. Quedar encerrados en Encerrados.