Desde Moscú
¿Argentina puede ganarle a Nigeria? Sí, claro que puede. Hay por lo menos un cincuenta por ciento de posibilidades. O más si los puntos de referencia son los de la historia (que siempre pesa) y los de la capacidad técnica de los jugadores tomada individualmente. En el plantel de Argentina está Messi, considerado el mejor futbolista de estos tiempos y hay varios jugadores que son titulares en grandes equipos de Europa. De hecho, las casas de apuestas pagan 1 euro y medio por cada euro que se arriesgue a favor de los argentinos, 6 euros por cada uno que se apueste a manos de la victoria de los africanos y 4 euros por el empate.
¿Argentina puede perder o empatar con Nigeria? Si, obviamente, eso puede pasar. Primero porque estamos hablando de fútbol. Segundo, porque los nigerianos tienen una base con mucha pimienta ofensiva, han crecido mucho en los últimos tiempos y están agrandados anímicamente después de vencer por 2 a 0 a Islandia, un equipo al que Argentina no pudo doblegar. Tercero porque sienten que están ante una oportunidad única de cortar la racha (0 a 4) de derrotas con los nuestros en los mundiales. Y cuarto porque cuentan con la ventaja de que el empate los puede favorecer y jugarán con una oreja puesta en lo que ocurra en el enfrentamiento entre croatas e islandeses. Y ya se sabe lo difícil que es para cualquiera quebrar la resistencia de un rival que pone dos líneas de cinco delante del arquero. En el hipotético caso de una victoria de Croacia que se concrete con cierta rapidez los nigerianos, enterados, de ese handicap seguramente especularán y tratarán de cortar todos los circuitos ofensivos de Argentina metiendo mucha gente detrás de la línea de la pelota.
Es sabido que en el interior del plantel argentino el ánimo está calentito. Algunas versiones muy interesadas (el escándalo siempre atrae lectores, oyentes y telespectadores; los lugares de poder son codiciados por quienes sienten que pueden ser opción de cambio) dan cuenta de un supuesto golpe de estado, de una cruenta pelea entre los jugadores y el entrenador. El punto de partida de esta clase de especulaciones, aunque no se lo presente así, es que las derrotas y los contratiempos suelen provocar un fastidio generalizado y quiebres en relaciones que no son sólidas. Otras versiones, más creíbles dan cuenta de que después de la victoria de Nigeria sobre Islandia, los jugadores, el técnico y los dirigentes se juntaron para consensuar diferencias y tirar parejito del carro para capitalizar esa vida extra que les había aparecido. Por ahí se ve mejor el fondo de la olla a presión. Argentina tiene posibilidades de acceder a la fase siguiente y a todas las partes les conviene la clasificación. Mientras haya vida se van a cuidar de no darles pasto fresco a las fieras. Seguramente cuando termine todo (si Argentina queda prematuramente eliminada) llegará el momento del pase de facturas.
Independientemente de la formación que termine saliendo a la cancha mañana, lo que se espera es que los jugadores hayan visto el partido en el que Alemania le ganó sobre la hora a Suecia. Que hayan sido testigos de cómo los alemanes buscaron hasta el instante final en el segundo tiempo el gol que necesitaban. Lo consiguieron casi milagrosamente porque un sueco cometió una torpe falta en un costado del área. Pero no es este el punto. Lo que importa de verdad es cómo jugaron los alemanes, con que dignidad, grandeza y amor propio fueron a buscar lo que necesitaban. Pudieron no haberlo logrado, naturalmente, y se iban del Mundial porque el empate no servía. De hecho alcanzaron el objetivo en el último minuto del tiempo agregado. Pero se hubieran ido con la cabeza en alto, con la certeza de que no se logró, aunque se intentó todo. Algo muy parecido había ocurrido con la propia selección argentina (es decir con muchos de estos jugadores que integran el actual plantel) en la final del Brasil del 2014. Argentina perdió el partido, pero cayó con dignidad, esa que no asomó en la derrota del último encuentro contra Croacia.
En definitiva, esto es lo que se espera del equipo nacional. Si se le gana a Nigeria, si se hace más de un gol, muchísimo mejor, pero si tocar perder que sea con grandeza. La cosa no es “matar o morir” como suele presentarse en estos casos. La cuestión viene de lejos y conviene detenerse en lo que escribió Shakespeare para su personaje Hamlet, allá por el 1600: “Ser no ser”. Esa es la cuestión.