La feroz crisis económica que ya se cobró como víctimas a varias salas de teatro independiente ahora arrasa también con una nueva modalidad: las obliga a paralizar su actividad. Sin cerrar definitivamente las puertas, el teatro La Ranchería, con veintiséis años de ininterrumpida actividad, anunció que hasta marzo del año próximo no ofrecerá programación, una decisión llamativa pero igual de dolorosa que un cierre para los impulsores del campo teatral. Sucede que las cuentas no les dan a los responsables de la sala, que se vieron obligados a tomar esta decisión mientras esperan que un subsidio de algún organismo de fomento estatal les permita revertir esta suerte. Como anunciaron en un comunicado, “a partir del 1 de octubre y hasta el 1 de marzo de 2019” no habrá funciones, lo que afecta, además de a la propia sala y al público, a cuatro elencos que ya tenían comprometido ese espacio para llevar a cabo sus espectáculos.
La decisión es, según cuenta a PáginaI12 Jorge Venturini, actual responsable de la sala, “netamente numérica”. “El año pasado tuvimos una temporada excelente desde el punto de vista artístico. Hicimos catorce espectáculos con casi 170 funciones, algo que para una sala chica como la nuestra es un montón. Pero, para sorpresa, en noviembre nos quedamos sin plata y tuvimos que empezar a recurrir con urgencia a amigos que nos pudieran prestar”, relata, como preámbulo a su explicación. Según sus cuentas, cada función al teatro le cuesta alrededor de 2400 pesos, entre proporcional de alquiler, de servicios y de sueldo de personal. En cambio, por función la sala sólo recauda el 30 por ciento del total, al que previamente hay que sacarle el diez por ciento que va para Argentores. “Nos dimos cuenta de que estábamos teniendo 1300 pesos de ingresos pero un déficit similar. Cuantas más funciones hacíamos más perdíamos, aunque suene como algo espectacular”, cuenta el director de la sala, con capacidad para menos de 55 personas por función.
Cuando llegaron a un tope de préstamos y se dieron cuenta de que no podían pedir más, los responsables de la sala de la calle México del barrio de Monserrat decidieron poner en pausa la actividad. Hasta octubre realizarán las funciones previstas pero luego harán un corte, porque esos meses de funciones supondrían para la sala un déficit de casi cincuenta mil pesos. Sin ganas de cerrar, esperan que un subsidio próximo del Instituto Nacional de Teatro los ayude a devolver las deudas, y que otro de Proteatro (el organismo de fomento análogo en la Ciudad) les permita empezar la temporada 2019 sin esta dificultad.
“Todos lamentamos enormemente esta situación. Esperamos que la tendencia se revierta y que para el año próximo podamos contar con los fondos necesarios para desarrollar creativamente nuestra tarea”, expresaron desde La Ranchería en su comunicado, que rápidamente despertó la solidaridad del campo teatral.