El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, reivindicó la victoria ayer en las elecciones presidenciales, frente a una oposición determinada a impedirle obtener un nuevo mandato con unos poderes considerablemente reforzados. “Los resultados no oficiales de las elecciones son claros. Según los mismos, nuestra nación me confió la responsabilidad de presidente de la República”, declaró Erdogan en Estambul antes de que terminara el recuento de votos.
Erdogan reivindicó también la mayoría parlamentaria para la alianza dominada por su Partido de la Justicia y el Desarrollo, el AKP. Según la agencia de prensa estatal Anadolu, Erdogan quedaría a la cabeza de la presidencial con 52,6% de los votos tras el recuento de más de 97% de las papeletas, y la alianza del AKP obtendría 53,65%.
Estas elecciones son especialmente importantes porque suponen el paso del actual sistema parlamentario a un régimen presidencial donde el jefe de Estado concentra la totalidad del poder ejecutivo, como se decidió en un referéndum el año pasado.
Su principal competidor, el socialdemócrata Muharrem Ince, quedaría en segunda posición de la presidencial con 30,7% de los votos, y la alianza “anti-Erdogan” formada por varios partidos de oposición para las legislativas obtendría 34%, según los resultados parciales de Anadolu.
El Partido Republicano del Pueblo (CHP) de Ince se negó a reconocer la derrota, acusando a Anadolu de “manipulaciones”, y llamó a los observadores a que no abandonen los colegios electorales para impedir cualquier intento de fraude.
El CHP, que destacó que el recuento no había terminado, especialmente en las grandes ciudades y en el sudeste, de mayoría kurda, dijo que creía que era posible una segunda vuelta en las presidenciales.
Pero para los partidarios de Erdogan, no había dudas de su victoria. Varios miles de ellos se reunieron por la noche en los alrededores de la residencia del presidente en Estambul, cantando y enarbolando banderas.
Handan Boztoy acudió junto a su hija para celebrar la “victoria” ante la sede del AKP en Ankara, donde se esperaba que Erdogan acudiera más tarde.
“Sabíamos al 100% que íbamos a ganar, Erdogan es nuestro campeón”, dijo. “Los resultados no cambiarán, estos últimos 16 años siempre ganó Erdogan. Estamos con él como nación”.
Desde el ascenso al poder en 2002 del AKP, Erdogan se ha erigido como el dirigente turco más poderoso después del fundador de la república, Mustafa Kemal, transformando el país con unos megaproyectos de infraestructuras y reformas en la sociedad, y liberando la expresión religiosa.
“La victoria de Erdogan es incontestablemente una muestra de su gran popularidad entre el electorado turco, en particular el electorado conservador en las regiones rurales de Anatolia, y el símbolo de su resiliencia frente a una oposición unida”, consideró Jana Jabbour, doctora asociada del CERI/Sciences Po de París y especialista en Turquía.
Erdogan presenta el nuevo sistema presidencial al que accederá como algo necesario para dotar a Turquía de un ejecutivo fuerte y estable, pero sus rivales políticos lo acusan de querer monopolizar el poder con una medida que suprime la función del primer ministro y permite al presidente gobernar por decretos.
Sus detractores acusan también al “rais”, de 64 años, de llevar a cabo una deriva autocrática, en particular desde la intentona golpista de julio de 2016, que estuvo seguida de una ola de represión sin merced contra opositores y periodistas y que tensó las relaciones entre Ankara y Occidente.
El dirigente pensaba tener todas las cartas en la mano al convocar estas elecciones durante el estado de emergencia y más de un año antes de la fecha prevista, pero la degradación de la situación económica y un auge inesperado de la oposición lo tomaron por sorpresa durante la campaña.
Viendo en estas elecciones la última oportunidad de socavar su búsqueda de un poder incontestable, partidos tan diferentes como el CHP (socialdemócrata), Iyi (nacionalista) y Saadet (islamista) formaron una alianza “anti-Erdogan” inédita para las elecciones legislativas, con el apoyo del HDP (prokurdo).
El candidato del CHP, Muharrem Ince, un diputado tenaz, se impuso como principal rival de Erdogan para la presidencial y logró movilizar a cientos de miles de simpatizantes en gigantescos mítines.
El candidato de la formación prokurda HDP, Selahattin Demirtas, que rivalizaba en otro tiempo con Erdogan en los estrados, tuvo que hacer campaña desde su celda, pues está en detención preventiva desde 2016, acusado de actividades “terroristas”. Según los resultados parciales, Demirtas obtuvo casi un 8% de los votos y su partido superó el umbral del 10% a nivel nacional, lo que le permite tener representación en el Parlamento.
Durante la votación hubo fuertes temores de fraude, sobre todo en el sudeste, de mayoría kurda. Los opositores, que movilizaron un ejército de observadores, denunciaron irregularidades, especialmente en la provincia de Sanliurfa.