Seguramente una gran parte de la ciudadanía está harta ya del cacareo de economistas o afines que hacen filas en la tele para explicar lo inexplicable, y atiborrarnos de vocablos tan insalubres como confundidores de “la pobre inocencia de la gente”, ese hallazgo de León Gieco.
Mercado emergente, endeudamiento, balanza de pagos, diagnóstico, divisas, deuda, stand-by, merval, recursos, flexibilización, canje, Lebac, reformas estructurales, condicionalidades, gradualismo, preacuerdo, emisión, déficit fiscal, transacciones, saldos negativos, metas, credibilidad, spread, revisiones, morgan stanley, riesgo país, técnicos, vulnerabilidad, standard, crédito, frenazo, ajuste, dólar futuro y las madres y los padres que los parieron porque seguro que nos quedamos cortos, dado que la imaginación de los progenitores del desastre es infinita desde por lo menos 1810.
El gobierno de Cambiemos, el PRO y los radicales culo al aire, en su absoluta insensibilidad social, muestran su verdadero rostro día tras día mientras firman la hipoteca gigante que pretenden endosarles a las futuras generaciones de argentinos, y que ya es escandaloso que no se escuchen las respuestas adecuadas que la dignidad nacional exigiría escuchar. Y que algunos dirigentes debieran pronunciar de una buena vez para que el mundo entero sepa que muchos argentinos y argentinas estamos decididos a desconocer todo lo actuado en estos casi tres años de arrasamiento institucional, económico y social.
Alguien debe decirles al país y al mundo que a todas las basuras que firman estos tipos las vamos a desconocer y a revertir por decreto y velozmente.
Alguien debe levantar la voz además de los que desde el mismísimo 10 de diciembre de 2015 venimos denunciando públicamente al presidente Macri, su familia y amigotes, porque no sólo aplican políticas antinacionales y de destrucción del aparato productivo y del trabajo, sino que además aparecen coludidos diariamente en conductas delictuosas como las innumerables cuentas offhore hasta ahora negadas, pero ya inocultables según denuncias periodísticas bien fundadas.
A estas cosas debieran decirlas los muchos que ya empezaron a correr hacia la Meca Rosada. Al menos para dejar constancia y compromiso –y para enterar a los buitres a los que este gobierno de ineptos alimenta a diario– de que la Argentina está gobernada por corruptos capaces de firmar cualquier porquería pero todo lo hacen sin autorización del pueblo, ni de la Constitución Nacional ni del Congreso. Y que eso será revertido inexorablemente.
Este gobierno ha llevado al país al borde de la disolución nacional mediante la rifa del patrimonio nacional, incluyendo el subsuelo y las cesiones y ventas dolosas de terrenos y edificios históricos, e incluso la entrega territorial de la que casi no hablan las dirigencias políticas dizque opositoras, y que ya está conformando delitos supremos como el de Traición a la Patria.
El cuadro es gravísimo y por eso lo que todos los economistas del sistema mediático llaman “crisis”, en verdad no es tal. La supuesta “crisis” es el nombre falso del descalabro económico y social que produce el asalto, y que afecta a trabajadores, docentes, productores, empresarios pequeños y medianos, jubilados, estudiantes, y también a los miles de nuevos indigentes y desamparados que ya ni hospitales gratuitos tienen, gracias a estos miserables que prometieron “pobreza cero” para que la gilada, porque había que ser giles para creerles, los votara.
El verdadero nombre de este asalto no es “crisis”; es “vaciamiento criminal de una sociedad”.
Al desastroso desgobierno de estos tres años –que desconoce y niega al Congreso Nacional, achica la democracia y destruye la institucionalidad– ahora pretenden coronarlo con la infame entrega de los destinos de la Patria al Fondo Monetario Internacional. Por eso el de Cambiemos, el PRO y el radicalismo claudicante, es un gobierno traidor: porque estafó a sus propios votantes y hoy los entrega indefensos al FMI, que es el peor poder global de la historia de la Humanidad.
Porque el FMI –y a esto no lo dicen los econocharlatanes– no funciona como un banco que da un préstamo que algún día espera cobrar, como se le quiere hacer creer a la población, sino que es un gigantesco poder supranacional de dominación que se vale de la oligarquía terrateniente y el partido judicial para anular las instituciones republicanas y los derechos civiles y humanos de millones de argentinos y argentinas. Por eso el llamado “préstamo stand-by” significa mucho más que tomar un crédito, de por sí impagable. En realidad es la entrega incondicional de nuestra Patria al capital financiero multinacional.
El FMI es el verdadero poder que se ha instalado en el mundo, y ahora este gobierno de cipayos y ladrones acepta que gobierne a la Argentina, en nombre de la ortodoxia neoliberal de achicamiento del gasto, disminución del salario, retorno de las AFJP, fin de la salud pública gratuita, y más ajustes, tarifazos y desempleo.
Si permitimos que esto se imponga, el FMI no sólo regirá la economía sino que destruirá las bases de generación de conciencia que sólo sabe crear, enseñar, transmitir y garantizar la educación pública, universal, gratuita y obligatoria. Y eso sí que será irreversible para muchas generaciones.
Todas las basuras retóricas de estos tipos no son sino pantallas que ocultan el verdadero objetivo del FMI: doblegar toda rebeldía de nuestro pueblo, embruteciéndolo para que nunca más sea consciente de sus derechos.