Los participantes de la Semana Social organizada por la Iglesia Católica advirtieron que “la pobreza debe estar en el centro de las preocupaciones de la democracia” y pidieron” que “las políticas de ajuste no se practiquen sobre los pobres”. La afirmación forma parte del mensaje final leído ayer en Mar del Plata por el obispo de Avellaneda-Lanús, Rubén Frassia, miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.
“Como argentinos, y comprometiéndonos cada uno desde nuestro lugar, estamos llamados a consolidar la democracia como único camino para saldar su deuda con los pobres y descartados de nuestra patria”, dice el texto con el que se cerraron las deliberaciones de dirigentes políticos, sociales, gremiales, religiosos y de organizaciones de derechos humanos.
Los participantes, reunidos bajo el lema “Democracia, un camino de servicio a los pobres”, subrayaron que en el encuentro se puso “como centro de preocupación y debate la deuda social de la democracia con los pobres” y “se resaltó la urgencia de encontrar caminos de reparación para la exclusión y la marginalidad creciente de millones de argentinos, así como la responsabilidad de las instituciones democráticas en la promoción de políticas de inclusión, empleo y protección”.
Entre los temas debatidos, se puso atención en la necesidad de “una más equitativa distribución de la riqueza”, recordando “la necesidad de la aplicación de nuevas normas éticas sobre el sistema financiero, a la luz del reciente documento “Oeconomicae et pecuniariae quaestiones” (Las cuestiones económicas y financieras)”, respaldado por el papa Francisco.
Los participantes, dice el mensaje final del encuentro, “denunciaron las políticas que estimulan la explotación indiscriminada de la naturaleza, causando daños irreparables a la ‘casa común” bajo el predominio de un sistema tecnoeconómico regido por el lucro y despojado de toda responsabilidad social”.
Y señalaron además que “con la mirada agradecida por los 35 años en democracia, pero con la preocupación por las asignaturas pendientes, los paneles también se interrogaron sobre la deuda que la política tiene con los pobres, en especial con los menores sometidos a los flagelos del desamparo, del trabajo infantil, la explotación y la trata de personas”.
Finalmente se recordó que “el Papa Francisco nos convoca permanentemente a buscar caminos para la promoción social y a rechazar modelos que anteponen el interés económico o sectorial, con sus políticas que colocan la dignidad humana en la periferia de las preocupaciones”.
Mejorar la democracia
“Cuando vemos que en una democracia hay excluidos, hay pobres, hay quienes pasan hambre, viviendo en condiciones infrahumanas, sin trabajo, podemos decir sin temor a equivocarnos, que no está funcionando bien” afirmó el obispo Jorge Lugones, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, en su intervención en el marco de la Semana de Pastoral Social. Lugones dijo que “debemos revisar y mejorar” el sistema democrático dado que “las políticas de gobierno que se desarrollen deben perseguir alcanzar el bien común, el bien de todos sin excepción”.
“Cuando hablamos de pobreza, mirándola desde la verdad, no sólo tenemos que hablar de pobreza sino hablar de la riqueza mal acumulada”, porque “cuando hablamos de pobreza tenemos que mencionar también el crecimiento económico que no se ha distribuido adecuadamente creando fuentes de trabajo”, afirmó el obispo de Lomas de Zamora en otro pasaje de su presentación. Y al mismo tiempo que hizo una “memoria agradecida a estos treinta y cinco años de gobiernos democráticos”, admitió que frente a “la dura realidad de los pobres en Argentina” la democracia “aún no ha dado resultados positivos” teniendo en cuenta “la deuda que hoy persiste con los más empobrecidos y vulnerables de nuestro país”. Subrayó además que “no podemos seguir avalando que la pobreza es una preocupación pero no tomamos medidas de largo alcance para los más expuestos, los más débiles, los que afrontan mayores dificultades para alcanzar una vida digna”.
Refiriéndose a quienes tienen responsabilidades políticas, Lugones sostuvo que “aquellos que reciben el mandato político –presidentes, gobernadores, intendentes, legisladores, jueces– tienen (...) el mandato de velar por el bienestar de todos, la igualdad de oportunidades para todos, que a nadie le falte lo necesario para vivir, y no sólo sobre-vivir”.
Para el responsable de la Pastoral Social de la Iglesia Católica, “la democracia debe expresar y afrontar los problemas y las necesidades de todos los miembros de la comunidad nacional y de su casa común, la naturaleza”. Y si bien “esto no quiere decir que el Gobierno deba resolver todos los problemas, sí (debe) adoptar las medidas que orientarán y ayudarán a la comunidad a resolverlos”.
Lugones, jesuita como el papa Francisco, lamentó que “hoy todavía escuchamos expresiones encontradas que consideran inexistente la categoría de pueblo y tienen un prejuicio con todo lo que sea cultura popular y con otras formas directas de participación ciudadana”. Y agregó que “una democracia sana supone la participación de todo el pueblo: la inclusión, la integración que implica, dar oportunidad, ser corresponsable. Es una responsabilidad y un compromiso de todos, en especial de los dirigentes”, dijo.
Insistiendo en la idea de las fallas de la democracia al hablar ante los participantes del encuentro realizado en Mar del Plata, el obispo de Lomas de Zamora sostuvo que “cuando en una Nación como la nuestra, en la que hay tierra suficiente para que todos seamos propietarios, riqueza suficiente para que todos tengamos una vida digna, alimentos para un número de personas varias veces mayor que el número de sus habitantes, y sin embargo, hay muchos argentinos que no tienen techo, ni tierra, ni trabajo, que comen menos de los necesario y donde hay una grave desnutrición infantil, es necesario llamar fuertemente la atención de los gobernantes y de todos los sectores de la sociedad acerca de esos problemas porque por algún motivo la democracia y la sociedad están fallando”, porque “hay muchas cosas que andan mal y que debemos corregirlas”. Según Lugones, “el medio que debemos emplear para corregirlas es el diálogo y el encuentro de los diferentes sectores de la sociedad entre sí y con el Gobierno”.
Agregó que “la razón de ser de la democracia es que todos los habitantes de una nación puedan participar en las decisiones políticas mediante los sistemas que la Constitución establece –las elecciones, las peticiones públicas, las movilizaciones– pero también que todos puedan ejercer realmente los derechos que la Constitución otorga a todos sus habitantes”.
El obispo llamó a defender la democracia mediante la participación y recordó palabras del papa Francisco ante los congresistas de Estados Unidos frente a quienes afirmó que “la sociedad política perdura si se plantea, como vocación, satisfacer las necesidades comunes favoreciendo el crecimiento de todos sus miembros, especialmente de los que están en situación de mayor vulnerabilidad o riesgo”.
Lugones dijo también que “la magnitud de los problemas que debemos resolver para mejorar y profundizar la democracia, exige que lo hagamos junto con todas las naciones latinoamericanas o al menos con las naciones suramericanas” porque “solamente con políticas de estado continentales, acordadas y ejecutadas en común con todas las naciones de América del Sur y de América Latina, podremos afrontar la defensa de los recursos naturales que pertenecen a nuestros pueblos y simultáneamente construir nuevas y masivas fuentes de trabajo, asegurar el acceso de todos a los servicios públicos, a la salud, a la educación”.