“Fue un paro para poder seguir trabajando”, arengó el triunviro Juan Carlos Schmid y despertó aplausos en el salón Felipe Vallese de la CGT donde junto a Carlos Acuña y Héctor Daer realizaron una evaluación del tercer paro nacional que realizan desde diciembre de 2015. Los tres, a su turno, destacaron la contundencia de la medida de fuerza y desconocieron las críticas que les dispensó el gobierno. Incluso reconocieron que el paro fue una exigencia social que superó la militancia sindical y afirmaron que las políticas económicas y sus consecuencias provocaron esta huelga y, como tal, exigieron el cambio del modelo. A pesar de todo, el triunvirato reconoció que está dispuesto a seguir dialogando siempre y cuando haya intención de atender a los reclamos gremiales.
El paro, el tercero que convocó la CGT, fue imponente. Las principales ciudades del país mostraron un alto acatamiento y como tal sus calles se vieron vacías y con los negocios cerrados. La adhesión concreta de la totalidad de los gremios del transporte público hicieron un aporte valioso a la efectividad de la medida. Incluso el paro de los metrodelegados que tienen la representación de la mayoría de los trabajadores del Subte y que no están afiliados a la CGT, significó un aporte invalorable a la efectividad de la huelga. Pero también es cierto que, como dijo Schmid, “el malestar en la sociedad desbordó el encuadramiento sindical y la gente se manifestó en contra del desorden económico que provocó el gobierno”.
La gestión macrista contabiliza hasta ahora tres paros generales pero sólo si se cuentan los de la CGT porque, en rigor, el primero lo realizaron las mujeres en octubre de 2016.
En la Rosada sabían desde un principio que la medida de fuerza de ayer iba a ser existosa y, como era de esperar, buscaron quitarle entidad. En primer lugar el presidente Macri decidió ir a trabajar y afirmó sin sonrojo que su gobierno es el que más hace por los trabajadores. Otro funcionario que recurrió a las frases del manual del funcionario en día de paro general fue el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, quien lo calificó como “político”. El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, recurrió a la tesis conspirativa: “Hay intereses que lo que buscan es debilitar al gobierno y eso busca inestabilidad”, lanzó.
Los triunviros no resistieron la tentación de responderles. Schmid, por caso, dijo que “en este mes se fueron del país 11 mil millones de dólares y sin paro. Entonces, ¿de quién es la responsabilidad? Yo les digo que los trabajadores hacemos patria hasta el día que paramos el país porque no nos resignamos al ajuste y planteamos correcciones al modelo y lo haremos hasta que se cambie porque lleva al pueblo al desastre”.
Acuña aseguró que el triunvirato fue siempre prudente y como tal apostó al diálogo “pero hoy recibimos agresiones desde el Poder Ejecutivo. Ellos se hacen los distraídos y es lo peor porque se creen sus propias mentiras”, dijo para advertir que “los dirigentes gremiales no hacemos parar a la gente sino que ellos paran porque están mal”.
Por su parte, Daer advirtió que “desde diciembre de 2015 hasta hoy hubo una inflación del 95% y no son los trabajadores los culpables de ese proceso. Hay que recordar que impositivamente fueron favorecidos los sectores que más ganan y que más tienen, como el sector agropecuario y las mineras”, dijo para luego afirmar que el gobierno no combate la evasión y si a ello se le suma la devaluación, esos sectores tienen mayores ganancias porque se perjudica a la producción. “Al gobierno solo le preocupa el déficit fiscal porque solo le garantiza ganancias a la especulación financiera. Ese es un país que no queremos, queremos que cambie el modelo económico”, aseguró Daer con un tono más combativo.
Entre las declaraciones de los funcionarios del gobierno estuvo también aquella que afirma que al día siguiente nada cambia. Esa fue unas de las preguntas que los periodistas le hicieron al triunvirato. No hubo una respuesta clara. Acuña reconoció que seguirán siendo “prudentes” y agregó que “los tiempos son más cortos porque el hambre no espera”. El triunviro que responde políticamente a Luis Barrionuevo no dio pista sobre un posible plan de lucha. Schmid reiteró que “si hay diálogo honesto seguiremos discutiendo” aunque aseguró que “cuando hablamos de prudencia no quiere decir que seamos cagones”. Daer, en tanto fue más misterioso ya que se limitó a recordar que el paro de ayer fue tan contundente como “el de junio de 2001 cuando el gobierno de la Alianza redujo los salarios y jubilaciones en un 13 por ciento”.
La intención de los triunviros para el día después de la medida de fuerza es continuar con los cinco puntos que le habían planteado al gobierno antes de que convocaran el paro general. En aquel 7 de junio la mesa chica de la CGT fue a la Casa Rosada invitada por el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, quienes les ofrecieron, por todo concepto, y para que no convoquen a un paro la reapertura de las paritarias pero sólo por un cinco por ciento. Los dirigentes de la CGT respondieron con cinco puntos que incluían una norma que frene los despidos por seis meses, la reapertura pero sin techo de paritarias, la no inclusión en el aguinaldo del impuesto a las ganancias, devolución de dinero de las obras sociales sindicales y el compromiso de no modificar la Ley de Contrato de Trabajo.
Ayer, poco antes de la conferencia de prensa, se realizó una reunión del Consejo Directivo donde los triunviros insistieron en continuar con el reclamo de esos cinco puntos a modo de agenda programática. Una propuesta que fue rechazada por Héctor González, secretario general de Luz y Fuerza Patagonia, que ocupa una de las vocalías pero que no logró que su reclamo sea escuchado. “Se fijan en lo que pasa en la Capital Federal y alrededores y no ven que el país va camino al incendio. Es urgente tener un plan de lucha pero no escuchan”, aseguró.
Ese plan de lucha no fue parte del discurso de los triunviros que, dicho sea de paso, estuvieron acompañados por muy pocos titulares de gremios y que ocupan una silla en el Consejo Directivo como Omar Plaini de canillitas, Rodolfo Daer (alimentación), Julio Piumato (judiciales) y Noemí Ruiz (modelos), entre otros. El resto de los sindicalistas enviaron segundas líneas como sucedió con La Fraternidad (ferroviarios), la UTA (colectiveros) pero también UPCN, Obras Sanitarias y hasta la Uocra. Señales que en el mundo sindical implican que si bien las conducciones gremiales no le quitaron el cuerpo al paro prefirieron, por diversos motivos, no ser parte del único hecho público que tenía prevista la CGT y que fue la conferencia de prensa.
Los dirigentes sindicales coinciden en señalar que la conflictividad social se incrementará porque, como afirmó ayer el bancario Sergio Palazzo, “el Gobierno es pésimo y solo sale corriendo cuando el mercado opina”, dijo.
Es posible que este paro haya sido el último del triunvirato y tal vez por ello no hablaron del día después. El titular del gremio de pilotos, Pablo Biró, sostuvo que esta huelga puede funcionar como una bisagra porque “un paro aislado no sirve de nada porque lo que se necesita es una pauta programática, un plan que podamos negociar desde una posición de fortaleza. Esto es lo que se continuará discutiendo el próximo miércoles”, aseguró Biró en referencia al nuevo espacio sindical que se está gestando con miras a la renovación de la CGT. “Queremos una central obrera que esté al frente de la protesta social y para eso es preciso ponerse objetivos y lograrlos”, indicó.