Durante largo tiempo la educación superior se mantuvo reservada para pocos privilegiados, sin embargo, desde el año 1918, cuando se vio cuestionada por la Reforma Universitaria, se avanzó en conquistas de carácter político y social que la transformaron para siempre, como el desarrollo de la misión social de la universidad, el derecho a la educación para todos y el establecimiento de un diálogo entre la sociedad y las instituciones. Se originaba, a partir de ellas, una ruptura con los viejos idearios elitistas.
Desde entonces, el sistema universitario argentino fue afianzando su relación con la comunidad en el marco de la extensión universitaria, una de sus tres funciones sustantivas junto con la docencia y la investigación. “En medio de un proceso de reinvención y recomposición de la educación y de la cultura contrahegemónica, la extensión universitaria venía, tal como lo decían los manifiestos, para corregir el divorcio anacrónico entre la universidad y el pueblo”, recuerda Graciela Giménez, Secretaria de Docencia, Extensión y Vida Estudiantil de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN).
El rector de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE) y Coordinador de la Red de Extensión Universitaria (REXUNI) del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), Héctor Rubén Paz, explica que, desde la Reforma se ha avanzado significativamente en ese terreno y hoy, “en las universidades argentinas, donde el Estado es el garante del derecho a la educación superior, las acciones de extensión adquieren un especial desarrollo por la vinculación que suponen con la comunidad, en una constante retroalimentación de demandas y respuestas”.
De la verticalidad a la horizontalidad
A pesar de la profunda transformación iniciada en 1918, la función de la extensión universitaria era entendida, originalmente, como una acción de extender su presencia en la comunidad. En la mayoría de los casos, se transformaba en un acto desde la academia hacia el entorno, en una iniciativa unidireccional donde las instituciones eran las portadoras de la cultura y el saber que se transmitían a la sociedad. “Históricamente -y con la Reforma-, la extensión universitaria se planteaba como una salida ‘al afuera’ de la universidad. En ese ‘ir para afuera’, la universidad planteaba que había un adentro”, señala el rector de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR), Jaime Perczyk.
Con el paso del tiempo, su concepción ha ido transformándose hacia el establecimiento de un vínculo más horizontal entre la academia y la comunidad. Así lo entiende también el rector de la UNAHUR al afirmar que “la universidad es ‘de’, ‘para’, ‘con’ y ‘en’ su comunidad, no es un ir hacia afuera sino una vinculación profunda, de construcción de lazos sociales, de tejido social y organizativo. La universidad tiene que co-producir conocimiento científico, cultural y social en el seno de su comunidad.”
Por su parte, el secretario de Extensión de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), Pablo Vellani, afirma que hoy nos encontramos en un proceso de revisión, discusión y análisis del modelo de extensión que “intenta despegarse de la visión transferencista clásica que básicamente proponía la prestación de servicios a la comunidad”.
En la actualidad, existe una perspectiva más crítica que contempla como “necesaria e ineludible la participación de los otros (no universitarios) en el desarrollo de acciones de investigación y de extensión, así como su articulación con y en el acto educativo”, dice, para luego añadir que el fin es, sin duda, la “formación de científicos y cuerpos de profesionales comprometidos con las problemáticas de la sociedad y los diversos actores sociales”.
Por la jerarquización de la extensión
“La extensión es una de las funciones indelegables e irrenunciables que tiene la universidad, junto con la docencia y la investigación”, enfatiza Perczyk. “Está en su razón de ser”, agrega.
Si bien con el tiempo se fue legitimando la labor de la extensión universitaria, todavía quedan por enfrentar muchos desafíos para que se equipare a las otras actividades sustantivas de la universidad. En relación a ellas, la función extensionista ha sido, históricamente, menos atendida.
En este sentido, Vellani expresa que “se ha hablado siempre de las funciones de la universidad en un pie de igualdad, pero todavía resta camino por recorrer para que, tanto desde afuera como intramuros, se considere a la extensión en igualdad jerárquica respecto de la enseñanza y la investigación. Sobre esta cuestión venimos trabajando, dando el debate hacia adentro del sistema, modificando prácticas y reglamentaciones a los efectos de avanzar en el reconocimiento institucional de las experiencias extensionistas”.
En la misma línea, Paz anuncia que aún falta transitar un camino en la jerarquización equitativa en relación a las funciones de docencia e investigación, sin embargo, advierte que “este rol se lleva adelante en todas las universidades, con diferencias tanto conceptuales como normativas, estructurales o funcionales, pero bajo la impronta de ser el puente que la vincula con la sociedad. Por ello, desde REXUNI se está trabajando para que las actividades de extensión pasen, gradualmente, a formar parte de las currículas de todas las carreras.”
Giménez, no obstante, hace hincapié en el crecimiento de políticas públicas vinculadas con la extensión: “Desde los 90, dicha función ha venido incrementándose en las agendas tanto a nivel ministerial, como en la de los organismos bilaterales, hasta en las propias universidades que le han concedido su importancia a partir de la asignación de presupuesto (“normativo” definido por el CIN), hasta la previsión de la estructura organizacional de los cargos.”
Un compromiso social ineludible
Así las cosas, el rol actual de la extensión universitaria es vincular a las instituciones de educación superior con su entorno, creando respuestas a los problemas sociales, productivos y culturales. Giménez destaca que “la diversidad institucional -uno de los factores que explican la expansión del sistema-, se manifiesta cuando cada universidad define los sentidos de su interacción con el territorio y su vínculo con la comunidad, que es además el lugar de origen de sus estudiantes, donde los docentes se desarrollan y referencian sus investigaciones, y el mercado laboral de sus graduados.”
Además de los programas de trabajo social, en la UNRN se llevan a cabo proyectos que tienen como objetivos prioritarios mejorar el hábitat y el medio ambiente, revalorizar el quehacer del arte y la cultura, articular con los sectores productivos y promocionar derechos en la salud.
“En paralelo y trascendiendo las pautas canónicas de la lógica proyectista, una universidad regional debe tener una activa política de extensión que trascienda la intervención y la muestra comprometida, en un rol de convergencia de la trama social y política que la contiene”, resalta Giménez. En ese camino, la UNRN realiza dos programas permanentes que atienden las necesidades de la población más vulnerable del territorio, uno de salud bucal y otro orientado a la forestación y el viverismo.
En la UNAHUR, en tanto, se busca profundizar la función social de la universidad integrando el conocimiento generado en las aulas con las problemáticas de la región donde se halla emplazada la institución. Desde la Secretaría de Bienestar se trabaja en articulación con organizaciones en pos de la generación de diversos proyectos.
Existen, por ejemplo, propuestas que buscan la detección precoz de embarazadas sin control de salud y de niños con esquema incompleto de vacunación; que revisan colectivamente los patrones alimentarios de un barrio en el conurbano bonaerense; que brindan una red para evitar la deserción en la escuela formal; que se ocupan de la educación en aquellos barrios del municipio con vulnerabilidad ambiental; que llevan a la práctica la disminución colectiva de residuos sólidos urbanos; entre otros.
Asimismo, en la UNAHUR existen talleres culturales de danza clásica, tango, folklore, muralismo, arte público, teatro, radio, orquesta y coro, además de talleres deportivos de fútbol, handball, judo, natación, tiro con arco, aikido, tenis de mesa y vóley. A su vez, se desarrollan proyectos académicos y científicos de vinculación relacionados con la pequeña y mediana industria de la zona y el INTA.
Por su parte, la UNSE lleva adelante, a través del Programa Educativo de Adultos Mayores dependiente de la Secretaría de Extensión, una amplia propuesta educativa: cursos de ballet, teatro, orquesta, inglés, arte pluridisciplinario, diseño y producción audiovisual, además de festivales teatrales.
También brinda ofertas educativas presenciales y a distancia: cursos de capacitación, actualización y perfeccionamiento para aquellos que desean ampliar conocimientos en algún campo del saber. En general, las actividades de extensión giran en torno a la difusión de la cultura, y la capacitación y participación en la vida universitaria de los adultos mayores, además de diversos proyectos vinculados con el ambientalismo, la salud, la sociedad, la inclusión y la diversidad sexual. “De esta manera, se avanza en la equiparación de la importancia de las actividades de investigación y extensión”, explica Paz.
Por último, la UNLZ se suma a las instituciones que priorizan las actividades de extensión desarrollando numerosos proyectos desde las diferentes unidades académicas. En la Facultad de Ciencias Agrarias se realizan programas de elaboración de dulces, conservas y productos derivados de la leche; en la Facultad de Derecho se implementan acciones de ayuda a las víctimas de violencia, alfabetización y asistencia jurídica gratuita; y en la Facultad de Ciencias Económicas se desarrollan programas de herramientas automatizadas para la toma de decisiones en gestión empresarial y utilidades. Además, la UNLZ realiza talleres culturales, de idiomas, de solid work (ingeniería), de PLC, de CNC, de Autocad y de informática aplicada.
Vellani resume que la UNLZ, ubicada en el conurbano sur desde hace casi 46 años, lleva la extensión universitaria en su ADN: “Habiendo construido fuertes lazos con la comunidad, trabaja conjuntamente con instituciones, empresas, organismos estatales y referentes comunitarios con el objeto de articular proyectos que den cuenta de las problemáticas que afectan a la región. En tal sentido, forman parte de la agenda de trabajo cuestiones como la prevención de las violencias, el acceso a la justicia, las cuestiones de género, la niñez, la adolescencia, la economía social, la articulación con la escuela media y la formación en oficios, por nombrar solo algunas de las tantas líneas de trabajo a las que se encuentran abocados los equipos extensionistas.”