Como en otros ámbitos, las mujeres tuvieron que dar una dura lucha para poder cultivar la matemática. A pesar de la discriminación y los prejuicios de sociedades marcadamente patriarcales, muchas lograron superar estos escollos y dejaron su huella en la historia de la ciencia. 

Entre ellas se destaca Amalie “Emmy” Noether la que fue, en palabras de Albert Einstein “El genio más importante y creativo que ha nacido desde que comenzó la educación superior de las mujeres”.

Nació en Erlangen, Alemania. Si bien recibió una educación tradicionalmente femenina, su padre Max le transmitió su pasión por la matemática. Cuando terminó sus estudios de idiomas quiso seguir estudiando matemática, enfrentándose a los prejuicios de la época que se oponían a que una mujer se dedicara a la actividad científica. Obtuvo  permiso para asistir como oyente pero no tenía derecho a rendir exámenes. ¡Una única mujer entre casi mil estudiantes! Así y todo, a los 25 años obtuvo el doctorado, siendo la segunda mujer de Europa que alcanzó ese grado. Comenzó a trabajar en el Instituto de Matemática de la Universidad de Erlangen pero sin poder percibir salario. 

Su talento fue percibido por David Hilbert, el matemático más célebre de la época y la convenció para que se mudara a Gotinga. Enseñó durante 11 años en la Universidad de Gotinga pero sin poder obtener un puesto en ella. Otra vez su condición de mujer le impidió el ingreso. En plena Primera Guerra, en 1915, un miembro de la facultad argumentaba: “¿Cómo puede permitirse que una mujer se convierta en profesora?… ¿Qué van a pensar nuestros soldados cuando regresen a la universidad y se encuentren con que tienen que aprender a los pies de una mujer?”. Recién en 1922, bajo la República de Weimar, pudo cobrar su primer salario. 

En 1918 publicó el teorema que lleva su nombre y que por sí solo la hace inmortal. Este teorema relaciona la matemática y la física. Básicamente dice que a cada sistema físico que tiene una propiedad de simetría continua (esto es que alteraciones del sistema físico dejan sin variar los valores de ciertas magnitudes), le corresponde una ley de conservación y viceversa. Acudimos otra vez a Einstein que escribió al respecto: “Me ha impresionado que este tipo de cosas puedan ser comprendidas de un modo tan general. ¡La vieja guardia de Gotinga debería tomar algunas lecciones de la señorita Noether!”. No era para menos, este teorema venía a dar un apoyo importante a la reciente teoría general de la relatividad. 

Pero también Emmy fue pilar en el desarrollo de las llamadas estructuras algebraicas. Una rama más abstracta de la matemática donde obtuvo resultados sorprendentes y formó matemáticos de primer nivel. 

En 1933 con la llegada del nazismo, como tantos otros judíos, emigró a EE.UU. Aunque dio seminarios e investigó en Princeton, a la par de Einstein y otras celebridades, se le dio empleo en un colegge de señoritas por su condición de mujer. Dos años después, falleció a consecuencia de una embolia.

Emmy aportó a la ciencia básica y a la formación de otros científicos como pocos, en un turbulento siglo XX signado por la discriminación y la guerra. Su condición de mujer y de judía, en medio de la sinrazón de un régimen desquiciado por el odio, agigantan su figura en tiempos donde las voces por la conquista de derechos elementales, se hacen escuchar cada vez con más fuerza.

 

Juan Carlos Pedraza: Profesor Titular Ciclo Básico Común Universidad de Buenos Aires