La policía turca arrestó a 27 presuntos miembros del grupo islamista radical Estado Islámico (EI) en la provincia de Izmir, en el oeste de Turquía, por supuesta vinculación con el ataque en el club Reina. Según el diario Hürriyet, los detenidos –varios de ellos menores– pertenecen a tres familias de Asia Central que, de acuerdo a la investigación, convivían con el atacante en la ciudad de Konya, en el centro del país, y huyeron de sus hogares tras el atentado perpetrado en Estambul. En tanto, el presidente Recep Tayyip Erdogan dijo ayer que el ataque terrorista busca dividir a los turcos y pidió la unidad de la nación. “El objetivo verdadero de estos ataques es hacer que nuestros sentimientos prevalezcan sobre nuestra razón y que nos enfrentemos unos a otros”, dijo el presidente en su primer discurso público desde el atentado, que fue transmitido en directo por la cadena turca NTV.
La policía buscaba ayer por cuarto día consecutivo al autor de la masacre en el club Reina de Estambul, reivindicada por el Estado Islámico, que dejó el 1 de enero 39 muertos y 69 heridos, y centra sus pesquisas en varias familias oriundas de Asia Central, cuyos miembros fueron detenidos. La unidad antiterrorista llevó a cabo una redada en cuatro domicilios de Izmir, y la operación continuaba, según fuentes de seguridad. Otras 16 personas fueron demoradas en Estambul y en Konya, entre el 1 y el 3 de enero, por supuesta implicación en el ataque en el boliche.
El agresor sigue prófugo de la Justicia. El canciller turco, Mehmet Cavusoglu, aseguró que la policía conoce su identidad, aunque no la divulgó. “Se identificó al atacante de Örtakoy (barrio donde se sitúa el club Reina)”, señaló en declaraciones a la agencia Anadolu, citadas por Sputnik. Entre las personas que fueron apresadas está la mujer del atacante, que declaró a la policía que no sabe que su marido pertenecía al EI.Según las investigaciones, el cabecilla de la célula jihadista que llevó a cabo el ataque estaba en Konya, respondía al alias de “Yusuf Hoca” y habría organizado el viaje del atacante de Konya a Estambul. Se presume que “Yusuf Hoca” habría enviado al atacante a una casa en el barrio de Zeytinburnu. Y que, tras el atentado, el fugitivo cambió dos veces de taxi y llegó hasta Zeytinburnu, donde recogió dinero de un restaurante uigur, una etnia de Asia Central.
De los 16 detenidos mencionados por la policía, 7 fueron arrestados en ese restaurante uigur. El único dato oficial hasta ahora es una imagen digital muy pixelada del atacante, tomada de las cámaras de seguridad de la ribera occidental del Bósforo, donde se encuentra Reina, el boliche frecuentado por la clase alta turca y extranjera, que fue atacado durante la noche de año nuevo, cuando entre 500 y 600 personas festejaban la llegada del 2017.
En su primera aparición pública luego del atentado, Erdogan señaló que “los que quieren romper nuestra sociedad a lo largo de las fallas geológicas que existen en ella, no pierden ninguna oportunidad. No debemos entrar en este juego”, pidió el jefe de Estado a su audiencia, una reunión de delegados de barrio de toda Turquía.
El mandatario aseguró que el ataque al club Reina, un lugar de recreo de la alta sociedad turca, duele tanto como el que el EI perpetró en agosto contra una boda kurda en Gaziantep o los recientes atentados suicidas contra policías en Besiktas y soldados en Kayseri, ambos reivindicados por grupos pro kurdos con los que el gobierno de Ankara tiene abierto un frente político y militar.
“Ya he dicho varias veces que estamos en una nueva guerra de liberación y si la perdemos, quiero subrayarlo, se nos llevará de nuevo al concepto de Sevres, que no se consiguió hace cien años”, dijo el presidente, en alusión al Tratado de 1920 que intentó repartir gran parte de Anatolia entre las potencias europeas. El jefe de Estado se defendió también de las acusaciones de que el gobierno turco, desde 2002 en manos del partido islamista Justicia y Desarrollo (AKP) –fundado por el propio Erdogan—, influyó en la división de la sociedad entre colectivos religiosos y laicos.
“¿Hay una sola persona que se siente presionada por su estilo de vida? Quiero preguntarlo a todos: ¿Hay alguien que diga que no puede vivir como quiere, que no puede vestir como quiere?”, inquirió el presidente, aludiendo a las críticas de sus oponentes sobre la islamización de la vida en el país.
Erdogan evitó referirse a la polémica por el sermón oficial leído un día antes del atentado en todas las mezquitas del país y aprobado por la Diyanet, el Ministerio de Asuntos Religiosos, que pidió a los fieles no celebrar Año Nuevo porque se trataba de una fiesta ilícita según la religión e incompatible con los valores nacionales. Luego consideró que todo el mundo puede escribir en las redes sociales sin vergüenza, dentro de los límites de la libertad de expresión individual, y destacó que las instituciones públicas no deben usarse para meterse en el estilo de vida de cada persona. Por último, el presidente afirmó que Turquía es un país de derechos, pero en el que nadie tiene el derecho de salir a la calle y hacer justicia por sus propias manos.