-“¿Tu mamá que defiende el aborto porque no abortó?”, le preguntaron a la hija de una diputada en el colegio. Y le mandan videos de mujeres que queman hombres para decirle que su mamá hace eso. A otros legisladores/as amenazan con viralizar sus teléfonos en la plaza pública (como paso en Paraná) para volver su vida una pesadilla de terror con mensajes manchados con sangre y amenazas. A un centro de salud que realiza Interrupciones Legales del Embarazo (ILE) los amenazan con ponerles bombas y les pintan en la vereda el latiguillo de “Asesinos” con aerosol indeleble. A una estudiante que viajaba con el pañuelo verde de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito en la mochila en el subte le empezaron a gritar “sos una perra que asesina a su cría”. A un negocio que puso un cartel de “cerrado para ir a la marcha con color verde”, el 13 de junio pasado (en la vigilia para el tratamiento del aborto legal, seguro y gratuito en la Cámara de Diputadxs), los vecinos denunciaron irregularidades y le mandaron la inspección municipal para revisar matafuegos. A una niña, de 14 años, que esperaba en el conurbano realizarse una ILE, después de ser violada por su padrastro, grupos anti derechos entraron a su habitación, en una sala pediátrica, para hostigarla con imágenes y dichos sobre el aborto e intentar convencerla (o torturarla) para que continúe el producto de la violación y al médico que autorizó la intervención le hicieron cambiar el celular de la cantidad de amenazas y de una red de adopción ilegítima y paraestatal para adoptar al producto de la gestación que querían forzar. A un grupo de manifestantes que realizaban un pañuelazo en Bahía Blanca, un grupo de hinchas de Argentina, después del partido contra Nigeria, las amedrentaron e insultaron con cantos y empujones contra ella. El juego sucio no es democracia. Es amenaza. Y la Inquisición en marcha. Sin voz, voto, ni calle, sino con la historia como un reloj de tiempo en donde la libertad se pulveriza como la arena y El cuento de la criada no es cuento sino una sombra en donde la reproducción de las mujeres se vuelve una forma de cacería contra la autonomía personal y político.
“Se están sacando las caretas. La Iglesia empezó a jugar activamente. Ya no es que se hacen las reuniones en los Obispados de Provincia y lo ocultan. Los anti derechos pensaron que el proyecto quedaba en diputados y que se nos había ocurrido acompañar a setenta locos de manera testimonial y ahora empezaron a volverse locos. También es porque le cortamos el negocio de la clandestinidad. Un aborto clandestino cuesta cuarenta mil pesos. Los que hacen abortos clandestinos sacan un sobresueldo de 160 mil pesos que no lo ganan en ninguna clínica, ni guardia. Les estamos cortando un negocio más grande del que creíamos”, desnuda una diputada con reserva de su identidad. Las palabras se cobijan en el anonimato una y otra vez, justamente, porque la virulencia de los ataques no forman parte del juego democrático, sino de métodos de amenazas, intimidaciones, extorsiones y aprietes a los y las legisladores/as y senadores/as que no son parte de la dinámica institucional, sino de una neo inquisición que intenta apelar al miedo personal, familiar y vital.
La triple A de anti derechos, anti vida y anti democracia no es una conjugación de gritos azarosos o de redes que voltean la palabra asesina como un escupitajo a la nada, sino de una organización más minuciosa que intenta impedir la aprobación de un derecho a través del amedrentamiento y de la ruptura de la representación y la movilización política. La cineasta salteña Lucrecia Martel también denunció públicamente, en una nota de Anfibia, titulada “Vicepresidenta usted puede cambiar la historia de las mujeres”, la “violencia retórica de los sectores pro vida con los que riegan nuestros correos y redes, incluso amenazas físicas”. Y mostró, por ejemplo, que muestran un Falcon Verde y un pañuelo verde y dicen: “El Falcon verde desaparecía terroristas que atentaban contra la Nación. El pañuelo verde pretende desaparecer a los futuros niños inocentes de nuestra Nación”. O, desde el Facebook de un grupo llamado “Argentinos por la patria”, la apología directa al delito de femicidio: “Si las abortistas pidieron la pena de muerte para el niño por nacer nosotros pedimos la pena de muerte para las abortistas” con una imagen de una mujer, con un pañuelo verde, ahorcada por una soga, sin poder respirar.
La diputada Teresita Villavicencio, del Bloque Evolución Radical relata: “En Tucumán, durante el Tedeum del 25 de mayo, el Arzobispo de Tucumán, Monseñor Carlos Sánchez nombró a cada uno de los diputados por su nombre de pila instándolos a votar en contra del proyecto. En una sociedad conservadora como Tucumán, es una presión importante. A punto tal que modificó el voto de un diputado del PRO que estaba a favor. También la Iglesia motorizó una marcha en contra del proyecto donde invitaba a los diputados a comprometerse firmando un acta”. Villavicencio le escribió una carta al arzobispo en donde le respondió: “Yo soy pro vida, ya que represento a las mujeres que no pueden decidir sobre sus cuerpos. Respeto su fe y su postura religiosa, pero vivimos en un país laico y eso debe ser entendido por la jerarquía eclesiástica. El Arzobispo tuvo una posición política y la política se resuelve en el Congreso de la Nación”.
El debate sobre el aborto legal, seguro y gratuito es legítimo y democrático. Y se llevo a cabo en el Congreso de la Nación con una altura institucional y una participación popular, científica, dirigencial y juvenil sin antecedentes en la democracia. Pasaron por la Cámara de Diputados 738 expositores/as (365 a favor del aborto legal y 365 en contra, o sea que tuvieron tantas oportunidades como días tiene un año), a través de quince reuniones informativas y 130 horas de exposiciones. El debate lo ganó la despenalización social del aborto. Pero, además, todxs tuvieron posibilidad de alegar, convencer a diputados/as, hacer escuchar su voz en el Congreso y en las redes sociales. El debate terminó. Y la cámara de diputados votó la aprobación del proyecto de aborto legal, seguro y gratuito. El 8 de agosto la decisión está en la punta de los dedos de Senadores y Senadoras. Pero esa decisión no puede ser influenciada por el miedo, las amenazas, la extorsión y la Inquisición fuera del orden democrático.
Los sacerdotes que querían formar parte del debate democrático tuvieron lugar. Por ejemplo, el Padre Pepe (José María Di Paola) que ligó la pelea con el aborto legal con el FMI y el Presidente Mauricio Macri. En ese momento, el ex Ministro de Salud Ginés González García dijo que al sacerdote lo mandaban sectores de la Inquisición. Pero el problema no era lo que se decía, sino los costos por decir. Ginés tuvo que respaldar al actual Ministro de Salud de la Nación, Adolfo Rubinstein, cuando fue abucheado, el 22 de junio pasado, en Tandil, después de respaldar públicamente la Interrupción Legal del Embarazo, que ya tiene un Protocolo de aplicación, y alrededor de 14.000 intervenciones públicas que no esperan una ley sino que ya se aplican (según estimaciones de Las12) a partir del fallo F.A.L, de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el 2012. Rubinstein tuvo que suspender una charla en un hospital de Tandil por la interrupción de cien militantes anti derechos con carteles que decían: “La muerte de un bebé no puede ser parte de asuntos de Salud Pública”, “El ministro de Salud miente”, “No manchemos la Patria con más sangre inocente”.
“Repudiamos enfáticamente las agresiones sufridas por el ministro de Salud de la Nación, Adolfo Rubinstein, quien debió suspender su disertación a raíz de la violencia ejercida por un grupo de personas que antidemocrática y violentamente entraron en la sala. Sabemos que las manifestaciones acerca de la conveniencia de avanzar en sancionar una ley de legalización del aborto por parte del Ministro despierta los sentimientos más nefastos en aquellos que sostienen la clandestinidad, el autodenominado grupo más vida”, declararon los y las diputadas/os Brenda Austin, Karina Banfi, Carla Carrizo, Victoria Donda, Araceli Ferreyra, Malena Galmarini, Silvia Lospennato, Daniel Lipovetzky, Mónica Macha, Alejandra Martínez, Mayra Mendoza, Carolina Moises, Cecilia Moreau y Lucila De Ponti.
Un médico rosarino, que también pide reserva de su identidad ante el encarnizamiento de la triple A misógina y conservadora, evalúa: “Los movimientos anti aborto se están quedando sin argumentos y empiezan a mostrar su verdadera cara, la de la violencia. Después de las contundentes argumentaciones a favor de la legalización del aborto que fueron expuestas en la Cámara de diputados y después de haber inundado la Ciudad de Buenos Aires con pañuelos verdes, las mujeres han dejado en claro su postura sobre el aborto y no solo en Argentina, América Latina también exigen la legalización del aborto”.
Mientras que en una de las ciudades más conservadoras del país, Bahía Blanca, un grupo de hinchas que, supuestamente, iban a festejar la continuidad de la Selección en el Mundial de Rusia, agredieron a doscientas feministas que realizaban un pañuelazo, con botellazos, piedrazos y huevos e insultos. “Un grupo de machirulos que estaban festejando por la clasificación de la selección se nos acercó y empezaron a agredir e insultar. No nos querían dejar machar. Armamos un cordón y marchamos igual. Nos siguieron por varias cuadras y cuando estábamos volviendo nos empezaron a tirar con botellas, piedras y huevos. La policía contuvo del lado de ellos y nosotras nos fuimos. Les recomendamos a las más chicas, y a todas en realidad, que se saquen los pañuelos de la campaña y nos fuimos en grupos”. “Nos fueron a buscar porque la mayoría estaban borrachos y nos gritaban que cerremos las piernas, que usemos forros, que nos hagamos cargo. Un tipo de 40 estaba con la hija a upa mientras nos insultaba. Una locura”, relató otra de las víctimas al sitio periodístico en redes @pepe. Y la intimidación busca desmontar la marea verde: “El final fue más bien triste, porque no sólo tuvimos que hacer un cordón para marchar si no, que después nos sacamos los pañuelos para volver en grupos a casa”, denunció una de las activistas.
En ese sentido, el efecto Francisco se hace sentir. El Papa Argentino, que en otros temas en donde disiente con el actual gobierno no pudo torcer el rumbo de la política económica, laboral, represiva, carcelaria o de seguridad, comparó el aborto con el nazismo, en una frase que subió la confrontación y la violencia. “El siglo pasado todo el mundo estaba escandalizado por lo que hacían los nazis para cuidar la pureza de la raza. Hoy hacemos lo mismo pero con guantes blancos”, argumentó el Papa Francisco, en el Vaticano en un discurso frente el Foro de Asociaciones Familiares (Forum Familia), en el que también calificó al aborto como “moda”, dos días después de la aprobación en el Congreso de la Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Uno de los diputados que aprobaron la iniciativa analiza: “Si quienes están haciendo estas acciones no están directamente ligados al Vaticano, igualmente, el Vaticano los habilitó con el discurso de Francisco que comparó el aborto con el nazismo. En ese discurso tan fuerte generó que los sectores más reaccionarios y violentos de la ultraderecha argentina se atrevan a pasar los límites de la violencia en las amenazas a quienes apoyamos el aborto legal”.
Nunca más, nuevamente, a que la democracia no sea debate, sino amenaza. Y la vigilia no cierra los ojos. Ni las piernas. El derecho al aborto legal espera su aprobación, el 8 de agosto, en el Senado de la Nación.