Lo primero que viene a la mente cuando uno escucha “crochet” no necesariamente es “criaturas siniestras”, pero lo será tras conocer las creaciones –funestamente inspiradas– de la artista canadiense Tracy Widdess, autodidacta “tejedora brutal”, según propia definición, dada al susodicho hacer artesanal desde fines de los 90s. “Nunca he visto tentáculos de punto cubiertos de percebes que se merezcan más el título de pieza artística”, vanaglorian sus seguidoras, lógicamente cautivadas por la magia (negra) que despliega la mujer con sus agujas de tejer. Finalmente, combinando mano y máquina, pulso y ocurrencia, realiza TW hazañas técnicas, donde cada obra le requiere –en promedio– un mes. “Colores brillantes, deformaciones: el universo de Widdess es violentamente pop”, advierte la publicación francesa Cercle Magazine, que destaca especialmente “la calidad gráfica de los tejidos de una mujer de imaginación desbordante, capaz de inventar espantosos monstruos de lana que pertenecen al mundillo de la ciencia ficción”.
Widdess admite que puede ser difícil describir el proceso de sus obras a quienes no están familiarizados con la idiosincrasia de las técnicas tradicionales. “Traté de documentar las etapas, amén de explicar cómo laburo, pero llevaba mucho tiempo y acababa siendo un obstáculo”, reconoce la mujer que, en ocasiones, arranca con un patrón digital que diseña y carga en su máquina de tejido electrónico, para después sumar detalles a mano, bordar las últimas bondades del terror. Cada una de estas técnicas requiere un cierto nivel de experiencia para poder incorporarlas al trabajo terminado, pero Widdess –que ha expuesto en diversas galerías, suma trofeos, recibe comisiones y ha colaborado con artistas como Stéphane Blanquet– descarta modestamente sus habilidades al son de: “Supongo que simplemente empiezo desde una base y agrego, haciendo y deshaciendo hasta que quede bien”. Por lo demás, dice que su ambición por fabricar piezas notablemente complejas es apenas una manifestación de su necesidad por entretenerse: “Por mantener vivo el desafío y continuar presionando mi medio, que es el crochet”.