“La fabricación nacional en caída libre”, tituló la Cámara de la Indumentaria a su informe mensual difundido ayer. La afirmación se basa en los siguientes datos: la producción física muestra una caída del 6,2 por ciento y la cantidad de costureros registrados bajó en 4055. Las ventas de textiles en supermercados se redujeron un 3 por ciento y las ventas en comercios minoristas, un 9,6 por ciento. Al mismo tiempo, las importaciones subieron 12,8 por ciento medidas en dólares y las cantidades importadas avanzaron 8 por ciento, mientras que la tasa de interés para el financiamiento en cuenta corriente para las pymes es del 45 por ciento.
“La caída de las ventas de ropa está explicada centralmente por la reducción del poder adquisitivo del salario de los trabajadores, baja que en mayo fue de 2,5 por ciento para los asalariados formales, según el Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET)”, citó la Cámara y recordó que “la confianza del consumidor se redujo 0,3 por ciento en junio respecto a mayo y 14,4 por ciento respecto a junio de 2017, mientras que las expectativas de inflación para los próximos 12 meses se posicionaron en el 30 por ciento”. La fuerte caída del salario real que se espera para lo que resta del año empeora aún más el escenario textil.
“Por primera vez desde el inicio de la publicación del Semáforo de la Industria de la Indumentaria en septiembre del año pasado, 17 de las 18 variables presentan resultados adversos. La única excepción es el tipo de cambio real bilateral con China, que mostró una mejora interanual de 38 por ciento. Esto otorgó un poco de aire a la industria nacional al encarecer la competencia de prendas importadas desde el gigante asiático”, indica el informe.
Uno de los factores que inciden negativamente en la actividad pyme es el costo del financiamiento, ya que la tasa de interés para que las pequeñas empresas accedan a fondeo en sus cuentas corrientes promedia el 45,1 por ciento. También se destaca el aumento del 67,5 por ciento anual de la electricidad y del 51 por ciento de la nafta. “Los costos subiendo alrededor del 50-60 por ciento interanual, junto a menores ventas y al hecho de que los precios de los productos se ajustaron sólo un 17 por ciento constituyó un combo dañino para la rentabilidad de las empresas del sector”, concluyó la Cámara.