Considerado uno de los grandes tenistas de la historia mundial, el ex campeón alemán Boris Becker es favorito de diarios sensacionalistas, que –de décadas a la fecha– dedican portada tras portada a cubrir sus sonados escandaletes. Y no es que escarben demasiado: la controversia persigue a Becker con tanto ahínco como antaño lo hicieron los trofeos, siendo –como es– ganador de 6 títulos Grand Slam. El hecho de que hasta su retiro en el 99 haya amasado la astronómica cifra de 19 millones de libras en premios, y que desde entonces se haya convertido en demandado comentarista para la BBC, haya entrenado a Novak Djokovic durante 3 exitosísimos años del serbio o haya sido recientemente nombrado jefe de tenis masculino de la Federación Alemana, poco ha hecho para calmar su tendencia a la hecatombe. Variopintos y sonados despelotes que, entre otros, incluyen: donar una raqueta falsa en una subasta televisiva con fines benéficos, negar la paternidad de una hija extramatrimonial esgrimiendo que estaba siendo chantajeado de la mafia rusa, evadir impuestos, ser acusado por un ex socio de deberle 40 millones de francos suizos, entre otras cuestiones... Así y todo, el último capítulo de la saga del héroe caído es acaso la más peculiar. El año pasado, la corte inglesa lo declaró en bancarrota al no pagar a un banco privado, Arbuthnot Latham & Co, los 3,5 millones de euros (más intereses) que adeudaba. Becker bramó “¡Injusticia!”, aclarando que no le dieron suficiente tiempo para ponerse al día. En el marco de insolvencia, lo obligan ahora a subastar sus entrañables mementos personajes, que –colmo de la mala suerte– ni siquiera le reportarían los dividendos esperables, registrando bajas ofertas cada uno de los 80 históricos ítems. Frente a lo cual, además de intentar detener la subasta a como dé lugar, reclamó el varón inmunidad diplomática por sus deudas. Y es que, en un giro inesperado que genera aún desconcierto, aseguró a la Justicia londinense, haber sido declarado en abril agregado  de deportes, cultura y asuntos humanitarios de la República Centroafricana. Un país al que nunca ha viajado, y que es uno de los más pobres del mundo con agravada guerra civil, violencia en ascenso, niños soldados, desnutrición, catástrofe sanitaria, etcétera. ¡Et voilá otro giro extraño! El ministerio de Relaciones Exteriores centroafricano aseguró que no hay documentos que certifiquen la posición del ex tenista. Aún más: han dicho funcionarios que el pasaporte diplomático que ha mostrado Becker es “torpemente falso” y ha salido de un lote de pasaportes vírgenes robado en 2014. Otro revés para Boris, ¿y van...?