¡Bienvenidos a El Remanso! ¡Hoy salió una super oferta!”, saluda @teresaelremanso a sus casi 20 mil seguidores de Instagram. En su biografía hay una acotada descripción de su vida: 32 años, casada, con dos hijos; ama a su familia. Es que Teresa no abrió su red social para ser famosa sino porque intuyó que sería una muy buena forma de promocionar los productos de su supermercado. “No hablo bien castellano”, se ataja antes de comenzar a responder preguntas. Pero la barrera lingüística no le impide nada: todos los días produce dos o tres videos que tranquilamente llegan de los 7 mil a los 14 mil vistos sin necesidad de ser publicitados por otras vías. Quizás por primera vez, Instagram le concedió el logo de “verificado” a una persona que consigue orgánicamente que la gente quiera ver su contenido.

Teresa vino de China a los 16 años y conoció a su marido en Argentina. Luego de haber trabajado en otros supermercados, aprovechó la oportunidad cuando una amiga propuso abrir El Remanso allá por Carapachai, en el conurbano bonaerense. “Quise probar a través de la red, mostrar las ofertas del supermercado. Fue antes de que imprimamos folletos, la propaganda era demasiado pequeña y los folletos eran muy caros”, dice Teresa.

Sin equipos de producción, sin agencias de publicidad, sin marketineros digitales devanándose los sesos; la simple alegría y el magnetismo de Teresa conquistaron al público. ¿Será que sorprende porque se piensa en la gente china como personas serias y cerradas? “La gente de China de más de 50 años es casi toda es cerrada. En cambio, los jóvenes no hay muchos así. Pero también tiene mucho que ver el idioma”, explica en un español roto pero que se hace entender. “Muchas chinas no hablan bien castellano. Creo que es muy importante saber hablarlo, es algo necesario en nuestra vida.”

No sólo de ofertas y productos se trata su Instagram: Teresa manda saludos a sus seguidores, se saca fotos con sus fans, hace chistes e inclusive se anima a imitar a Pikachu a pedido de un amigo. Si alguien le pregunta la diferencia entre sus vinos de promoción, ella muestra la respuesta que le dio el fabricante (algo que puede obtener de inmediato gracias a su nuevo estatus de “influencer”). Si bien la mayoría de su público la adora, siempre se escapa algún que otro troll de internet en su perfil. “Hay muchos comentarios malos, pero también muchos buenos. Al principio me siento muy mal y no quiero subir más videos. Pero me apoyan mucho mis clientes y mi marido. Les gusta lo que hago”, responde Tere, como ya la apodan sus fans.

Esta nueva influencer por accidente escaló rápido dentro del corazón de su público y se convirtió en la figura que se estaba necesitando en las redes. Quizá @teresaelremanso es una contrapropuesta a esos instagramers prefabricados y youtubers ultraeditados. Sin muchas complicaciones, sin otra pretensión que mover su negocio, Tere sigue a paso seguro: “Soy sólo una persona común, sólo quiero que mis videos puedan traer alegría”.