El clima financiero está cada vez más espeso. La nueva gestión del Banco Central no mostró ninguna señal clara para tranquilizar al mercado y el resto del equipo económico no colabora para generar certidumbre entre los inversores. En los últimos diez días circularon tres rumores que potenciaron la falta de credibilidad del equipo económico. El primero fue que iba a empezar a cobrarse un impuesto sobre las acciones de la bolsa porteña. El segundo es que iban a volverse a aplicar retenciones a las exportaciones. El tercero es que se impondría un recargo a la compra de pasajes al exterior y a los pagos con tarjetas de crédito en el extranjero (regreso del dólar turista). Los rumores no necesariamente tienen que ser reales pero provocan una distorsión desproporcionada de las expectativas y aparecen por la desorientación total de los funcionarios para armar un plan económico sustentable.
El quiebre de la confianza genera consecuencias en todos los ámbitos: caída de actividad por la reducción de la inversión y el consumo; incremento de la inflación por la intención de los empresarios de cubrirse ante la incertidumbre de los próximos meses; mayores presiones sobre el tipo de cambio y aumento de riesgo país, entre otros.
El precio de los bonos argentinos en moneda extranjera muestra los problemas que enfrenta la economía. En la región el rendimiento de los títulos soberanos a diez y quince años se ubica en torno del 5 por ciento. En la Argentina la tasa alcanzó esta semana el 9 por ciento. No hubo acuerdo con el Fondo Monetaria ni promesas de recorte del déficit fiscal que tranquilicen a los inversores.
El rendimiento de los bonos no es el principal elemento para mostrar la pérdida de confianza en el esquema económico. Las acciones de la bolsa porteña fueron las que más subieron el año pasado en dólares en el mundo y son ahora las que más caen. En lo que va de 2018, el MerVal perdió 45 por ciento en moneda dura. El Bovespa brasileño cayó menos de la mitad (20 por ciento), mientras que IGPA chileno marcó una baja de 9 por ciento, el SPBL peruano del 8 y el Mexbol mexicano del 5 por ciento. Los principales países de la región tienen problemas para mantener los rendimientos de las acciones anotados en 2017 pero en ningún caso las bolsas son tan castigadas como en la Argentina, que en menos de siete meses ya perdió la mitad de su valor en dólares. La alta intención de voto de Lula en Brasil y de López Obrador en México asusta menos al mercado que el desequilibrio macroeconómico argentino.
El guiño del MSCI para recategorizar al país de fronterizo a emergente se licuó en menos de una semana y la bolsa el miércoles pasado cerró con caídas fabulosa del 11 por ciento en dólares en una sola jornada. Se trata de una pérdida diaria que no se observaba desde la crisis financiera internacional de octubre de 2008. La agencia de bolsa Portfolio Personal realizó un análisis del derrumbe de los precio de las principales firmas que cotizan en el Merval. Las compañías energéticas acumularon este año una pérdida de 44 por ciento en moneda dura, en donde se destacó el retroceso del 43 por ciento de Pampa Energía, del 39 por ciento de Transener, del 60 de Generación Costanera y del 42 de Central Puerto. El sistema financiero fue otro de los sectores con una caída notable: 46 por ciento. En este bloque se subrayó la merma del 47 por ciento del Banco Francés, del 46 por ciento del Macro, del 46 por ciento del Banco Galicia y del 63 por ciento del Supervielle.