Ya está. C'est fini. La Argentina se quedó afuera del Mundial, en octavos de final. Una salida sin dudas prematura si se toma como referencia la gran ilusión depositada en la Selección y lo que se suponía podía entregar en Rusia Lionel Messi, el mejor jugador del mundo. Sin embargo, es un final justo si lo que se pone sobre la balanza es la producción del equipo de Sampaoli en sus cuatro partidos mundialistas.
Ya habrá tiempo para el análisis en frío. Los reproches suelen viajar más rápido. Da bronca quedarse afuera, mucha desazón. Pero peor será lo que vendrá. El periodismo deportivo caníbal, que fue mostrando a lo largo del torneo sus colmillos afilados, tiene ahora la presa a su alcance y más temprano que tarde irá escupiendo la espuma de su rabia. Habrá que aguantarlo. Así son las cosas. Así es el fútbol, cuando lo que se analiza son los resultados.
La Selección no jugó ayer su mejor partido. Eso es obvio, tanto como aceptar que Francia fue superior en muchos aspectos y por eso se quedó con la victoria. Se impuso en velocidad y también en simplicidad. Fue más contundente y efectiva en sus contraataques. Ahí estuvo su virtud, y la diferencia.
Deschamps sabía que podía aprovechar las fallas defensivas que provocarían delanteros rápidos y de buena pegada como Griezmann y Mbappé. El del Atlético estrelló un tiro libre contra el travesaño a los 8 y a los 13 anotó el penal que Rojo le cometió al delantero del PSG tras una corrida de 50 metros con la pelota en los pies.
Es justo decir que la Selección reaccionó positivamente en la adversidad, compensó el trámite y llegó a la igualdad con el zapatazo de Di María. En el gol de Mercado hubo algo de suerte y por eso no se puede decir que el equipo nacional no ligó. Lo mismo hizo Francia en desventaja, pero su resultado fue arrollador: tres goles en diez minutos, Pavard y dos de Mbappé, y el sueño argentino se derrumbó ahí sin más. Hubo esperanza con el descuento en tiempo adicionado de Agüero, que había ingresado a los 65 (con el partido 3-2) para jugar como centrodelantero. Algo que la Selección pareció necesitar desde el primer minuto.