“Me di cuenta que tenía muchos datos, pero muy aislados, fragmentados, y este Mundial, estas conversaciones, sirven para hacer de esos fragmentos un todo imposible, un rompecabezas”, plantea Miguel Rep sobre Ruso el que lee, el flamante ciclo que encabeza junto al escritor Juan Forn todos los domingos de 17 a 20 por la AM750. El Mundial como excusa para hablar de cultura, literatura, música e historia rusa, pero (casi) sin hablar de fútbol. Los mundiales, confiesa el histórico humorista gráfico de la contratapa de PáginaI12, le despiertan curiosidad por las sedes y los países que compiten. Con Forn, además, los une una amistad que se remonta a muchos años y –explica el escritor– se consolidó en distintas copas del mundo. Así, de compartir contratapas en el diario, pasaron también a compartir aire en la radio.
Detrás del proyecto está el cineasta y productor Santiago García Isler, conocido por el reciente documental Algo Fayó. El ciclo, además, sale en dúplex por FM Power, de Pinamar –desde donde realizan el programa, su propia “Siberia chiquita”– y la FM Libertad, de Chaco, donde nació El holograma y la anchoa, el habitual programa de Rep. “En tres horas hablamos de fútbol pero como una segunda cosa, hablamos más de literatura rusa y de lo que cuadre, es un programa muy literario, muy artístico, con música rusa más que nada, y al que le vamos mechando cosas que aporto como artista visual”, propone Rep. La clave, observa, es el “linkeo” y lo compara con el modo de escribir contratapas de su compañero. Así pueden pasar de los derviches en el extremo este de la estepa al subterráneo soviético, anécdotas zaristas, el trasfondo de los nombres de las ciudades o gráfica local sin solución de continuidad.
La biblioteca de Forn alimenta el programa. Apasionado de la cultura rusa, el escritor leyó sobre el tema hasta la última letra que le pasó cerca. “Pero todo lo que sé, lo aprendí leyendo –confiesa–. Nunca viajé, nunca aprendí ruso, pero tengo más cosas escritas por rusos que de cualquier otra nacionalidad”. Así, a veces uno propone un tema posible o plantea una puerta de entrada a un ícono del universo ruski y el otro ahonda. Si Rep recuerda a Hugo Pratt, el Corto Maltés y su Balada del mar salado, esa es la excusa para que Forn ilustre sobre la intensidad con que Rasputín participó de la vida política del viejo imperio.
“Rusia es un lugar mágico y misterioso, que no alcanza a ser Occidente ni Oriente, que tiene mucho mito detrás”, plantea Rep. Esos mitos, reflexiona, pueden desbaratarse desde la literatura. “No hay mejores respondedores a los mitos que los escritores”, opina. “Las letras, la música, las artes visuales, dan las claves, pero lo que menos da una respuesta de qué es Rusia, es el fútbol”. La política también circula por ahí. Y la historia. “La política está muy asociada a la palabra Rusia. Es insoslayable pensar en los zares, la revolución, Stalin, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, los distintos presidentes hasta Gorbachov y Putin, ese continuo devaneo entre el imperio y la caída y la reconstrucción”, reflexiona el dibujante. El cine también es referencia para ambos. “Recuerdo que en momentos de Guerra Fría íbamos al Cosmos a ver todo el cine de detrás de la Cortina de Hierro, son todas esas esquirlas que intentamos enhebrar parar respondernos algo”, cuenta.
En cuanto al Mundial mismo, ambos se declaran seguidores incondicionales de la máxima competencia futbolera. “Creo que desde el ‘78 en adelante vi todos los partidos de Mundiales que pude”, rememora Forn y su compañero coincide: fue ese mismo Mundial el que cambió su relación con el deporte, que antes no le interesaba. “No consumía El Gráfico, hasta detestaba el fútbol, pero a partir de ahí empecé a prestar atención”, recuerda Rep. Ese año se había quedado solo en Buenos Aires, con su familia migrando al Litoral por trabajo y él dibujando en Editorial Record. “Ese junio mortal me hice fan de la competencia deportiva así de espesa”, recuerda antes de hilvanar sensaciones construidas cada cuatro años. Se sabe: el futbolero mide el tiempo no en años, sino en mundiales. Por su parte, Forn saca a relucir un encuentro con su compinche en el Mundial del ‘94, el de Estados Unidos. “Estaba en Boston becado para terminar una novela y me fui al partido contra Nigeria sin tener entrada y me lo encontré a Miguel allá de casualidad, porque en esa época preinternet ni siquiera sabía que él estaba cubriendo el Mundial”. Corea-Japón de 2002, agrega, ya lo vieron juntos. El derrotero cultural y deportivo los mantiene juntos. Tanto que les da ganas incluso de hacer un programa que, como dice la artística, “esté en vodka de todos”.