España afrontará hoy una prueba de fuego en el Mundial de Rusia cuando se mida en octavos de final a la selección anfitriona en un duelo que pone frente a frente la exigencia de un país con tremendas raíces futbolísticas y la ilusión de una nación volcada con el torneo.
La campeona del mundo de 2010 llega al duelo en Moscú con la exigencia de la favorita y en un clima enrarecido tras una fase de grupos extraña. Con seleccionador nuevo desde dos días antes del debut en el torneo, España acabó primera de su grupo, pero con más sensaciones negativas que positivas. Fragilidad defensiva, poca capacidad para gobernar rivales inferiores y cierta crispación de los futbolistas con la crítica.
Una eliminación ante Rusia sería un golpe tremendo para una de las plantillas más talentosas del mundo, una selección que aterrizó en Rusia dispuesta a enterrar los fracasos del Mundial de Brasil 2014 y de la Eurocopa 2016. “No vivimos con el miedo a fallar”, comentó Thiago Alcántara. “Sería un palo no pasar a cuartos”.
El reto que se le plantea a España en el estadio Luzhniki de Moscú no es menor por mucho que su superioridad sobre el papel sea incontestable. Ganarle a Rusia en su terreno no es algo sencillo. No lo fue nunca a nivel bélico y tampoco a nivel deportivo. ¿Quién ganó el medallero de los Juegos Olímpicos de Moscú 1980? ¿Y el de los Juegos de Invierno de Sochi 2014? ¿Y qué país acabó primero en los Mundiales de atletismo 2013? Sí, la respuesta es Rusia. La URSS también organizó dos Europeos de baloncesto, en 1953 y 1965, y ganó los dos. Y en hockey sobre hielo, el deporte nacional, conquistó tres de los seis Mundiales que organizó. Pese a que la sombra del doping siempre planeó sobre el deporte ruso, ahí están sus laureles.
En el Mundial de fútbol 2018 nadie contaba –ni cuenta– con Rusia. Llegó al torneo como la peor de las 32 participantes en el ranking FIFA y no tiene ninguna estrella de talla mundial. Esas carencias técnicas las ha suplido hasta ahora con mucho físico y fuego interno. La anfitriona ganó 5-0 a Arabia Saudí en el partido inaugural y el posterior 3-1 sobre Egipto que disparó la ilusión. El 3-0 sufrido ante Uruguay en la última jornada rebajó las expectativas, pero nadie ve imposible vencer a España.
“Queremos obrar el pequeño milagro y enorgullecer a todo el país”, apuntó Artem Dzyuba, que lleva dos goles en el Mundial. “El partido con España será como una pelea de boxeo entre un púgil joven y descarado y un maestro experimentado”.
España perdió las tres veces que jugó en los Mundiales ante el equipo anfitrión. Cayó ante Italia en los cuartos de 1934 con mucha polémica, sufrió un 6-1 con Brasil en el cuadrangular final de 1950 y en 2002 perdió con Corea del Sur en cuartos con un arbitraje que nunca se olvidará.
Aquel partido en Corea fue el último de Fernando Hierro con la camiseta de la selección española, de la que ahora es técnico casi por azar. Agarró la pizarra dos días antes del debut en el Mundial de Rusia tras la destitución de Julen Lopetegui.
Sobre el papel, España es la indiscutible favorita. Tiene reminiscencias de aquel “tiqui-tiqui” con el que conquistó el Mundial 2010 y el bloque titular está formado por jugadores titulares en el Real Madrid, Barcelona y Atlético.
Otra cosa son las sensaciones, tan importantes en el deporte. Superó la fase de grupos sin brillar y recibiendo cinco goles. No está de más recordar que España encadenó las Eurocopas de 2008 y 2012 y el Mundial 2010 con una solidez defensiva incontestable. Diecinueve partidos totales y seis goles en contra, casi tantos como en el grupo de Rusia 2018.