Desde Ciudad de México
México tiene una virtud secreta: en las últimas dos décadas ha sido el país donde surgieron los movimientos políticos o sociales más importantes de América Latina. La medianoche del 31 de diciembre de 1993, el zapatismo irrumpió en el escenario continental con un grupo de hombres y mujeres encapuchados que se plantearon no sólo la defensa de los derechos indígenas de la región de Chiapas sino que cuestionaron en liberalismo mundial. Con el Subcomandante Marcos a la cabeza, los zapatistas del FZLN señalaron un camino que aún sigue vigente pese al voluntario olvido al que los sectores progresistas de América Latina los han condenado. En 2011 y 2012, luego del asesinato de su hijo junto a otros jóvenes en Cuernavaca, el poeta Javier Sicilia hizo de su dolor una causa colectiva de todas las víctimas de la violencia y forjó el Movimiento por la Paz con Justicia y dignidad. Fue, después de las Madres de Plaza de Mayo, la vanguardia más masiva que movilizó a millones de mexicanos en defensa de los Derechos Humanos. Sicilia le puso rostro e identidad a las decenas de miles de víctimas de la guerra contra el narcotráfico. En 2010 y tras una serie de reuniones entre miembros de la izquierda mexicana empezó a crearse la expresión que este domingo puede ganar las elecciones presidenciales de México con su candidato Andrés Manuel López Obrador: Morena, Movimiento por la Regeneración Nacional. Intelectuales de una extraordinaria moralidad como Fernando del Paso o Paco Ignacio Taibo II estuvieron en los inicios de esta plataforma que es, hoy, un ovni político único en América Latina. El paso a su nacimiento real lo dio el mismo López Obrador cuando, en septiembre de 2012, Obrador anunció: “Voy a dedicar todo mi trabajo a la causa de la trasformación de México desde el espacio que representa Morena”. Obrador rompió así con el PRD, el Partido de la Revolución Democrática con el que había ganado el Gobierno de la Ciudad de México y participado en dos elecciones presidenciales (2006, donde perdió por 0,56% frente a Felipe Calderón (PAN) y 2012, cuando perdió ante Enrique Peña Nieto).
A partir de allí se aceleraría el primer proyecto del ex dirigente del PRD que consistía en articular un grupo con dos cabezas, a la vez partido para ganar las elecciones y movimiento implantado en las cuestiones sociales que respaldara al primero. Paco Ignacio Taibo II se desempeñó hasta 2015 como secretario de Arte y Cultura del Comité Ejecutivo Nacional del Movimiento Regeneración Nacional. A pesar de los desacuerdos que luego surgieron entre él y Obrador, Taibo reconoce hoy que AMLO (así se lo apoda además de “el peje”) “logró un proyecto que equilibra tres cosas: la guerra contra el narco, la guerra contra la corrupción y la guerra contra el proyecto neoliberal que ha sido muy dañino para México”. La carrera de AMLO es tan indisociable de la historia de México como de la de Morena, al que el mismo califica como “la cuarta transformación de México”. Oriundo de Tabasco, dio sus primeros pasos en política bajo las banderas del PRI. Abandonó este partido y se unió al PRD. En el año 2000 saltó del ámbito local de Tabasco hacia el nacional cuando conquistó la jefatura del Gobierno de Ciudad de México. Los dos fracasos presidenciales, el de 2006 y 2012, lo incitaron a salir del sistema y configurar un movimiento de raíces jóvenes y populares.
Morena es producto de esas historias cruzadas. Apenas se constituyó en 2010-2011, el movimiento dio un salto cualitativo de adhesiones: 5 millones de afiliados, más de 2 mil comités municipales, 38 mil unidades de base y, más tarde y siguiendo las huellas de podemos en España, cientos de comités de análisis y acción con la meta de “ transformar la realidad”. En los estatutos de su creación, se hizo especial hincapié en la ruptura con el modelo de gestión que perpetuaron el PRI y el PAN, los dos partidos de gobierno. “En Morena no se permitirá ninguno de los vicios de la política actual: el influyentismo, el amiguismo, el nepotismo, el patrimonialismo, el clientelismo, la perpetuación en los cargos, el uso de recursos para imponer o manipular la voluntad de otros, la corrupción y el entreguismo”. Para llegar a los altos índicos que los sondeos le auguran para este domingo primero de julio (más de 20 puntos con respecto a las coaliciones del PRI y el PAN), López obrador no dudo en aplicar el principio según el cual todo pacto, incluso el contradictorio, es bueno para ganar. AMLO rompió parte de sus lazos con los sectores progresistas cuando se alió con el PES, el ultraconservador y evangélico Partido del encuentro social organizado según el modelo político de los pentecostales de Brasil. Pero en la alianza presidencial Juntos Haremos Historia están también los socialistas del Partido del Trabajo. Morena ha sido a la vez un catalizador social y un destructor de la izquierda mexicana. En junio de 2017, Obrador cerró la posibilidad de pactar una alianza de progresistas junto al PRD para estas elecciones. Su idea de ruptura con lo anterior lo llevó a decir “no” a su antiguo partido porque era parte de “la mafia del poder”.
Las etapas de la victoria van desde 2010, pasan por 2014 cuando en julio de ese año el Instituto Nacional Electoral (INE) aceptó la inscripción de Morena como partido político y bifurcan en 2015, cuando fue elegido presidente de Morena y, desde su Tabasco natal, llamó de inmediato a la desobediencia civil cuando la CFE, la Compañía Federal de electricidad, aumentó las tarifas del suministro. En Tabasco, Obrador activó las “brigadas” de Morena que en aquel año de tarifazos ayudaban a la gente a impedir que les cortaran la luz por falta de pago. De 2015 a 2018 Morena fue la proa del barco que rompió el lago congelado de la arquitectura política de México. Si este domingo se confirma su victoria, Morena será, después de Evo Morales en Bolivia (Movimiento al Socialismo), el segundo partido movimiento-social que llega al poder en el siglo XXI.