YPF aumentó ayer el precio de los combustibles entre 5 y 8 por ciento, muy por arriba del 3 por ciento que las petroleras habían acordado con el Gobierno el mes pasado. La disparada del dólar modificó la ecuación de las empresas y, a pesar de los intentos oficiales por moderar las subas, fue la propia YPF la que barrió con el convenio anterior. La nafta súper pasó en el área metropolitana de Buenos Aires de 26,50 a 27,83 pesos por litro, lo que implica un incremento del 5 por ciento. El mismo porcentaje aumentó el gasoil, al pasar de 23,05 a 24,20 pesos. En cambio, las versiones premium de nafta y gasoil saltaron 8 por ciento. En el primer caso, el litro subió de 30,85 a 33,32 pesos, mientras que el diesel se encareció de 26,95 a 29,12 pesos. Los ajustes serán replicados por el resto de las petroleras en las próximas horas, lo que dará mayor intensidad a la escalada inflacionaria.
Los consumidores sufren una embestida de precios que llevará la inflación de este año por arriba del 30 por ciento, según coinciden consultores de distintas tendencias. El incremento en los combustibles genera una ola de remarcaciones aguas abajo, empezando por el transporte y la logística. La desregulación del mercado que anunció Mauricio Macri con bombos y platillos el año pasado se convirtió en una pesadilla para los consumidores y para la economía en general. Las empresas quedaron habilitadas a ajustar los valores al público en función de la suba del dólar y de la cotización internacional del crudo. Como ambos componentes se dispararon los últimos meses, en especial el dólar, las empresas aseguran que se generó un atraso del 30 por ciento en los surtidores. El nuevo ministro de Energía, Javier Iguacel, encaró una negociación con las petroleras para evitar ajustes mayores al 3 por ciento, pero ya en julio la propia YPF, bajo control estatal, lo incumplió y dispuso aumentos del 5 al 8 por ciento.
La incapacidad del Gobierno para estabilizar el precio del dólar complica la situación. La acción de YPF cayó más de 25 por ciento desde mediados de mayo, mientras que las cotizaciones del resto de las energéticas también vienen en caída. La inestabilidad cambiaria impide establecer pautas de ajuste que puedan sostenerse en el tiempo. Las petroleras pretenden subir los precios de los combustibles hasta 30 por ciento en lo que queda del año. Eso llevaría la nafta súper a unos 35 pesos en diciembre, mientras que la premium pasaría a unos 40 pesos.