Desde Moscú
No me cae del todo simpático Sampaoli. No me gustan mucho los técnicos que caminan los partidos nerviosamente, reclaman todo y dan a los gritos indicaciones que los futbolistas nunca escuchan. Tampoco me gustó que no pusiera a Lo Celso ni un solo minuto y que casi no usara a Dybala, dos jugadores que podían haber hecho menos solitaria la vida de Messi. Pero debo reconocer que los cambios de jugadores, la opinión sobre si tiene que jugar Fulano o Mengano, debe relativizarse, primero porque está hecha desde afuera, sin conocer la intimidad, y segundo, porque no me debería atrever a discutir a un tipo que seguramente sabe más que yo.
Sampaoli tiene contrato y tiene un proyecto que no puede desarrollar porque lo llamaron como bombero para que Argentina se clasificara e hizo lo que pudo en un contexto que no es el más cómodo para trabajar. No creo que Messi y sus amigos le hayan negado su autoridad y hayan armado el equipo, pero sí que pesan, influyen y con el derecho que les da sentir que sostuvieron a la Selección estos años, dicen lo suyo. La mayoría de los amigos de Messi no van a estar en lo que viene y entonces sí, en otro marco Sampaoli podrá ser puesto a prueba. Y los responsables de las inferiores que fueron bien elegidos también. Por otra parte, si el equipo lo armaban los jugadores, ¿fueron ellos los que pusieron a Pavón? En el periodismo conviven los veletas que todo lo giran en torno de los resultados, los malintencionados que juzgan al DT porque es filokircherista o porque se supone que quiso apretar a una mina y los que de buena fe le cuestionan sus decisiones futbolísticas. La discusión se debe dar en todo caso, en este plano, si eligió bien o mal, si se equivocó mucho o poco o si tuvo o no tiempo para trabajar. Y como la máquina de picar carne humana se come entrenadores a un ritmo infernal, creo que hay que parar la pelota, respetar un contrato y empezar de cero, para ver si realmente Sampaoli (como Tité en Brasil, Pekerman en Colombia o Gareca en Perú) puede intentar una tarea de largo plazo y la recuperación de la identidad perdida. Argentina no jugó a casi nada en este Mundial, pero no se puede cargar todo en la cuenta del DT. En todo caso lo que hay que ver antes es la crisis dirigencial. Si alguien se tiene que ir, en primer lugar están los dirigentes que vienen haciendo todo mal y son incondicionales cómplices de los manejos del gobierno nacional en el fútbol.