Desde Moscú
El panorama desolador se acentúa siempre que la retirada no es la deseada. Argentina ya no está en Rusia, y todo empieza a ser nostalgia sobre lo que podría haber ocurrido. Los cuestionamientos aparecen cuando la meta no se alcanza, y es ahí donde ingresan todos los protagonistas de la experiencia mundialista. Desde la cúpula directiva hasta el último ayudante se sitúan en ese abanico amplio. “Un buen Mundial sería finalizar entre los cuatro primeros”, había expresado el capitán Lionel Messi antes de partir hacia este país, dejando en claro que estar en ese lote era al menos cumplir con una actuación decorosa. No se pudo finalmente llegar al objetivo, y lo más preocupante fue que tampoco se terminó de plasmar un camino claro para arribar a ese final estimado.
El tiempo se acabó y lo que se inicie de acá en adelante tendrá que ser hecho con mucho cuidado, debido a que las equivocaciones se siguen acumulando con frecuencia. La consecuencia de lo que sucedió fue lógica. ¿Una Selección envuelta en problemas podía lograr el título del mundo? ¿Quién estaba en condiciones de asegurarlo? Nadie. El desenlace que se dio era cuestión de días. La primera ronda se superó con dramatismo, contra tres equipos que están en el segundo lote del plano internacional, y cuando enfrente estuvo un conjunto europeo con mayor jerarquía, las diferencias fueron muchas.
La primera alerta la había dado Croacia, que con jugadores destacados dejó expuesto a un seleccionado que ya había dado mal el primer paso al no poder vencer a Islandia. Los croatas están lejos de ser una potencia, pero tenían todo muy planificado. Le pudo haber salido mal, pero no se apartaron de su libreto.
Cuando a Argentina le tocó posicionarse ante otro campeón del mundo, con un sistema de juego más preparado, se fue desmoronando todo lentamente. La sorpresa hubiera sido que Argentina dejara atrás a los franceses, y que se preparara ahora para enfrentar a Uruguay. El equipo no dio la talla. Pero no la dio en muchos aspectos, con carencias a nivel organizativo como fue la programación de un viaje a Israel en medio de la preparación, con el riesgo que significaba visitar un país en conflicto bélico permanente, por el sólo hecho de cobrar el dinero que se había pactado.
La seriedad fue algo que tampoco tuvo la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) para encarar una competencia de esta magnitud. Se puede decir que los alemanes, con su rigurosidad característica, no pudieron avanzar más allá de la primera ronda, pero la diferencia fue que ellos erraron adentro de la cancha, y no afuera como también lo hizo Argentina. Desde ese lado, los que tendrán que mirar hacia adentro serán los hombres más fuertes de la AFA, Claudio Tapia y Daniel Angelici, que según allegados a ambos la relación ya no es como al principio de la gestión, y se empezaron a evidenciar ciertos distanciamientos.
Del lado de adentro de la cancha, la mira le apunta principalmente a Jorge Sampaoli. El entrenador falló en varias decisiones tácticas, y se cree que también lo hizo en la ascendencia sobre los jugadores. Entre él y los futbolistas están repartidas las culpas. Una parte importante de esta Selección ya no estará para el nuevo ciclo, y queda por definir la situación del santafesino. Sampaoli asumió en mayo de 2017, y en poco más de un año dio la sensación que no logró armar un equipo. Con más tiempo de trabajo, apuntando a las eliminatorias para el Mundial de 2022, con la Copa América del año que viene en el medio, tal vez lo consiga. Una gran incógnita.
Lo que hay que definir rápido es lo que se pretende para el fútbol argentino, que tendrá relación directa con el seleccionado. Los modelos del exterior no son infalibles, pero en muchos casos sirven para adquirir lo mejor de ellos. Por ejemplo, en el Mundial de Sudáfrica 2010, Alemania terminó tercero al perder en semifinales ante España, y en la Eurocopa de 2012 también perdió en semifinales, en ese caso ante Italia. La gloria la volvió a obtener en el Mundial de Brasil, superando a Argentina en la final. En la Eurocopa de 2016 perdió en las semifinales ante Francia, y el año pasado ganó la Copa Confederaciones aquí con un equipo repleto de jóvenes. En este Mundial se despidió en la primera ronda. El técnico Joachim Löw asumió en julio de 2006, luego de la Copa del Mundo que se realizó en ese país, y lleva adelante un trabajo muy exitoso. Por estos días, en Alemania nadie se escandalizó por lo que pasó en Rusia y no se habla de despedir a Löw.
La convicción y la insistencia les permiten a los alemanes plasmar en resultados su tarea. Argentina necesita mucho de ello, y darse cuenta de que las frustraciones forman parte de los logros.