El que está a dieta y toma regularmente gaseosa light es como el que cree que si se concentra mucho podría mover objetos con la mente. Los productos bajas calorías no adelgazan, es sabido, pero ahora expertos de distintos países además aseguran que colaboran con la obesidad. Según un estudio realizado por investigadores del Imperial College de Londres y dos universidades de Brasil, no hay grandes diferencias entre los problemas que causan las bebidas bajas calorías y las regulares.
Light, Zero, Free y diversos etcéteras sloganeros para referirse a las bebidas endulzadas artificialmente, también llamadas “dietéticas”, son sólo eufemismos. Según el estudio, publicado en la revista especiada PLoS Medicine, no hay pruebas de que alguna vez hayan ayudado a nadie a perder peso y, dicen los académicos, pueden ser una parte tan importante del problema de la obesidad mundial como las versiones con azúcar total.
Las gaseosas en general, incluyendo las bebidas deportivas, hace tiempo fueron identificadas como una de las principales causas de obesidad. La Organización Mundial de la Salud dice que para tener energía un adulto no debe ingerir más de un 10 por ciento de azucares y recomienda que, preferiblemente, sea inferior al 5. Muchos países, entre ellos México y Francia, introdujeron impuestos sobre el azúcar para intentar reducir el consumo, una tendencia a la que este año se sumaría Gran Bretaña.
En respuesta a la crisis de la obesidad y por el clamor contra el azúcar, las multinacionales de bebidas vienen invirtiendo en desarrollar otros productos aparentemente saludables, como aguas saborizadas o gaseosas sabor té, igual que los jugos y diversos etcéteras con edulcorantes. Ante ese escenario, las empresas buscan aumentar las ventas de sus productos “light”, que actualmente representan el 25 por ciento del mercado global de gaseosas.
"Una percepción común, que puede estar influenciada por el marketing de la industria, es que debido a que las bebidas dietéticas no tienen azúcar deben ser más saludables y ayudar a perder peso, pero no encontramos ninguna evidencia sólida para apoyar esto", dijo el profesor Christopher Millett, investigador principal del estudio.
La estrategia comercial es simple y macabra: hacer creer al público no sólo que no engordan (algo que según el estudio no se pudo probar), si no que hasta son saludables. Y los consumidores siguen, burbujeantes, como si nada, tragando productos y slogans.