Nahir Galarza, de 19 años, fue condenada a prisión perpetua por el crimen de su novio Fernando Pastorizzo, de 20, ocurrido en la ciudad de Gualeguaychú en noviembre del año pasado. Así lo resolvió el Tribunal entrerriano de Gualeguaychú que, por unanimidad, la consideró culpable de "homicidio agravado por el vínculo de pareja" con la víctima. De quedar firme la condena, Nahir deberá pasar 35 años en la cárcel.
El proceso judicial duró tres semanas y constó de 11 audiencias en los tribunales de Gualeguaychú. Nahir Galarzza y sus padres no asistieron a la audiencia de lectura del veredicto. Según los jueces, Nahir mató de dos disparos a Fernando en plena calle y quedó ratificado durante el proceso que los jóvenes eran novios y que la chica no disparó en forma accidental.
"Sabe disparar y lo mato a quemarropa", dijo Gustavo Pastorizzo, el padre de Fernando a la salida de los tribunales de Gualeguaychú.
La sentencia se convirtió en histórica, dado que desde la vigencia del actual Código Penal es la primera vez que una mujer menor de 20 años recibe la pena de prisión perpetua.
El tribunal consideró acreditada la relación de pareja, dando por tierra con el argumento de la defensa, pero no dio por probado que existió alevosía en el asesinato.
Por otro lado, se extendió la "prisión preventiva" hasta que el fallo quede firme, por lo que la joven permanecerá detenida en la comisaría de la Menor y la Mujer local, y por el momento no será llevada a una cárcel común.
Gustavo Pastorizzo se mostró conforme con el fallo y aseguró que "la Justicia estuvo acorde con lo ocurrido y no compró las mentiras" de la defensa.
El crimen fue cometido el 29 de diciembre cerca de las 5.30 en Gualeguaychú, donde Pastorizzo fue hallado malherido en la calle con uno tiro en la espalda y otro en el pecho, y su moto y dos cascos tirados a su lado.
El joven murió poco después y si bien Galarza primero declaró como testigo y dijo que había visto por última vez a su ex novio la noche anterior, luego se fueron sumando pruebas que derivaron en que la chica terminara presentándose a la Justicia y confesara el crimen.
Sin embargo, el 16 de enero, la acusada pidió ampliar su indagatoria y aportó una nueva versión de los hechos en la que aseguró que los disparos que efectuó contra la víctima fueron “accidentales”. Intentó explicar que en la primera declaración como imputada había mentido porque temió que lo culpen a su padre policía que era el responsable de la pistola calibre 9 milímetros reglamentaria que se convirtió en el arma homicida.