Martín Sued asegura que esta primera experiencia solista resultó ser una forma de balance provisorio. Acaso una foto en movimiento para un posible retrato, en el que la integridad representa solo una parte de lo que es posible percibir. El bandoneonista, arreglador y compositor dejó registrada esa experiencia solista en Iralidad, el disco que presentará el viernes a las 21 en la Sala de Cámara de la Usina del Arte (Caffarena 1), con entrada gratuita (se retiran hasta dos localidades por persona, dos horas antes del espectáculo). 

Grabado el año pasado y editado de manera independiente, Iralidad es un trabajo articulado con obras en gran parte propias, concebidas o adaptadas para bandoneón solo. Una soledad que sin embargo tiende lazos en busca de otras voces, invitados que en su paso contribuyen a cierta idea de “obra abierta” que reposa en la música de Sued. “Tocar solo es siempre un ejercicio particular. Admito que al principio me daba un poco de miedo, pero con el paso del tiempo, con los viajes, las experiencias con distintas músicas y los encuentros con otros músicos, fui delineando un lenguaje, que me dio ánimo para abordar este trabajo y de alguna manera saldar una deuda que tenía con mi instrumento”, dice el bandoneonista a PáginaI12, convencido de que también una experiencia solista se apuntala desde lo colectivo.

“Mono” Fontana y Silvia Iriondo, que además están en el disco, y Guillermo Klein serán los invitados en el concierto del viernes. “Ellos son algunos de los referentes para mi manera de hacer música. Que hayan aceptado estar me da la oportunidad de agradecerles directamente todo lo que recibí de ellos, aunque ellos no lo sepan, en estos años de búsqueda”, reconoce el músico. “Con el Mono hicimos ‘Hiedra al sol’, un tema de Spinetta, y con Silvia ‘Mi jujeñita’, un bailecito anónimo, recopilado por Leda Valladares. Seguramente en el concierto agregaremos otras cosas. Guillermo Klein no está físicamente en el disco, pero está su aura, porque cuando lo empecé a grabar yo recién volvía de un viaje a Estados Unidos, de tocar con él en una semana de mucha música y charlas compartidas. Y eso de alguna manera se escucha en Iralidad”, asegura Sued.

La grabación también cuenta con la presencia del guitarrista brasilero Yamandú Costa y la cantante Liliana Herrero, que en el tema “Reloj” recita “Arena”, un poema de Jorge Luis Borges. “Sentía que Liliana tenía que estar, de alguna manera, porque es una artista muy importante para mí y para una generación de músicos argentinos. Aunque no cante, su voz siempre nos está diciendo algo, siempre nos está entregando contenidos. Aunque sólo hable, su timbre es sugestivo y poderoso. Ella significa muchas cosas para muchos de nosotros”, define Sued a la cantante invitada.

Nutrido de discos emblemáticos de bandoneón solo como Mi fueye querido, de Leopoldo Federico, y Andina, de Dino Saluzzi, en los que se encuentra el magisterio profundo de una vida de escenario y sortilegios, Sued articula su actividad de instrumentista y compositor en variados proyectos. Desde 2007 impulsa el cuarteto Tatadios —que por estos día prueba también su “versión XL”, con el agregado de cuerdas—, con el que editó Crecida (2009) y Panal (2013). Con el baterista Sergio Verdinelli y el flautista Juan Pablo di Leone integra el Chiche Trío, con el que grabó Chiche (2016), y con el guitarrista Leandro Nikitoff, el dúo Sued-Nikitoff, del que existe un registro discográfico homónimo también de 2016. “Cuando sentí que había llegado el momento del disco solista, empecé a adaptar la música que había escrito para distintos proyectos, en una especie de proceso inverso: lo que había pensado desde el bandoneón para otros instrumentos ahora lo transcribía para el bandoneón. Hay también música nueva, que escribí para este disco, además del tema de Spinetta y la recopilación de Valladares.  Pude armar un repertorio que disfruto mucho y eso me entusiasma”, dice el bandoneonista, vecino de la calle Irala, en La Boca, de donde deriva el nombre del disco. “La casa de la calle Irala es el lugar donde empecé, hace una década, a escribir música. Y es donde compuse la mayoría de los temas que están en el disco. Es también el lugar al que llegan mis amigos a compartir asados en la vereda y otras juntadas. De ahí sale el concepto y la palabra ‘iralidad’, que es una manera de nombrar esos momentos. Es una palabra compleja, con sus anagramas, sus ecos posibles: irrealidad, hilaridad, ir-al-día...”, repasa.

En la música de Iralidad, Sued libera al bandoneón de sus referencias inmediatas. Sin disgregar la identidad de su instrumento, atraviesa los géneros desde otra perspectiva, acaso más abstracta, en la que tango o folklore son memorias que acuden a un estilo personal hecho de sensibilidades variadas. “El del bandoneón es un sonido muy argentino. No es fácil separar ese timbre de lo que sugiere, lo que simboliza. Mi formación tiene que ver con eso y está ahí, en el tango y el folklore. Cuando empecé a escribir mi propia música me topé con esa cuestión y en principio traté de evitar lo esperado y desmarcarme de mucho de lo que estaba en mi imaginario musical. Tuve que salir de ese lugar para poder reelaborar lo que traía y no a partir de la armonía, el ritmo o la forma, sino a partir de gestos, pequeños rasgos que me venían también de la música progresiva, Charly García, Fito Páez, la música contemporánea. En este sentido, las experiencias de haber compartido con músicos como Diego Schissi, Klein o el ‘Mono’ Fontana, me formaron más que muchas clases y aulas”, sostiene el músico, que insiste en que la posibilidad del diálogo con otras músicas es lo que sostiene la suya. “Escucho mucho otras músicas y trato de mantener una escucha sensible, más que analítica. Más que escuchar lo que me dicen, trato de escuchar cómo me lo dicen. Me parece que es la mejor manera de descubrir lo que pueda haber de honestidad en una música, eso que es tan difícil de definir, pero que de alguna manera se percibe. Por ahí quisiera que vaya mi música”, concluye el bandoneonista.