Macri volvió a arremeter contra las mujeres. Parecían bastar como muestra los desmantelamientos de programas de sexualidad y salud reproductiva, la falta de implementación de educación sexual integral, los desmantelamientos en áreas clave de asistencia a las mujeres, el desprecio por la aplicación del protocolo para abortos no punibles, el escandaloso decreto que clausuró la aplicación franca de la norma en provincia de Buenos Aires, la campaña despiadada contra el Plan Qunita, el coro desafinado en defensa de la vida y contra el aborto de ese tríptico que forma con Larreta y Vidal. Sucede que esta vez la sustancia de la clausura, el veto a la ley que promueve la detección temprana de la trombofilia y evitaría abortos recurrentes en embarazadas, juega a favor de los intereses de empresas de medicina prepaga, contradicción que no podía permitirse después del decretazo navideño que las autorizó a aumentar sus cuotas en un 6 por ciento. La línea es inequívoca, el modelo económico y social cierra sus cuentas pero con “la gente”, como gusta comunicar, fuera de toda contención económica y social. Y en una concepción más perversa, la misma ideología patriarcal y conservadora que obstaculiza y condena la interrupción legal del embarazo silencia y avala el veto de una iniciativa que evitaría los abortos recurrentes que padecen las embarazadas con trombofilia. La norma sancionada por unanimidad en el Congreso permitía la detección temprana de esta afección, emergente durante el embarazo, y aumenta el riesgo de trastornos gestacionales como los abortos, la muerte fetal intrauterina o la restricción de crecimiento intrauterino y hasta partos prematuros. Incluía en el Programa Médico Obligatorio (PMO) un análisis de sangre específico, como práctica rutinaria de control en las mujeres para la detección temprana de ese desorden de la coagulación sanguínea. También creaba el Programa Nacional para su investigación, diagnóstico y tratamiento dependiente del Ministerio de Salud, y se declaraba de interés nacional la protección integral psicofísica de las personas portadoras de trombofilia en todas sus formas, ya sea hereditaria o adquirida, permanente o transitoria, o la combinación de ambas. El decreto 1.281 del Poder Ejecutivo rechazó “en su totalidad” el proyecto de Ley 27.335 argumentando que “el estudio temprano, aun en edad pre fértil y fértil en mujeres asintomáticas no sólo no se encuentra recomendado por entidades científicas nacionales e internacionales, sino que está expresamente desaconsejado”. Es mentira: la comunidad médica y científica no desalienta los estudios tempranos, en todo caso no hay acuerdos establecidos y el debate sigue abierto. Lo que no puede ocultarse son las presiones de las empresas prestadoras de servicios de salud, que se niegan a absorber los costos de los estudios. En la actualidad, el protocolo médico de las prepagas autoriza a las mujeres a realizarse el análisis tras haber perdido tres o cuatro embarazos. Ianina Castro, integrante de la organización Trombofilia y Embarazo, que impulsa la ley, pidió darle un marco legal urgente al tema, “para garantizar el diagnóstico precoz y la igualdad de acceso a los estudios y el tratamiento” El senador Juan Manuel Abal Medina (FpV), uno de los motorizadores del proyecto en la Cámara Alta, remarcó que el Estado debe adoptar un papel activo para garantizar el derecho al diagnóstico, “teniendo en cuenta que hay mujeres que descubren que tienen trombofilia después de perder varios embarazos y algunas que nunca se enteran”. Además, las sociedades científicas podrán hacer su aporte “al momento de la reglamentación”.
Después de perder dos embarazos en su primera etapa, Marcia Pertuzzo cursa el cuarto mes del tercero. Todos los días se inyecta una dosis de heparina, sustancia para prevenir la formación de coágulos en sangre. Con su pareja, Luciano, realizaron la semana pasada otra ecografía obstétrica. Llegaron como siempre, con angustia y miedo. Marcia ni siquiera quería hacérsela. “Dos noches sin dormir, rezando y prendiendo velas a todos los santos que conoce. ¿Por qué algo que tendría que ser un disfrute termina siendo un sufrimiento?” Porque durante una ecografía se enteraron de la pérdida del primer embarazo. “Embrión sin actividad cardíaca”, les comunicaron. No había más latidos. Justo cuando se cumplía el tercer mes y al cabo de años de buscar un embarazo por tratamientos de fertilidad. Indagando las causas y con un simple estudio de sangre se enteraron de que Marcia padece trombofilia. “Hoy, gracias a que pudimos pagar ese estudio y a que ella se inyecta todos los días la ´famosa´ heparina, nuestra hija crece sana y fuerte en su panza”, celebra Luciano. “Pero qué pasa con los que no pueden pagarlo? ¿Qué pasa con todos los que van a tener que esperar a perder dos o tres embarazos para que le autoricen el estudio? ¿Macri pensó en ellos al vetar la ley? ¿Pensó en cuántos embarazos se salvarían, cuántas angustias se ahorrarían? ¿El sabe lo que es perder la ilusión después de años de búsqueda? ¿Sabe lo que es ver a su mujer desangrarse y ver a lo que iba a ser su hijo yéndose por el inodoro del baño de la guardia de un hospital? Imagino que no y espero que nunca le toque sufrirlo.” Ambos sostienen que la ley vetada “era algo” que prometía un futuro de reparación. “Ahora volvimos a cero. Me gustaría creer que Macri y su equipo están trabajando para mejorarla y presentar una nueva el año próximo, para que ninguna otra pareja tenga que pasar por todo lo que sufrimos nosotros”.
Un diagnóstico y tratamiento apropiado a estas mujeres logra llevar los embarazos a feliz término, concluye la médica especialista en Hematología de la Reproducción, Adriana Sarto. “Si consideramos mujeres que han tenido antecedente de abortos repetidos inexplicables o complicaciones vasculares placentarias tardías, encontramos que el 60 por ciento de ellas tiene trombofilia.”
La lluvia de críticas que recibió el veto presidencial -Ganancias tuvo infinitamente más prensa, aunque sólo beneficie a un diez por ciento de la población- no llegaron a salpicar demasiado al tándem Macri, Lemus, Peña, Frigerio, que igualmente defendieron con pobreza y a los ponchazos una decisión “correcta”, y dijeron que de todos modos la cobertura y el tratamiento de esta patología está asegurada por el PMO. “Pero con un protocolo obstétrico que se aplica tras el tercer o cuarto embarazo perdido”, aclaró Ianina Castro a este diario. “Las mujeres llegan al análisis después de la tercera o cuarta pérdida del embarazo, por un reactivo que cuesta 9.000 pesos, realizado de forma privada. ¿Cómo podemos comparar el costo de la vida con un reactivo? Estamos hablando de un análisis de sangre, no de un estudio invasivo. Es decir, de un ayuno de ocho horas y una extracción de sangre cuyo resultado demora 15 días.”
El bloque de diputados nacionales del FpV-PJ advirtió en un comunicado “Hay dos conductas del Gobierno que claramente son el sello inequívoco de su perfil político insensible y de desprecio a la vida: el veto a la Ley de Trombofilia y la despiadada campaña desatada contra el Plan Qunita”. “Muchas veces dijimos que los modelos económicos deben cerrar sus cuentas pero con la gente dentro del sistema. Es fácil sumar y restar las columnas del debe y el haber cuyo resultado es igual a millones de argentinos sin contención social, económica, laboral y humanitaria. Este Gobierno no es ni bueno ni malo, es neoliberal.” El texto refiere que el modelo neoliberal jamás toca un negocio pero que tampoco los gobiernos de los ricos necesitan al Estado.
“Es habitual escuchar en tiempos que gobiernan los cultores del mercado la necesidad de crear ‘climas de negocios’. O la falta de ‘seguridad jurídica’ para las inversiones, que nunca incluyen los derechos sociales de los postergados. “Por eso, los vetos de Macri duelen. Porque son vetos que dan la espalda a la dura realidad que viven millones de argentinos que no pueden acceder al ‘mercado´. El veto a la Ley de Trombofilia duele porque rompía con la filosofía individualista del Estado: la ley incluía en el Programa Médico Obligatorio (PMO) los análisis de sangre.”
Yo tengo SAF (Síndrome de Anticuerpos Antifosfolípidos), es el relato de un estado autoinmune que provoca la formación de coágulos en arterias y venas, y complicaciones severas relacionadas con el embarazo, y es el comienzo de una carta pública a Mauricio Macri que escribió la comunicadora y productora audiovisual Mariel Vítori. “Cómo descubrí que tengo SAF? Porque perdí un embarazo de pocas semanas. Porque tuve un gran médico al lado que no sólo me acompañó profesionalmente sino que con mucha responsabilidad y sentido humano me recomendó hacer inmediatamente el estudio.” En otros casos los profesionales siguen el protocolo hasta que la mujer pierda hasta tres o cuatro embarazos, antes de buscar ese diagnóstico. “Por qué lo hacen? Porque el análisis, que para la futura madre implica una simple extracción de sangre, es costoso. Son pocos laboratorios en el país los que lo realizan y el reactivo de forma privada cuesta alrededor de 9.000 pesos.” Es la primera vez que Mariel se anima a contar su experiencia, ahora que espera un hijo, Yaku, que nacerá en marzo. “Cuando digo `perdí un embarazo de pocas semanas`, estoy diciendo que perdí mi primer embarazo. Mi primera idea de ser madre… Sólo alguien que atraviesa por una situación similar puede realmente entender el dolor físico, psicológico y espiritual que eso significa.” Hoy su tratamiento consiste en tomar una aspirina y autoinyectarse en el abdomen una dosis de heparina todos los días durante los nueve meses del embarazo y unos veinte días después. “Tengo el privilegio de contar con una obra social que me reconoce el tratamiento, de otra forma sería muy difícil llevarlo adelante (la caja de 10 inyecciones tiene un valor superior a 2600 pesos).” Leyó con indignación que la letra del veto presidencial encontraba el estudio temprano no recomendable y desaconsejado. “¿Desaconsejado por qué? ¿Por quiénes? Repito: se trata de una simple extracción de sangre, cuyo resultado demora 15 días. Evidentemente, si está desaconsejado, no es para las mujeres que lo padecen, sino para el sistema de salud. Conclusión, es `innecesario` gastar tanto dinero público en… ¿salvar vidas? ¿Prevenir que miles de mujeres en Argentina no pasen por lo mismo que ya pasamos otras tantas miles?…Mientras tanto, lo único de lo que hablan nuestros ¿representantes? es de la Ley de Ganancias. En medio de esta desazón, sólo me queda abrazar fuerte con estas líneas a cada una de las mujeres que lea esto. Sea o no sea madre. Quiera o no serlo. Estamos hermanadas y entendimos que apoyarnos unas a otras es la mejor forma de luchar por nuestros derechos.”