“En el mundo virtual perdés un partido y te hacen sentir una persona desechable”. La declaración de Jorge Sampaoli luego de la derrota con Croacia, excede lo que pudo sentir el entrenador de la selección de fútbol de Argentina. La viralización se ha profundizado en la dinámica de las redes sociales. Empresas, políticos, artistas, ONGs, han utilizado esta herramienta para ampliar la llegada de un mensaje a más destinatarios. El objetivo es la exponencialidad de la información. Lo que observamos es un escenario donde cada día que pasa, circula más información. El cofundador de Intel, Gordon Morre, explicó en 1965 que, aproximadamente cada dos años se duplica el número de transistores en un microprocesador. Esta progresión de crecimiento exponencial, duplica la capacidad de los circuitos integrados cada dos años. Es lo que se denomina ley de Moore.
En esta ley se observaba que la tecnología se modificaría por el aumento de circulación de la información. Sin embargo esto no implica que la opinión pública esté más informada. Los canales son múltiples: Twitter, Facebook,Instragram, TV, diarios, portales, WhatsApp, radios, blogs, revistas.
¿Qué sucede cuando la viralización de un mensaje no está en el marco de la comunicación positiva, y en cambio es parte de la profundización de un escándalo o de una situación de crisis? Esta pregunta nos remite a la declaración del técnico de la selección y lo que ha sucedido en las redes sociales con respecto a la actuación argentina en el mundial. Tomamos este caso, pero hay cientos de ejemplos. Lo que ocurre es que la información excede al receptor y se pone en juego la capacidad de reflexión sobre la misma.
El mensaje nace desde un sujeto emisor, pero da la sensación que en un punto del proceso se vuelve autónomo. La lógica de la viralización es que el receptor se vuelva en un sujeto emisor secundario, el famoso copio y pego. Como acción automatizada el receptor reenvía el mensaje porque le parece “divertido” “novedoso” “vergonzoso”. No por casualidad el concepto de viralización remite a una cuestión negativa, a virus, lo viral relacionado con la enfermedad. En este sentido comienza a construirse una telaraña de mensajes negativos sobre una figura o situación. En el caso de la selección argentina, audios, videos, declaraciones de personalidades cercanas al cuerpo técnico, directores técnicos, periodistas, ex futbolistas, de los mismos jugadores, y hasta de simples hinchas. Se genera un movimiento de información que produce ruido y provoca deslegitimidad para las figuras públicas implicadas.
En este proceso no se diferencia los tipos de información y no se aborda su veracidad. Se desconoce si proviene de un periodista, si tiene una fuente declarada, si remite a un off, si responde a la deontología o a la práctica periodística, o si es simplemente un audio inventado por alguien. En este contexto las falsas noticias se convirtieron en una variable importante. Incluso Facebook entregó recomendaciones a sus usuarios para reconocer las fakenews. La información se vuelve autónoma, se reproduce, se crea una bola de nieve, e implica un impacto para la imagen de las figuras protagonistas. Si bien no se puede controlar que suceda esto, o es difícil evitar que suceda, la cuestión es, tener en claro que cuando sucede, no es simplemente que es parte de un mundo virtual, sino que influye en el mundo real, y afecta a los protagonistas. El entrenador de la selección dijo que “se preocupaba por lo que sucedía en el mundo real”. Que suceda en las redes no quiere decir que sea parte de un mundo paralelo al que no hay que darle relevancia. En tiempos de posverdad, y de múltiples interpretaciones, los protagonistas y los encargados de la comunicación deben analizar si se ha ingresado en la dinámica de una crisis o de un escándalo, aunque la información provenga del mundo virtual.
El mundo virtual es parte de la realidad social presente. Parece que fue el caso de la selección argentina de fútbol. La relevancia que tiene el Mundial en la agenda, y la centralidad de la selección de fútbol, implica reconocer la situación y generar una salida institucional. Las autoridades de la AFA, el cuerpo técnico y jugadores, deberían haber planificado una estrategia comunicativa en común, una respuesta en los medios lo más rápida posible. Una conferencia de prensa conjunta, un comunicado firmado por autoridades, cuerpo técnico y referentes del plantel, una foto y mensaje en redes. Cualquiera de estas opciones, o todas. La no comunicación provoca la amplificación del ruido.
* Politólogo y docente.