Los locos y los chicos siempre dicen la verdad. Aunque Elisa Carrió no encuadre en ninguna de esas categorías (sobre todo en la decir siempre la verdad), en este caso lo ha hecho: en su reclamo a la clase media y media alta de que no corte las propinas y las changas resumió como nadie la esencia de la política oficial para los que no tienen la suerte de compartir el bienestar de los Ceos que ejercen el Gobierno.
Desde que Macri llegó a la presidencia, nadie puede poner en duda que existió un plan económico para los grandes empresarios del agro, las mineras, las petroleras y las finanzas. Se puede explicar en pocas palabras: maximizar sus beneficios en el entendido de que así invertirán a manos llenas y eso hará crecer al unísono sus ganancias y la economía nacional. Más allá de su evidente fracaso, todavía sigue en pie.
Por eso se eliminaron o bajaron las retenciones, por eso no se duda en tomar toda la deuda necesaria para financiar la fuga de divisas o la remesa de utilidades, por eso se alimenta la bicicleta financiera (devaluación gigante y tasas ídem incluidas).
Pero la creación de trabajo para la mayoría de la población no entra en el menú. Los que no son ricos no forman parte de las preocupaciones de los ministerios "económicos" sino solo del destinado a la atención social. Y en estos días no deja tener cierta gracia que los primeros están todos comandados por hombres y el de "beneficencia" (tal como lo entiende ese ministerio el Gobierno) por una mujer.
Al mismo tiempo en que Carrió explicitaba el programa oficial para los desposeídos (mantener las propinas y las changas que les otorgan los que todavía integran la clase media), el propio Presidente dejaba claro que no pensaba siquiera en retrasar la baja de las retenciones, aun cuando la devaluación de las últimas semanas ya le sumó a los empresarios agropecuarios más del 30 por ciento en ganancias extraordinarias.
"No hay que tenerle miedo a la calle", dijo también Carrió. Lo hizo en referencia a la necesidad de que los senadores oficialistas voten en contra del derecho a decidir de las mujeres. Pero seguramente estaba pensando lo mismo en el momento de transparentar la política económica oficial.