Ricardo Panadero, el sargento de la Bonaerense de Miramar acusado de haber participado en el secuestro, violación, torturas y femicidio de Natalia Melmann en febrero de 2001, fue absuelto en el segundo juicio del caso (en el primero, en 2002, se logró la condena de los otros cuatro acusados, los tres ex bonaerenses Ricardo Suárez, Oscar Echenique y Ricardo Anselmini, y de Gustavo “el Gallo” Fernández). Ayer, los jueces del Tribunal Oral 4 de Mar del Plata, Jorge Peralta, Fabián Riquert y Juan Manuel Sueyro, evaluaron negativamente los testimonios aportados por la querella y consideraron que el ADN localizado en un vello púbico hallado en el cuerpo de Natalia no demostraba claramente que perteneciera a Panadero. El peritaje le daba 97 por ciento de certeza. Hay veces en que la Justicia se pone milimétricamente minuciosa. Lo notable es advertir en qué oportunidades lo hace. En la calle, a las puertas de los Tribunales, el desajuste de esas oportunidades disparó los reclamos que finalizaron con el ADN de los colegas del recién absuelto: balas de goma.
El sargento Panadero fue resbalando al juicio con mayor suerte que sus tres colegas. En su declaración sostuvo todo el tiempo que esa noche, el 3 de febrero de 2001, estuvo en su casa de Mar del Sur, a unos 15 kilómetros de Miramar, donde Natalia fue secuestrada, según se demostró, por los policías
Ricardo Suárez, Oscar Echenique y Ricardo Anselmini, y un cuarto uniformado. Natalia, de 15 años, fue llevada en la camioneta policial hasta un chalet del barrio Copabacana, donde los acusados la violaron mientras la sujetaban, la torturaron, y la terminaron asesinando para ocultar lo que le habían hecho. El cuerpo de Natalia fue descubierto en el Vivero Municipal, hacia el otro extremo de la ciudad, el 8 de febrero.
En 2002, Suárez, Echenique y Anselmini fueron condenados a perpetua con reclusión por tiempo indeterminado. El Gallo Fernández, a 19 años, a los que le sumaron 6 años de una condena anterior. Posteriormente le redujeron la condena unificada a 10 años. A los tres policías, les quitaron la reclusión por tiempo indeterminado y ahora reciben dos salidas laborales de 24 horas al mes, medida que está apelada en Casación.
Panadero logró eludir el juicio en tres oportunidades. En dos oportunidades la Cámara de Apelaciones y en una tercera Casación, revocaron el sobreseimiento. Pero el caso llegó a la Suprema Corte que en 2013 ordenó a la fiscalía que se realizara el juicio. El lunes 28 de mayo se iniciaron las audiencias ante el Tribunal Oral 4 marplatense.
Durante el juicio la fiscal Ana Caro y la querella, representada por los abogados Federico Paruolo y Lisa Cabral, presentaron cuatro pruebas fundamentales: el ADN reconocido como de Panadero con un 97 por ciento de certeza; un testigo que lo vio como el cuarto policía que bajaba de la camioneta para secuestrar a Natalia; una testigo que confirmó la escena descripta sin llegar a determinar a Panadero; y un remisero que conocía al acusado y lo saludó en la zona de las discos donde fue secuestrada la joven.
Pero los jueces “no dieron valor al ADN –dijo Paruolo a PáginaI12– ni a los testimonios. Del ADN, la perito había dicho que no podía asegurar que fuera de Panadero, pero tampoco que no lo fuera. Los jueces prefirieron elegir que no fuera. Del chico que reconoció a Panadero dijeron que al mencionar que la escena del secuestro ocurrió a 100 metros de donde había ocurrido, no lo valoraron como cierto. De la chica tampoco, porque se había desmayado, la habían atendido y ella dijo que volvió a las discos y los jueces les pareció poco razonable; del remisero dijeron que lo había visto dos horas antes de que ocurriera. Lo que nosotros sostenemos y vamos a recurrir por ese lado, es que no valoraron como hay que hacerlo en estos casos, hay que ser amplio porque los testigos tienen miedo porque los acusados son policías y pasó mucho tiempo, y esa valoración no la tuvieron en cuenta. No entendieron que la situación es distinta”.