Durante las últimas décadas, el sistema universitario argentino fue avanzando en la descentralización de la oferta académica a partir de la creación y la ampliación de instituciones de educación superior públicas por todo el país. Se generaron, así, nuevas alternativas de estudio y se profundizó el vínculo de la academia con la comunidad.
Según cifras de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU), en 2016, 1.642.347 alumnos cursaron carreras de pregrado, grado y posgrado en las 66 instituciones universitarias estatales argentinas (57 universidades nacionales, cuatro provinciales, cuatro institutos universitarios nacionales y uno provincial).
Si bien la proporción de las casas de altos estudios varía significativamente en cada una de las regiones, hoy cada provincia cuenta con al menos una universidad pública, hecho que no ocurría hace poco tiempo atrás. El 37% se encuentra en la Ciudad de Buenos Aires y en el conurbano bonaerense, el 39% en el centro del país y en la provincia de Buenos Aires, el 14% en el norte de Argentina y el 10% en la zona sur.
A pesar de las diferencias entre las regiones, la expansión de las universidades colaboró, indudablemente, con la federalización y la democratización de la educación superior. En efecto, el principio de territorialidad evitó, entre otras consecuencias, que muchos estudiantes se vean obligados a trasladarse y emigrar del lugar de origen.
Al respecto, el rector de la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu), Rodolfo Tecchi, destaca que la actual distribución del sistema de educación superior brinda una gran oportunidad “a jóvenes que no podrían estudiar si no tuvieran una universidad relativamente cerca”, además de cumplir con un derecho que tienen todas las comunidades en relación al acceso a “la actividad de investigación científica y el desarrollo tecnológico”.
Así lo entiende también el rector de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), Daniel Pizzi, al señalar que el sistema de universidades públicas implica una clara política de inclusión que “valoriza y reafirma la presencia del Estado en un sector tan estratégico como la producción de conocimiento.”
En muchas de las provincias más alejadas de los grandes centros urbanos, “la universidad estatal es la única opción para que los jóvenes tengan oportunidades de acceso a la educación superior”, añade el vicerrector de la sede andina de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), Roberto Kozulj. “En cambio, en los grandes centros urbanos el número de establecimientos privados puede ser igual o mayor al de las universidades públicas”, comenta. Y luego establece que, si bien la distribución de las universidades ha incrementado la proporción de graduados, el crecimiento “ha sido considerablemente más acentuado en el interior del país que en la región metropolitana”.
Un compromiso territorial
La expansión de las instituciones públicas es el resultado de políticas de inclusión educativa, pero la creación de muchas de ellas responde, a su vez, a un criterio geográfico y a una propuesta académica vinculada con el territorio.
Bajo esta premisa, las universidades parecen asumir un compromiso con la región y vincularse con su entorno, avanzando en el desarrollo de un sistema de educación superior que reconoce la diversidad y las diferencias de cada lugar.
Abrir más posibilidades de estudiar una carrera universitaria, pero también revalorizar las diversidades territoriales, parecen ser parte de los principios que han dado forma al actual sistema universitario nacional. Un sistema en el que el vínculo con la comunidad no es un objetivo imposible.
Tecchi afirma que, en nuestro país, las instituciones universitarias estatales tienen una fuerte responsabilidad con el territorio: “La mayoría de las universidades establecidas en los últimos tiempos han respondido a demandas concretas de las comunidades respecto a tener una universidad, a sabiendas del impacto positivo que tiene (…) para el desarrollo, el crecimiento y la formación de nuevos profesionales.” El rector de la UNJu valora el desarrollo del sistema universitario a lo largo y a lo ancho del país y hace hincapié en la necesidad de seguir construyendo una universidad que “se ocupe de las problemáticas locales” con el fin de “responder al crecimiento y al desarrollo de cada una de las comunidades.”
De este modo, la regionalización permite una mejor articulación entre la producción del conocimiento y las necesidades de la zona. En definitiva, toda institución de educación superior tiene una influencia directa sobre el entorno y, en ese sentido, Tecchi afirma que el impacto se produce “en la economía, la cultura, la educación y en todos los aspectos de la sociedad a la que atiende”.
Si bien las características positivas de la descentralización son innegables, Pizzi advierte que este proceso “debe ir acompañado de una profunda planificación para que la distribución de universidades sea consecuencia de necesidades reales y no de otros intereses subordinados a la política académica.”
El rector de la UNCuyo considera que, “la descentralización bien hecha puede permitir que más argentinos de las diversas regiones accedan a la educación superior”, además de poder “transformarse en una fenomenal polea de transmisión con las economías regionales y los sectores productivos, no sólo en la generación de recursos calificados, sino también en la transferencia de conocimiento, en el soporte técnico para productores y en la asistencia para el mejoramiento de la producción en todas sus etapas.”
“Sin duda alguna –agrega Kozulj-, las economías locales requieren de una gran cantidad de servicios de asistencia técnica, de recursos humanos más calificados, de investigaciones y resultados que contribuyan al desarrollo local. Es más, las universidades juegan un importante papel en identificar oportunidades de desarrollo local y en articular acciones de diversos actores públicos y privados en el territorio donde operan”. A su vez, el vicerrector determina que el sistema universitario debe seguir profundizando su aporte al desarrollo regional y nacional, como así también a la descentralización. “Este papel debe aún ser potenciado”, insiste.
Una oferta académica vinculada con la zona
Muchas de las instituciones universitarias estatales obedecen a un claro criterio geográfico y brindan carreras vinculadas con la formación de profesionales orientados a las actividades específicas del territorio.
La Universidad Nacional de Cuyo establece un diálogo permanente con los actores sociales regionales y los municipios, y al mismo tiempo articula acciones en función de las necesidades del sector. En este camino, desarrolla una carrera que se adapta a las particularidades del lugar, la Licenciatura en Negocios Regionales. Pizzi describe que se trata de una oferta académica que “busca fomentar, desde las Ciencias Económicas, modelos de negocios vinculados con la producción de dos zonas muy distintas de Mendoza, en una, la economía desértica con la producción ganadera (en General Alvear), y en otra, relacionada con la matriz productiva del Valle, es decir, producción frutihortícola y vino (en el Valle de Uco)”.
La UNCuyo, además, creó durante los últimos años carreras que se dictan en departamentos alejados del campus universitario y la ciudad de Mendoza: las licenciaturas en Logística en San Martín y en Geología en Malargüe, y la tecnicatura en Producción Animal de Zonas Áridas en General Alvear.
“Los planes de estudio –expresa el rector- son fruto de la discusión permanente entre la comunidad universitaria en constante coordinación con las experiencias de inserción de nuestros graduados y la evaluación de nuestros técnicos.” En esta dirección, la UNCuyo parece buscar no sólo articular los niveles locales, regionales o nacionales, sino también brindar conocimiento capaz de resolver problemas y necesidades del entorno. “La oferta educativa se traza con la misma concepción, apuntando a brindar un menú de opciones académicas en sintonía con la producción local y las posibilidades de mejoras concretas para el área de influencia de nuestra Universidad. Este es el desafío que la UNCuyo asumió hace mucho tiempo y en esa dirección trabajamos”, resume Pizzi.
Una política descentralizadora
Después de cuarenta años de llevar a cabo una política centralista y de contar sólo con actividades académicas y de investigación focalizadas en la ciudad de San Salvador, la Universidad Nacional de Jujuy ha implementado, en los últimos años, una oferta académica en distintas localidades del interior: San Pedro de Jujuy, Libertador General San Martín, La Quiaca, Tilcara, Humahuaca, El Carmen y Caimancito.
Tecchi analiza que este desarrollo ha sido sumamente positivo dado que “ninguna de las carreras que implementó la UNJu en el interior de la provincia provocó una disminución de la inscripción y de la matrícula en la misma carrera respecto de cuando se dictaba en San Salvador, lo cual demuestra que estamos atendiendo una población que, de otra manera, no podría estar acercándose a estudiar, ya no a Tucumán, a Córdoba o a otra metrópolis, sino a la capital de Jujuy.”
De este modo, “cumplimos con un principio de la universidad latinoamericana establecido hace más de diez años por todas las instituciones de educación superior del continente, que es entenderla como un bien público, como un derecho de todos los ciudadanos, y por lo tanto, el Estado tiene que tratar de garantizar este derecho”, resume Tecchi.
Los planes de estudio de la UNJu responden a múltiples variables, pero siempre vinculados con las necesidades de la comunidad. El rector enfatiza que la pertinencia y las prioridades “tienen que ser absolutamente articuladas con las necesidades concretas del territorio”, y que las demandas que puedan establecerse a nivel nacional “deben pasar después por el filtro de la perspectiva que tiene cada uno de los territorios a la hora de entender si las prioridades nacionales son también prioridades locales.”
Contribuir con las necesidades del lugar
La Universidad Nacional de Río Negro es otra institución que se vincula con la comunidad en la que está inserta. Según la clasificación tradicional, es una universidad pequeña dado que cuenta con menos de 10 mil estudiantes. Sin embargo, Kozulj resalta que “en sólo diez años ha desarrollado una formidable oferta de grado con 53 carreras pensadas en correspondencia con el perfil productivo actual y potencial de cada localización, operando en un arco territorial de 1000 km., con un modelo multi-campus que comprende tres sedes y diez localidades.”
“La UNRN ha contribuido a un mejor conocimiento de los problemas locales, ha abordado estudios clave para el desarrollo local y ha logrado insertar a sus estudiantes en actividades laborales a través de pasantías y otras prácticas profesionales (…) En este breve plazo, produjo 1067 egresados en carreras de grado y otorgó unos 200 títulos intermedios, atendiendo a un 60% de estudiantes de primera generación universitaria”, aclara el vicerrector.
En líneas generales, las áreas disciplinares de la UNRN distribuidas en los diversos territorios tienden a generar igualdad de oportunidades, además de vincularse con las actividades económicas del lugar. “Sin embargo –advierte Kozulj- aún resta recorrer un camino para potenciar el vínculo entre conocimientos y desarrollo económico y social.”