La canciller alemana, Angela Merkel, intentó bajar las tensiones que supuso, dentro y fuera del país, el plan migratorio alcanzado el lunes con su ministro del Interior y aliado bávaro, Horst Seehofer. Así, la jefa del ejecutivo aseguró que los peticionarios de asilo interceptados en la frontera con Austria van a pasar un máximo de dos días en los centros de tránsito bajo vigilancia policial.
“Tienen que ser suficientes 48 horas, eso es lo que dice la Constitución”, recalcó la mandataria en una entrevista emitida ayer por la televisión pública ARD. Pasado este período, explicó, los solicitantes de asilo deberán ser derivados a albergues comunes. Merkel salió así al paso de los cuestionamientos expresados por su socio menor en la coalición de Gobierno, el Partido Socialdemócrata (SPD), que se mostró muy crítico con el acuerdo alcanzado por la canciller y el ministro del Interior, y rechazó la creación de centros para refugiados dentro o fuera de alemania. “Rechazamos la creación de centros cerrados para refugiados”, dijo la presidenta del SPD, Andrea Nahles.
“Este plan supondría la instauración de controles permanentes y nacionales en la frontera alemana. Estos no son compatibles con el derecho europeo y no lo desea nadie, ni las empresas de Baviera ni quienes atraviesan la frontera todos los días”, criticó, por su parte, la ministra de Justicia alemana, la socialdemócrata Katarina Barley.
Por el momento, desde la formación de la canciller intentan enfrentar los reparos insistiendo en que los edificios no estarán clausurados, sino que tendrán siempre las puertas abiertas en dirección a Austria para que los migrantes puedan emprender su regreso siempre que lo deseen. Pero en aras de acercar posturas y conocer más detalles sobre el nuevo plan migratorio, el SPD se reunirá hoy por la tarde con el bloque conservador que comanda Merkel.
Por lo pronto, a la espera de aclarar los detalles, Nahles subrayó ayer que el acuerdo de coalición de Gobierno sellado y un plan de cinco puntos acordado en el seno del SPD constituyen para su partido la base de la política migratoria que debe seguir Alemania. “No puede haber países que actúen de forma unilateral”, concluyó.
Con dicho pacto, cocinado en medio de un enfrentamiento que llegó a poner en riesgo la continuidad del Gobierno en Berlín, Merkel se comprometió a crear centros migratorios cerrados en zonas fronterizas con Austria en los que residirían los peticionarios de asilo mientras se resuelve su expediente o se tramita su expulsión al país europeo en el que se registraron al pisar territorio de la Unión Europea.
Tras días de mucha tensión, que incluyeron un ultimátum a Merkel de los socios bávaros y la oferta de renuncia del ministro del Interior, que nunca llegó a producirse, la dirigente alemana recalcó que las aguas están volviendo a su cauce y que su intención es que el Gobierno retome su actividad ordinaria cuanto antes. “Yo, como indica la Constitución, fijo las pautas de la política y asumo la responsabilidad por ellas. Lo realmente relevante es si trabajamos unidos siguiendo estas directrices y sí, lo hacemos. Por eso Horst Seehofer sigue siendo ministro del Interior”, manifestó.
La canciller alemana aseguró, además, que su mayor preocupación durante la disputa mantenida con Seehofer era que el acuerdo que contempla la expulsión de migrantes en la frontera no fuese unilateral y que no supusiese una carga para terceros países. Merkel subrayó este punto en su intervención en la cámara baja del Parlamento en Berlín. “En Europa hay posiciones diferentes pero el tema nos afecta a todos”, dijo la jefa del ejecutivo y agregó: “Además, la migración no es sólo un problema europeo, es un problema global y requiere respuestas globales”. Merkel, de esta manera, insistió en que el problema migratorio no debería ser enfrentado con medidas nacionales sino a través de acuerdos con otros países, dentro y fuera de Europa.
En este sentido, además de aumentar la protección de las fronteras europeas, Merkel insistió en la necesidad cooperar con países africanos tanto para combatir las causas por las cuales la gente decide huir hacia Europa como para buscar fórmulas para regular el flujo migratorio. Así, la canciller aludió a la posibilidad de crear campos de acogida en África pero dijo que para ello se requiere un acuerdo con los países en que estos se encuentren. “Sería una manera de evitar que la gente ponga en riesgo su vida atravesando el Sahara pero no podemos hacerlo sin acuerdos con los países africanos”, dijo.
La dirigente conservadora también vinculó el tema más caliente de la política europea del momento con el futuro del continente: “El manejo que le demos a la crisis migratoria es decisivo para la supervivencia de Europa”, dijo Merkel en el Parlamento.
Por otro lado, la puesta en marcha del plan migratorio fue recibido con escepticismo y sorpresa en Austria. La ministra austríaca de Asuntos Exteriores, Karin Kneissl, dijo ayer que la posibilidad de que Alemania limite la entrada de inmigrantes en la frontera ha sorprendido al gobierno austríaco e indicó que espera que el ministro alemán Horst Seehofer aclare hoy esos planes en su visita a Viena. El enviado alemán intentará así, convencer al canciller austríaco, Sebastian Kurz, para que respalde su proyecto. Sin embargo, hasta ahora, el joven político conservador se mostró reticente y recalcó que no estaba dispuesto a alcanzar ningún acuerdo que perjudicare a Austria.