A media mañana, los familiares de los 44 tripulantes del ARA San Juan que desde hace una semana acampan en la Plaza de Mayo, frente a la Pirámide, enviaron un alerta urgente a través de las redes sociales: “Por favor, vengan, los esperamos a las 15, porque hay una amenaza para desalojarnos y necesitamos de la ayuda de todos”. El ultimátum había sido dado por alguien que dijo ser funcionario del Ministerio de Ambiente y Espacio Público del gobierno de la Ciudad. Después se precisó que se trataba de Fernando Schottenfeld, de la Dirección General de Fiscalización del Espacio Público, quien habló de la existencia de una orden judicial para que se retiraran los familiares y levantaran las banderas argentinas y las pancartas instaladas sobre las rejas que limitan la circulación por una plaza histórica, sobre todo en lo que hace a las expresiones populares.

“Hoy, con mucho frío y mucho dolor, le pedimos al pueblo argentino que nos acompañe a partir de las 15 porque el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires quiere y ha tomado la decisión de desalojarnos”, ratificaron por medio de un segundo llamado cerca del mediodía. En pocos minutos, centenares de personas se hicieron presentes en la plaza, entre ellos periodistas de la mayoría de los medios de la Capital Federal y algunos corresponsales extranjeros. “Lo único que sabemos es lo que nos dijo un supuesto funcionario nos dijo que se iba a realizar un desalojo , pero en ningún momento nos mostró una orden judicial y tampoco se hizo presente un juez”, dijo Ana a PáginaI12 Ana, tía de Alejandro Polo, uno de los tripulantes. 

Estuvo presente la diputada porteña Victoria Montenegro, mientras que integrantes de la Comisión Bicameral del Congreso enviaron sus representantes. La solidaridad se dio también por la entrega de yerba y “un montón de comida, que ahora noso- tros vamos a compartir con personas que viven en la calle, porque no- sotros estamos aquí por propia voluntad, mientras que ellos están porque no tienen otra salida”, dijo Luis Tagliapietra. Al cierre de esta edición, el acampe seguía, “con un ojo abierto por las dudas”, aclararon.