La “ley Justina” avanza más allá del consentimiento presunto para la donación, y alcanza a aspectos que benefician a donantes y receptores, explicó en diálogo con este diario María del Carmen Bacqué, presidenta del Incucai desde principios de 2016 hasta marzo de este año. 

La ex funcionaria del Ministerio de Salud consideró que el aspecto que “alcanzó más mediatización” es el de consentimiento presunto, por el cual “si no hay ninguna expresión de voluntad en vida, la persona pasa a ser un donante”, afirmó. Es decir, si una persona no dejó constancia de que no quiere donar sus órganos, una vez fallecido pasa a ser donante. De todas formas, Bacqué consideró que “frente a la muerte de un ser querido, siempre debe ser informada la familia, decirles que existe la ley y darles el tiempo de duelo que sea necesario. Es sistema tiene que estar basado en la transparencia y la solidaridad”.

Para Bacqué, es correcta la aplicación del consentimiento presunto ya que sirve “para educar y concientizar al respecto”. Por ello, la aplicación “tiene que ir acompañada de campañas de educación. Se debe hablar en todos los niveles educativos de la disposición de los órganos para después de la muerte”, le dijo Bacqué a PáginaI12. 

Para la experta, la nueva ley también avanza en aspectos técnicos que facilitan la obtención de órganos. Por ejemplo, explicó, la normativa anterior regulaba el criterio de muerte “bajo criterios neurológicos” y no aclaraba “los criterios médicos que deben ser considerados para muerte cardíaca”. “Esto es importante porque se debe protocolizar una serie de procedimientos de muerte bajo parada cardiaca y el tiempo que se debe esperar para hacer un proceso sobre ese cuerpo”, señaló la ex presidenta de Incucai.

Otro aspecto positivo, según Bacqué, es que la “ley Justina” habilita la donación cruzada. La ley nacional anterior prohibía los trasplantes vivos entre dos personas no relacionadas, salvo que se tratara de un caso de médula ósea. Ahora, cuando un receptor tiene un donante relacionado con el que no hay compatibilidad, se busca a otro paciente que esté atravesando la misma situación para que intercambien los donantes. Para Bacqué, si bien esto no aumenta el número de donantes en el sistema de salud, “facilita la posibilidad de los pacientes que no pueden acceder al órgano de su familiar porque les cuesta mucho estar en una lista a la espera de donantes fallecidos óptimos”.  Este entrecruzamiento de parejas sería hecho y regulado exclusivamente por el Incucai.

La “ley Justina”, además, generaría más donantes porque, según la ex funcionaria, tiene una “visión más integradora” y promueve “la figura de un médico especializado que coordina el proceso de la donación y una unidad de procuración”. Estas últimas estarán en los hospitales especializados y serán integrados un equipo médico “que esté atento al seguimiento del donante y al seguimiento de los familiares”.

Bacqué informó que el año pasado “se logró el número récord de trasplantes, fundamentalmente porque se trabajó en un programa de especialización de los médicos destinados a este proceso. Esto llevó a mejorar la calidad y a obtener no sólo más donantes de riñón, sino de corazón, pulmón o hígado. Eso tuvo un impacto concreto sobre la lista de espera”.

Además, opinó que el Incucai hizo grandes esfuerzos en el área de comunicación para “acercar a la comunidad el tema de la donación”. “Hubo un aumento significativo de quienes se registraron como donantes –afirmó Bacqué–. Esto demuestra que cuando la comunicación vehiculiza la temática, la sociedad responde y es solidaria”.

Informe: Ludmila Ferrer.