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"El Ministerio de Hacienda elimina la última barrera vigente al ingreso de capitales extranjeros", celebró la cartera encabezada por Nicolás Dujovne al dar por tierra con el plazo mínimo de 120 días de permanencia en el país que regía para las inversiones financieras. La medida termina de perfeccionar los mecanismos para la especulación de corto plazo abiertos trece meses atrás con la devaluación y el desmantelamiento del esquema de regulaciones cambiarias. La normativa abandonada había sido instalada en 2005 y operaba como una barrera de protección contra el ingreso de capitales golondrina. Ajenos a las consideraciones sobre la creciente vulnerabilidad externa del país asociada al proceso de liberalización financiera e ignorando la relevancia de los controles de capitales reconocida incluso por el FMI, en el Palacio de Hacienda aseguran que la medida representa un avance en el proceso de "integración al mundo y de normalización del esquema macroeconómico que permitirá avanzar en el proceso de mayor creación de empleo y de crecimiento del país".

Después de habilitar la devaluación y eliminar las restricciones para la compra de moneda extranjera, Alfonso Prat-Gay inició un acelerado proceso de desregulación del mercado de cambios. Un elemento central en ese recorrido fue desactivar el encaje que imponía la obligación de constituir un depósito no remunerado por un año de plazo equivalente al 30 por ciento del monto ingresado al país. El Palacio de Hacienda acompañó esa medida debilitando un instrumento complementario y redujo de 365 a 120 días el período mínimo de permanencia para los fondos desembolsados en el país que debe transcurrir antes de que el inversor pudiera adquirir moneda extranjera con pesos en el mercado de cambio para repagar el capital.

Tras el puntapié inicial, las distintas áreas económicas del Gobierno dedicaron gran parte de 2016 a asfaltar y señalizar una ancha bicisenda financiera.

Si bien el sistema financiero contaba con mecanismos para eludirlo, los tres meses de estacionamiento forzado eran el último resabio regulatorio que afectaba las maniobras especulativas de cortísimo plazo. A través de la Resolución 1-E, Dujovne derribó esa barrera. La decisión evidencia la renovada sintonía entre Hacienda y el BCRA. La medida facilitaría la apuesta del presidente del banco, Federico Sturzenegger, para controlar la inflación a través del ingreso de capitales que atraídos por las altas tasas de interés de corto plazo ofrecidas en los instrumentos presionan a la baja sobre el tipo de cambio. Pero el incentivo al ingreso de capitales financieros, sin importar su carácter especulativo ni la viabilidad de sus elevadas retribuciones, revelan la creciente centralidad que adquiere esa vía de financiamiento en un contexto de creciente endeudamiento externo y fuga de capitales.

Presentada por el nuevo ministro de Hacienda como una medida estratégica que promueve el crecimiento económico la decisión expone al país nuevamente a los vaivenes financieros internacionales que hasta el FMI reconoció en distintas investigaciones publicadas después del estallido de la crisis internacional que: i) los aumentos en el ingreso de capitales suelen asociarse a burbujas crediticias y una mayor dependencia del financiamiento externo; ii) los países con controles de capitales tienden a tener una estructura de pasivos externos menos proclive a crisis; y iii) el crecimiento económico en los países que disponen de regulaciones es mas resistente a episodios de reversión abrupta en los flujos. En la lógica del FMI esas regulaciones y controles de los flujos financieros internacionales representan un recurso temporal de última instancia.

"La regulación cambiaria y de los movimientos de corto plazo debe ser entendida como un esquema integral de administración de los flujos financieros necesario para el adecuado funcionamiento de un régimen cambiario de flotación administrada", sostiene la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo que preside Mercedes Marcó del Pont. Desde esa perspectiva, regular la entrada y salida de capitales de no residentes y residentes permite evitar que cambios en las percepciones y en la demanda deseada de moneda local (períodos de entrada) o de dólares financieros (períodos de salida) generen excesos de volatilidad o niveles inadecuados del tipo de cambio.

El economista estadounidense Jan Kregel explicó ayer a Página/12 que la profundización del proceso de desregulación financiera y cambiarias "no tendrá ningún impacto sobre las prometidas inversiones productivas extranjeras". Para el director de investigaciones del Levy Economics Institute of Bard College, una de las usinas heterodoxas más prestigiosas del mundo, el desmantelamiento del marco regulatorio y la actual política monetaria del Banco Central "convierten al tipo de cambio en una variable más volátil y difícil de administrar al tiempo que estimulan un proceso de apreciación del tipo de cambio que desestimulan todavía más la inversión productiva". Seguidor incansable de la coyuntura regional, Kregel indicó a este diario que "dado que el mercado interno está en caída libre, hacer todavía menos atractiva la inversión productiva solo puede ser vista como un acto desesperado ante la ausencia de desembolsos extranjeros genuinos".

@TomasLukin