Un crecimiento de la actividad de 2 por ciento, con una inflación de 17 por ciento anual y un aumento de las exportaciones de un 15 por ciento son las estimaciones para 2019 que presentó ayer el Gobierno en el Congreso. Son números que estarán en el proyecto de Presupuesto del año próximo. El oficialismo entregó un informe de avance de la ley de leyes sin precisar el nivel del tipo de cambio para ese período, dato indispensable para poder hacer cualquier estimación presupuestaria. También proyecta para el año próximo un alza de 5,9 por ciento en la inversión y de 1,0 del consumo privado. El consumo público se contraerá 3,7 por ciento. Para este año auguran un crecimiento del PIB de 1 por ciento, aunque los cálculos de gastos y recursos mantienen una proyección de mejora de la actividad de apenas un 0,4 por ciento, como figura en el acuerdo con el Fondo Monetario. “La política de financiamiento se delineará con el fin de cubrir las necesidades del Sector Público, las que incluyen un déficit primario del orden del 1,3 por ciento del PIB”, detalla el informe oficial, que reconoce que el principal vencimiento seguirá asociado con el pago de las letras de corto plazo.
Con esta presentación, el macrismo busca sumar al ajuste a sectores de la oposición confirmando el rumbo económico en un escenario de pérdida de credibilidad de los inversores sobre la gestión y el margen de maniobra política para aplicar reformas. En medio del vendaval financiero, el Gobierno promete “atravesar la turbulencia financiera sin tener disrupciones en la economía: sin romper contratos, sin fijar el tipo de cambio, sin implementar restricciones o cepos, y sin sufrir una fuerte recesión”.
La corrida cambiaria y la descoordinación en el gabinete económico provocaron hasta el momento una suba del tipo de cambio del 56 por ciento, un nivel de tasas de interés superior al 40 por ciento anual y la pérdida de más de 11.000 millones de dólares en reservas del Banco Central. A lo que se suma el acuerdo con el Fondo a costa de aplicar una receta recesiva de ajuste fiscal. El Gobierno señala, sin embargo, al contexto externo como el único responsable de esta crisis. “En los últimos meses hubo tres factores que complicaron nuestra economía: la sequía que condujo a una fuerte caída en la producción agrícola, la suba del precio del petróleo y, especialmente, una fuerte volatilidad en los mercados financieros internacionales impulsada por la suba de las tasas de interés en los Estados Unidos y la consecuente apreciación del dólar a nivel global”, detalla el Ejecutivo en el documento de avance del Presupuesto. Sobre la corrida, la explica como resultante de la “ansiedad del mercado acerca de la renovación de las letras de corto plazo del Banco Central”.
“Aún teniendo en cuenta el muy buen desempeño de la economía (argentina) en el primer trimestre del año, corresponde revisar a la baja el pronóstico de crecimiento para 2018 de 3 por ciento a alrededor de 1 por ciento”, indica el informe. En el caso de las estimaciones y análisis del nivel de inflación actual, el documento deja en segundo plano el impacto de los ajustes en los precios regulados de los servicios públicos y lo explica casi exclusivamente por “la suba del precio internacional del petróleo y su impacto negativo considerable en la economía”. “La suba del petróleo precipitó mayores subas del precio doméstico de los combustibles que lo contemplado en las proyecciones iniciales”, agrega el informe de 89 fojas al que accedió PáginaI12.
La nueva meta de inflación que estableció el gobierno tras el acuerdo con el Fondo y que queda plasmado en ese informe es de 27 por ciento para este año. Para el año próximo, prevé una inflación de 17 por ciento, para el siguiente, de 13 por ciento, y para 2020, de 9 por ciento, “en línea con las expectativas actuales del mercado”. Sin embargo, sin que se explicite cuál será el tipo de cambio del año próximo –cuando todavía existe incluso una alta incertidumbre de a cuánto terminará en diciembre próximo– es imposible predecir el nivel de inflación doméstica con alguna certeza y rigor técnico.
El optimismo oficial para una recuperación a partir del año próximo se basa en la apuesta a una cosecha salvadora que revierta la muy mala de este ejercicio. “Esperamos que la expansión de la economía sea liderada por las exportaciones –impulsadas en buena medida par la reversión de la sequía– y un mayor crecimiento de los socios comerciales”, señala el documento. Mientras que para este año se prevé un aumento de 4 por ciento para las ventas externas, para el 2019 el Gobierno anticipa que su desempeño “se acelere a cerca del 15 por ciento. Estima aumentos de la inversión (5,9 por ciento) y el consumo (1 por ciento), que serán “parcialmente compensados por el mayor aumento de las importaciones (7 por ciento), principalmente como respuesta a la necesidad de incorporar bienes de capital”, asegura. En los primeros cinco meses de este año las importaciones crecieron 17,9 por ciento, pero la caída de la actividad y del consumo le permitirá al Gobierno reducir drásticamente las compras externas. “Asimismo, se proyecta una contracción del consumo público (-3,7 por ciento), en línea con el cumplimiento de las metas fiscales”, concluye el informe.