Dentro de la sala de trofeos que tiene en su casa, a él hay uno que le llena más el alma que el resto. Seguramente, como todo delantero egoísta y que piensa solamente en romper redes, cualquiera podría imaginar que se trata de un galardón que lo ubicó por encima del resto de sus contrincantes. O que se derrite por alguna medalla de campeón que cosechó en su enorme trayectoria. Pero no. Nada más alejado del imaginario colectivo. Eso que brilla en el alma de este consagrado goleador no es una Bota de Oro por haber gritado más goles que nadie. Es de plata. Raro en un tipo que vivía del entusiasmo y de alimentar su ego comprando los diarios solo cuando sabía que había jugado bien. No tan raro si hablamos del hijo de Jorge, ese que aprendió a base del ejemplo que vio en su padre que la palabra era lo más importante que uno tiene. Por eso ese Botín plateado, que anuncia que estuvo detrás de otro en una pelea ya perdida, le recuerda cada vez que lo ve que pudo haberse engañado en la victoria. Porque si él gritaba como propio el gol en contra que había hecho un rival en el último partido de la temporada 2000/01 del Calcio nadie le podría haber negado nada. Pero eligió no caer en esa trampa. El premio mayor de goleo europeo fue para el sueco Henrik Larsson. Y estuvo bien, porque para este muchacho nada mejor que ser honesto. Porque en realidad para Hernán Jorge Crespo el verdadero premio fue no haber cedido ante la tentación de alejarse del pibe que papá Jorge se encargó de criar.
-¿Cómo te preparaste para encontrar el DT que querés ser?
-Me preparé mucho. Trabajé en su momento con (Carlo) Ancelotti en el PSG. Viajé, conocí a muchos técnicos de primer nivel. Me fui a ver al Cholo, a Mourinho, voy a visitar a los equipos que tienen técnicos con diferentes módulos de juego, para entender los pro y los contra de cada sistema. Ya llegará un buen proyecto, más allá del lugar, para empezar. Mientras tanto, sigo ayudando al grupo chino (Desport) que tiene también al Chongqing Lifan, de la Superliga china, el Granada, de España, y el Tondella, de Portugal. Ahora me quieren ascender en el organigrama del grupo, en la TV también me está yendo bien, pero también quiero ser técnico.
-¿Tu técnico ideal?
-Me gusta como maneja el grupo Ancelotti, muy familiar, muy cercano. Me gusta la metodología de trabajo de Mourinho, muy motivador, le gusta trabajar. Y me gusta lo de Bielsa en cuanto a la mejoría individual del jugador.
-¿Cómo se vive un Mundial desde el lugar de los hechos pero desde otro lado?
-En Sudáfrica estuve, pero es la primera vez que disfruto el afuera. Porque en 2010 vos ibas a trabajar y era muy difícil el después del trabajo. Acepté este desafío de hacerlo en inglés (para Fox de Estados Unidos), por el desafío del idioma, porque me resultaría ‘fácil’ hacerlo en español o en italiano. Y lo disfruto mucho porque ves muchas cosas. Es hermoso.
-Nombraste la palabra desafío, ¿dónde encontraste ese desafío que te daba el fútbol todos los fines de semana?
-No existe. No hay nada mejor que ser jugador de fútbol, nada más desafiante, competitivo y adrenalínico que ser jugador de fútbol a gran nivel. Deja la magnitud de un Mundial, pero si yo te digo que tuve la posibilidad de hacer un gol adelante de 80 mil personas, ¿qué puede generarme más adrenalina que eso? Ver ochenta mil personas que son felices, al menos por cinco segundos, por algo que vos hiciste, no te lo genera nada mas.
-¿Y cómo te preparas para no tenerlo?
-No hay manera. Cuando dejás el fútbol sentís un vacío por elección, porque una parte tuya dice “ahora sí, voy a disfrutar mi tiempo” y en realidad lo haces un poquito. Después pasa el tiempo y te volvés loco.
-¿Cuánto tiempo lo disfrutaste sin volverte loco?
-Seis meses. Estaba todo el día en el sillón, barbudo, en pijama. Miraba películas, hacía lo que quería. Después de los seis meses empecé con la segunda parte del curso, la primera la había hecho mientras jugaba. Y ahí me enganché de nuevo porque empecé a hablar de fútbol, a ver fútbol, y me volví loco de vuelta. Empecé con las inferiores del Parma, luego lo del Modena, y después lo del grupo chino, que nació para ser técnico pero los tiempos no eran los ideales y empecé en otro cargo.
-¿El Crespo técnico elegiría al Crespo jugador para su equipo?
-Toda la vida. Pero no por arrogancia.
-¿Tus equipos juegan con nueve?
-Juegan con nueve. Yo no digo que está bien y que está mal. No existe el manual del entrenador ganador pero me parece que todo tiene que tener un sentido, todo se tiene que mover en función de la lógica. Estas hablando de fútbol, que es un juego, y juego tiene un porcentaje de azar. Y ese porcentaje cuenta. Bielsa decía que “hay que trabajar para reducir ese porcentaje al mínimo”. Pero todo está dentro de una lógica, una identidad de juego, y ahí todo es más fácil para convencer al jugador. O no. Porque a veces se une por decantación. Pero bueno, me hubiera gustado que juegue con un nueve ante Francia. En la previa dije que no me convencía y que me encantaría que Sampaoli me lo explique, antes o después del partido. Pero no como modo de crítica, sino para aprender porqué llega a eso. Él me parece un tipo capaz, pero no se dio. No pudo explicar porqué pensó que era la mejor opción, pero bueno, lo lindo que tiene el fútbol es que no hay ningún manual, sino que el error está en pensar que la labor del técnico sea elegir los once.
-¿Cómo se maneja un vestuario?
-Lo que me gustó de mi carrera, sobre todo para lo que uno estudia como entrenador, y para analizar como comentarista, es que tuve la suerte de estar en equipos que ganaron todo y en otros que peleaban el descenso. Yo con el Parma, en mis últimos años, peleaba el descenso. Y te puedo garantizar que es otra cosa. El vestuario que lucha el descenso es otra mentalidad.
-¿Qué vale más?
-Vale todo. Porque el objetivo del club es el bien común. Yo disfruté más ganar títulos, porque nadie te da un trofeo por salvarte del descenso. Yo prefiero luchar por ser campeón, pero pelear el descenso es jodido. Cuando llegás a un vestuario que aspira a ganar empezás a hacer cuentas: ‘yo puedo aportar esto, el otro nos da aquello’. Y tenés elementos que te ayudan a ganar. Cuando peleas el descenso la pelota parada tiene que ser justa, los detalles al máximo y eso te enseña que muchas veces das por descontadas cosas cuando jugás con grandes jugadores. Porque las capacidades resuelven y vos das por descontado que lo va a gambetear. Pero cuando ves que los del al lado tuyo no resuelven hay que analizar detalle por detalle para sacar ventaja en cualquier cosa. Tenés que pensar más, enseñarles a marcar, a manejar la eventualidad.
-¿Qué es el éxito?
-Para mi pasa por ser feliz cada día. Eso es ser un tipo exitoso. Si vos te levantás a la mañana y estas contento, tenés salud, tu familia tiene salud. El resto es laburo y satisfacción personal. Mejorar desde lo económico que te permitiría pagarte las vacaciones, la casa o el auto, que es todo material. Nosotros trabajamos en función de lo material para poder disfrutarlo de la mejor manera, pero a final de cuentas pasa por lo espiritual, por lo bien que te sentís. Conozco un montón de gente que está bien económicamente y que está con depresión. El éxito no pasa por la copa o por lo profesional, pasa por como sos vos como persona, por como te sentís. Eso es ser exitoso.
-¿Tu momento más feliz?
-El nacimiento de mis hijas y cuando me casé. Cuando fui papá (tiene tres hijas) fue el momento más feliz de mi vida. Eso no tiene comparación con nada.
-¿Qué sacaste de tu viejo?
-La honestidad. Los valores que me enseñó mi viejo hoy, lamentablemente, son inusuales. Pensé que serían siempre los mismos, pero hoy se perdieron muchos de esos valores. El valor de la palabra hoy es una virtud. Debería ser básico. Si te doy la mano ya está, no necesito otra cosa más que mi palabra. Eso me enseñó mi viejo. Entre otras cosas.
-¿Sufriste a los amigos del campeón?
-¿Sabes cuando lo sufrís? Cuando terminó. Porque el celular no suena más. ¿Sabes como suena ahora que estoy con el grupo chino? Un montón. Pero cuando te retirás todos los que venían no están más. Tenés un dolor porque, voy a usar una palabra fuerte, hay un luto. El físico te está diciendo que no podés hacer más lo que amas. Hay gente que a los 65 pirulos, les cuesta dejar su trabajo, bueno yo soy jubilado desde los 36 y es muy jodido. Y sos joven. Tenés una vida por delante y no es fácil porque desde que sos chiquito soñás con ser eso y de un momento a otro no lo podés hacer más. Podés hacer cosas aledañas, pero no eso. Te cambia completamente la vida. Y encima el fútbol, en el nivel que uno juega, si bien tenés los pies en la tierra, no te permite ser normal.
-¿Qué cosas de la vida normal extrañas?
-No sé lo que es la vida normal. Yo aprendí después del fútbol aprendí lo que es ir a un bautismo, a un cumpleaños, a un matrimonio, a cenar con mi señora un sábado a la noche, a comer con mi familia los domingos al mediodía. Yo nunca lo tuve, y lo aprendí a disfrutar ahora. Aprendí a vivir después de haber de haberme retirado del fútbol. Vivía concentrado, viajando, pensando en el partido, entonces no lo tenés lo normal. Muchas veces el que tiene que ir a un casamiento dice “Uh, tengo que ir al casamiento de tal”, yo no sabía lo que era. Y decís que lindo. Porque tenés tiempo de escuchar a las personas, porque normalmente hablaba de lo que me pasaba a mí. La gente que se te acerca, por cholulo o por llamarlo como quieras, para que vos le cuentes lo que se siente ser jugador del fútbol.
-¿Aprendiste a escuchar?
-Si. No porque antes no quisiera, sino porque nunca se daba la situación. Entonces, ahora me siento y digo “¿vos qué haces? Contame como vivís vos, cómo es la vida cotidiana de las personas. El levantarse a la mañana, el ser una persona normal”.
-¿Cómo le enseñás a tu hija que su vida es una irrealidad?
-Un día estaba con el mate, en esos seis meses que estuve haciendo nada, y me levantaba a la mañana a tomar mate. En esa época hasta empecé a usar pijama, y yo nunca usaba pijama. Empecé a tener frío, y antes nunca tenía frío. Dejé el fútbol y un día, mi hija del medio me dice: “Papi, ¿te puedo hacer una pregunta? ¿Por qué a nosotros no nos falta nada y vos no trabajas?”. Me mató. Me destrozó. Yo por dentro decía ‘que ejemplo le estoy dando’. En ese momento le expliqué lo que había hecho en mi vida, pero cuando me lo dijo me cayó un fichón. Es que con mi señora vimos todo lo que hicimos, pero ellas eran muy chiquitas cuando yo jugaba, por lo que no tenía la concepción de lo que había hecho. Otra vez, la más grande me dijo “Pa, hace mucho tiempo vivimos en esta casa”. Claro, están acostumbradas a cambiar de país.
-Fuiste de la última etapa de jugadores que no vivió la era de las redes sociales, ¿cómo crees que la hubieses pasado en esta época?
-Lo hubiera disfrutado mucho menos. Pero nosotros nos vamos adaptando, porque nos tocó otra vida, la de cuidar tu privacidad. La gente mitificaba más mientras menos sabía de vos. Hoy no hay espacio ni para soñar que es lo que hace un jugador. Sabés todo. Como se llama el perro, que comió, como entrenó, que hizo. ¿Qué es mejor? Hay que preguntarle a ellos. Yo fui muy cuidadoso de mi familia, de mi privacidad, el famoso era yo y quería cuidar su privacidad. Yo ante tanta exposición necesitaba anonimato y me escondía entre ellos. Los actuales se exponen todo el tiempo y les parece natural, se sienten cómodos ahí.
-¿Y qué uso le das a tus redes?
-Es informativo, porque al final de cuentas estamos huérfanos los dos. Yo de la gente y la gente de mi. Ahora estamos haciendo partidos de leyendas porque el hincha tiene la necesidad de seguir viéndonos, y a nosotros nos hace falta. No sabes lo lindo que es. El olor a vestuario, que nos cagamos de risa. No tenemos veinte años, pero a la gente le gusta. Cuando hago un gol en uno de esos partidos y escucho el “shik” (sic) de la red es hermoso.
-¿Creés que se es muy injusto con esta generación? ¿Por qué creés que se es tan duro con Messi y compañía?
-Ustedes (los periodistas) son muchos más. Pero depende el modo. Porque desde el momento que sabés que vas a ser parte de la Selección sos consciente que vas a ser criticado. No se puede poner a todos en la misma bolsa. La mala lecha existió, existe y existirá siempre. Con nosotros pasó en el 98 y nosotros decidimos que lo mejor era no hablar con la prensa. Es todo criticable, pero la opinión acompañada con respeto es mucho más fácil. Pero a muchos, por mil motivos, no les conviene ser respetuosos porque sino nadie va a mirar tu programa o a leer tu crónica. Mientras entiendas el juego te vas a divertir. Sino lo entendiste la vas a pasar mal.
-¿Por qué creés que cada vez hay más exfutbolistas como comentaristas?
Decimelo vos.
-Para mí la vivencia dentro de un vestuario o de una cancha te puede ayudar a entender cosas que pasaron, pero que para explicarlo y que la gente lo entienda tenés que estar preparado.
-Pasa como en todo, o te viene natural o te tenés que preparar. Yo puedo tener el mejor profesor del mundo, pero si no sabe explicarme o enseñarme a mi no me sirve. Lo respeto porque sé que es crack, pero si no me lo sabés explicar a mí no me sirve. Lo mismo pasa con el espectador. El espectador necesita al periodista informado y al jugador que vivió, pero que también me lo explique. Porque no porque hayas sido un gran jugador sabés explicar lo que viviste y de manera clara. No todo gran jugador después es un gran entrenador, porque hay que explicarle a los jugadores, hay que prepararse, como en todo. Esa es mi crítica a los exjugadores. Mi crítica hacia los periodistas es que no me gusta el léxico que utilizan. Si vos estudiaste tenés que hablar diferente. No podés hablar como el tipo de la calle. Cuando yo escucho un comentarista decir: “el defensor se durmió” o “lo acostaron”. No, eso no lo podés decir, eso lo dice un hincha. Aportá a la sociedad desde el vocabulario. Sino ponemos a un hincha y es lo mismo. Después la opinión se las respeto a todos, pero a mí me gusta escuchar a la gente que opina y me explica porque opina eso. Opinar no tiene que dirimirse porque te cae mejor o peor un tipo.
La charla se para un segundo. Es que en el lobby del lujoso hotel St. Regís de Moscú una persona muy admirada en el mundo del fútbol se acerca a saludar al entrevistado. El mítico entrenador del Arsenal, el francés Arsene Wenger, pide disculpas primero, y después le da la mano a un Crespo que en ese momento volvió a ser el Hernán de Florida. “Estas son cosas que a mi me causan un placer enorme. Porque yo sigo siendo un nene en esto. Arsene Wenger, me conoce, ¿entendés? Yo amo el fútbol por esto”.
-¿Creés que al jugador le hacen creer cosas que no son?
-El tema es adonde vos pones al jugador. El jugador es una persona y adelante de esta persona hay una profesión que es igual al resto. Está el buen tipo, está el mal tipo, está el hombre de familia, el hombre que le gusta salir, el garca, el inteligente, el estúpido, como en todas las profesiones. Entonces aparecen las etiquetas. “Los jugadores son agrandados”, dicen. No son agrandados, habrá uno agrandado, como habrá otro normal. O el “hacen la guita fácil”. Eso es una gran mentira, porque si todos estaríamos salvados no habría casos como el del 4 de cualquier equipo del ascenso. Andá a preguntarle al lateral de Alem si está salvado, o si se va a salvar. Pero ese tipo no tiene más pasión que yo. Ni yo no tengo más pasión que él. Los dos amamos al fútbol. Después existen las categorías. Esto es así. Si tengo más capacidad y más rendimiento, como en cualquier profesión, te van a pagar más. Pero no siempre vas a encontrar al mito adelante. “Este es crack en todo”. No, no es crack en todo, porque un tipo puede ser un crack en la cancha pero puede ser un idiota. O un maleducado.
-¿Y vos como hacías con los periodistas?
-Fácil. Yo compraba los diarios cuando hacía goles. Para alimentar el ego. Porque uno vive de entusiasmo. Y miraba los goles. Pero cuando jugaba mal ni cerca del puesto de diario pasaba. No necesito que vos me digas que no la había tocado ni con la mano. Yo necesitaba alimentar el ego. Eso es para mi forma de ver, entender el juego.
-¿Con cuál de las tres Selecciones mundialistas te quedás?
-La del 2002. Tenía el mix perfecto de juventud, experiencia y trabajo. Era espectacular. Por eso tanto dolor. Nosotros creíamos que podíamos ser campeones desde la base sólida del trabajo, pero al final de todo te encontrás con el fútbol. Me pasó lo mismo con el Milan en Estambul. Pero yo me enamoro del fútbol porque pasan estas cosas. Porque es un juego y en el juego puede pasar de todo. Pero si haces las cosas bien vas a tener más posibilidades de ganar. Aunque no está garantizado.