Desde Nizhny Nóvgorod
El mundo del fútbol suele otorgar reconocimientos para los que alcanzan la cima, y castiga demasiado, la mayoría de las veces, a los que no logran acomodarse en los lugares de privilegio. El trayecto que hicieron para intentarlo, de esa manera, ni siquiera tiene lugar entre los recuerdos. Uruguay llegó a los cuartos de final de este Mundial de Rusia con una tarea silenciosa pero efectiva, y en los últimos ocho años puede volver a situarse entre los cuatro primeros de una Copa del Mundo. El cuarto puesto logrado en Sudáfrica 2010 está cerca de ser igualado por el equipo que conduce Oscar Tabárez. Pero si no lo hiciera, su labor ya merece un premio. El obstáculo que tendrá hoy en esta ciudad será nada menos que Francia, uno de los que llegó con aspiraciones grandes, y que viene de dar una demostración futbolística nada menos que ante Argentina, con el impulso anímico que ello significa.
Uruguay tiene dos títulos ganados, en 1930 y en 1950, que si bien quedaron muy atrás en el tiempo, le dan a su historia un plus de relieve. Además, lo que viene haciendo en este torneo es formidable: ganó los cuatro partidos que jugó, con siete goles a favor y apenas uno en contra. A pesar de que no derrocha un juego calificado, posee virtudes como para tenerle respeto. La delantera temible que vino presentando hasta aquí tendrá una ausencia importante, ya que Edinson Cavani padece una lesión que le impedirá estar desde el inicio.
El delantero del París Saint Germain viene de convertir los dos goles ante Portugal, y es un complemento ideal para el otro goleador, Luis Suárez. El lugar de Cavani será ocupado por Stuani, que posee otras características. En este punto, Francia se sentirá más aliviado.
A pesar de que los uruguayos basan todo su poderío en el ataque, la dupla de marcadores centrales es de las mejores. José María Giménez y Diego Godín son una muralla difícil de atravesar, y hasta el momento conforman una de las mejores zagas del Mundial.
El árbitro Néstor Pitana (ver aparte) no será el único argentino en la cancha, debido a que el arquero uruguayo Fernando Muslera es de Buenos Aires, y luego se nacionalizó para el país oriental. El jugador de 32 años nació el 16 de junio de 1986, el mismo día que el seleccionado argentino venció 1-0 a los uruguayos en México, con gol de Pedro Pasculli, por los octavos de final de ese Mundial.
Los europeos arriban a esta cita con la autoestima bien alta, y con un funcionamiento que tuvo su mejor momento en el partido anterior ante Argentina. La velocidad de sus delanteros provocaron un sismo en la última línea del equipo de Jorge Sampaoli, y la figura de Kylian Mbappé sobresalió por encima de Griezmann, Giroud, Dembelé y Kanté. El chico de 19 años se proyecta como la nueva estrella del fútbol mundial, y a partir de este certamen comenzará a instalarse en los mismos niveles de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. Inclusive, si Francia consigue obtener su segundo título del mundo, Mbappé será un candidato serio para llevarse también el Balón de Oro de este año. El técnico Didier Deschamps nunca fue un amante del fútbol de ataque, pero no tiene opciones en este plantel, debido a que su mejor apuesta está del medio hacia adelante.
De la misma manera que Uruguay, los franceses cuentan con una dupla central de jerarquía. Raphaël Varane (Real Madrid) y Samuel Umtiti (Barcelona) se desempeñan en los más fuertes de España, y le dan a su seleccionado la seguridad que necesita si pretende consolidarse en la elite. A medida que se ubique más cerca del encuentro decisivo, Francia tendrá que demostrar que no es una carga la responsabilidad que se le atribuye para esta Copa del Mundo.
Los campeones del mundo se cruzan en esta oportunidad en la ciudad de Nizhny, que esa sola palabra en ruso significa “abajo”. Los protagonistas, sin duda, pretenden quedar bien arriba en esta ocasión.