Silvia Alvarez es parte de la comisión directiva del Club Social, Cultural y Deportivo Larrazábal, ubicado justo en el límite entre Liniers y Mataderos. Allí funciona uno de los puntos de entrega de Más Cerca Es Más Justo, un sistema de comercialización que permite que los productos lleguen a los consumidores directamente desde los productores, sin intermediarios.
–¿Como surgió la idea de unirse a Más Cerca Es Más Justo?
–El Club Larrazábal forma parte de la propuesta hace un año o un poco más. Inicialmente, los de Más Cerca Es Más Justo estaban buscando un lugar porque estaban dejando la sede que tenían. Estuvieron en el club dos o tres semanas gestionando la desvinculación con la sede anterior y ahí nos proponen si no nos queríamos hacer cargo nosotros, los del club. Y aceptamos.
–¿Por qué?
–Lo que nos entusiasmó fue el movimiento que generaba el nodo en el club. Eramos nuevos en la comisión directiva y nos pareció que nos permitía llegar a un público al que no llegábamos de otra manera, nos daba más inserción comunitaria. El club participa activamente en distintas problemáticas en el barrio y esto del intercambio de productos nos permitía llegar a un público al que no llegábamos de otra manera. Por otro lado, a varias personas del club nos interesaba el tema de la economía social, veníamos con alguna experiencia o con alguna curiosidad en el tema. Y también permitía ingresos para alguna persona que necesitaba generarlos en un momento donde se empezaba a sentir ya la crisis. Los nodos o puntos de entrega funcionan todos los sábados y una vez por mes, además de las entregas, se hace una degustación de algún producto. Entonces se acercan emprendedores del barrio a ver los productos nuevos y se genera un acercamiento entre artesanos y emprendedores, por un lado, y los otros vecinos del barrio, que quizá no se verían o no se cruzarían si no se diera esta situación.
–¿Cuántas personas tienen por sábado?
–En promedio, 35 personas. Pero hay algo más que juntar gente para comprar y vender, y eso es lo mejor de todo. Se genera una relación distinta que cuando uno va a un negocio, se entienden más las dificultades. Por ejemplo, nos ha pasado tener un retraso de más de dos horas en la entrega porque cuando llovió como veinte días seguidos se quedaba el camión varado en medio de la chacra. La gente se banca eo, entiende la situación. Se genera una cuestión de pertenencia, están todos del mismo lado. Y con esto de incorporar emprendedores del barrio, de golpe vemos que hay veinte personas conversando, que son las mismas que vienen siempre pero antes sólo se saludaban. Se arma un ámbito de encuentro y entonces surgen las charlas y las discusiones sobre todos los temas y se fomenta la participación. Nos enganchamos muchos con temas como la reforma del código urbanístico y discutimos el tema de las torres en un barrio como el nuestro, de casas bajas. Se genera un espacio de encuentro y de conversación que me parece que nos está haciendo mucha falta.