El macrismo es consciente de la mala imagen del Fondo Monetario Internacional. Los pésimos resultados de los paquetes de ajuste, impulsados por el organismo internacional, están frescos en la memoria colectiva. Por eso, la estrategia discursiva oficial fue transmitir que había un “nuevo” Fondo. El ministro Nicolás Dujovne afirmó que “hablamos de un FMI muy distinto al que conocimos hace 20 años. El Fondo ha aprendido de las lecciones del pasado”. El Jefe de Gabinete, Marcos Peña, expuso argumentos similares. Por el contrario, Carlos Melconian desechó esa idea en una conferencia en el Rotary Club. “Veo venir al FMI de siempre”, sinceró el ex presidente del Banco Nación.
Los antecedentes cercanos que avalan esa extendida percepción son numerosos. Por ejemplo, las convulsiones sociales en Jordania provocadas por el acuerdo firmado en 2016 con el organismo financiero internacional.
Ese convenio habilitó un financiamiento por 723 millones de dólares a cambio de un clásico programa de ajuste fiscal (aumento de impuestos y tarifas, reducción de gastos).
En enero de este año, el gobierno jordano incrementó el impuesto a las ventas y redujo los subsidios a los alimentos. El diario español La Vanguardia explicaba que “la retirada de los subsidios busca ante todo reducir el gasto del Gobierno, que se calcula que cada año invertía 200 millones de dólares en financiar el pan, que constituye la base de la dieta para muchos en Medio Oriente”. En mayo, el gobierno remitió al Parlamento un proyecto de ley de reforma tributaria que incluía nuevos aumentos de impuestos. Esa medida provocó una reacción popular: miles de personas se volcaron a las calles. La bautizada “revuelta del pan” fue un deja vu para los jordanos. La protesta era un calco de otra pueblada ocurrida en 1996 por idénticos motivos.
Mientras tanto, la respuesta oficial era “sean pacientes para no terminar como Siria y Yemén” (cualquier similitud con “evitamos ser Venezuela” no pareciera ser casualidad). El 1º de junio, los combustibles aumentaron un 5 por ciento. Los ciudadanos volvieron a las calles para reclamar dos cuestiones centrales: 1) retiro del proyecto de reforma impositiva y 2) renuncia del gobierno. Finalmente, el rey Abdullah forzó la renuncia del primer ministro Hani Mulki y el proyecto de reforma tributaria está siendo “revisado”.
El presidente del Partido Solidario, Carlos Heller, sostiene en “Proponer un sueño”, artículo publicado en PáginaI12 (10/6/2018) que “otro ejemplo es Grecia. Hace ocho años que este país está bajo los planes del Fondo y sus socios europeos. Ya sufrió varios recortes jubilatorios. Y el PIB cayó un 22 por ciento. Luego de ocho años de ajustes la receta es continuar ajustando”.
En su libro Globalizations and its discontents revisited, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz repasa la actuación del Fondo en las crisis tailandesa y del sudeste asiático (1997), rusa (1998), crisis financiera (2008), Grecia (2010). La conclusión general es que la intervención del FMI profundizó los problemas preexistentes e incrementó la pobreza y el desempleo.
Las consecuencias del acuerdo FMI-Argentina son previsibles. Como dijo Melconian: “a partir de ahora, pechugita con puré de calabaza”
@diegorubinzal