Esa pelota que sale del pie izquierdo de Lionel Messi no viene a poner otra cosa que justicia respecto de nosotros ante el mundo, ante el chamuyo europeo y ante todos esos que desconfiaban de la Argentina. Porque podemos ser lo que usted diga, pero somos piolas y el fútbol, deporte para vivos, nos está premiando. Es lindo ganar. No sirve otra cosa. ¿Para qué negarlo? Por eso, demostrarles a todos estos que somos mejores es algo inexplicable. Se quieren matar los chilenos, los uruguayos, los brasileros, Pelé, Chilavert, Shilton y varios más. Todos contra nosotros. Y no me hables de merecer. ¿Quién merece? Nosotros vamos y, cómo sea, seguimos adelante. Somos así, nacimos para sufrir.
Son las 12 de la noche en el estadio de Sochi y Argentina acaba de matar por penales a Rusia para pasar a semifinales del Mundial y dejar afuera al país organizador. Tenían razón esos panelistas que más temprano decían que el equipo de Jorge Sampaoli estaba obligado a ganar porque a los rusos no los conoce nadie. “Vienen a jugar a la B Metro y pierden con Tristán Suarez”, apuntó uno y nos mostró el camino. Son duros y toscos: básicos. Por algo ni figuran a nivel mundial. Nosotros, en cambio, tenemos la gambeta, la picardía, la viveza y el potrero. Con que uno de los nuestros se inspirara tenía que alcanzar. Llegaron a los penales porque tuvieron suerte. Nada más.
Jorge Sampaoli tenía razón. Ese técnico cultor del trabajo y de los sistemas cambiaba porque estaba buscando el mejor equipo con el que ganar y ganar. Por eso lo dejó afuera de la lista con justicia a Dybala, que todavía no está para estas cosas. Y a Mascherano, claro. Los cronistas también tenían razón en eso. Por ahí lo de meter a Tevez sobre el final fue un poco forzado, pero bueno, al cabo es el jugador del pueblo, ¿no? Y Armani titular. Ahí casi que ganamos media copa. Lo que hubiera sido definir un mano a mano sin él. Pero el Zurdo de Casilda es así, no planifica y te sorprende. Y como gana, los jugadores lo respetan.
Este triunfo también es de la AFA. De Tapia y de Angelici, que armaron este proyecto y que juntaron a todo el fútbol en la hiperprofesional Superliga. Suena lindo ese nombre: Superliga. Fuaaa. Eso es lo que se viene, un juego cada vez más exigente en el que los recursos se tienen que repartir conforme a lo que se genera. Si al cabo son los grandes los que nutren a nuestra afamada selección. Y, encima, con este resultado vendrán más y mejores inversores extranjeros. Lloverán. Tenemos un medio exitoso, que gana. Por eso ahí lo tenés a Jorge Burruchaga, el manager, llevando el barco adelante. Somos una familia, al cabo. Eso somos.
El camino no fue fácil, pero a nosotros nos gusta sufrir. Esto es como en el 86: cuando llegás mal, te va bien. Mirá en el 2002, tanta cháchara de ser los mejores y nos fuimos en primera ronda. Decí que los muchachos fueron a Tilcara y cumplieron la promesa. Empezamos con Islandia, que no existe, y el penal de Messi encaminó todo. Después, los pisamos a los croatas que tienen esos cinco que juegan para los costados y que no sirven más. Y a los nigerianos: con la camiseta, papá. Primeros de grupo, fácil. Una sana costumbre. Después, Dinamarca, unos pichis. En esos estados de bienestar no se juega a la pelota. Y los pibes nuestros estaban enojados. Dámelos, así enojados. Los comieron a todos.
Ahora tocan ellos, los piratas. Tienen un miedo. Son robots que tiran centros y nada más. Los ingleses siempre fueron así. Nunca tuvieron nuestra magia. Decime dos que la gente conozca por la calle. Dale, decime. Es cuestión de levantarse bien y listo. Encima ya se mancaron los brasileros, porque Neymar es una mentira. También los uruguayos: ¿Qué es eso de querer que gane el de al lado? Y los chilenos ni vinieron, jujujaju. Del otro lado, los franceses y los belgas, eternos pechofríos. No tienen calle, qué le van a hacer. Está todo dado.
Que lleguemos hasta acá es una buena cachetada para todos esos filósofos del fútbol que hablan raro y que quieren proyectos. Acá no hay tiempo. El único proyecto es ganar. Con Messi nos sobra. Ponele diez burros alrededor que te lo gana solo. Y eso también va para todos los que lo criticaban, eh. El pibe es así, es un fenómeno. Por eso lo va a demostrar en la final, el domingo que viene. Igual, cuidado, mejor que nos traigamos la Copa. No quiero ser el primero de los perdedores otra vez. Acá no hay otra que dejar todo y romper al que haya que romper. Nada de boludeces, eh, que ya perdieron tres veces en los últimos años. No vaya a ser cosa que tengamos que volver a recordarles todas las hazañas del pasado otra vez. Argentina es lo más grande que hay, hermano. Siempre que gane.