La mujeres lo saben: “El momento es ahora”. En todo el mundo se multiplican las acciones para hacer valer sus derechos y deshacer la pesada herencia machista y patriarcal. Es una lucha por un cambio de paradigma que, indudablemente, también incluye al cine. Al igual que las 82 artistas internacionales que visibilizaron el problema en la alfombra roja del último Festival de Cannes, 400 mujeres de la industria audiovisual local presentaron recientemente a las autoridades del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) una serie de propuestas para instrumentar un cambio real en la Argentina. Quieren igualdad y paridad de género en todos los estamentos del cine nacional. Y ya cuentan con el apoyo de doce asociaciones de técnicos, actores, productores, directores y guionistas de todo el país.
Autoconvocadas bajo el nombre Acción (porque quieren accionar sobre su realidad), estas mujeres provenientes de diversas asociaciones y agrupaciones audiovisuales del país enviaron una carta a Ralph Haiek y Fernando Juan Lima, presidente y vicepresidente del Incaa respectivamente, para proponer modificaciones concretas y urgentes en todas las reglamentaciones que rigen a ese organismo. El reclamo llega en momentos donde diferentes actores del sector discuten con el Incaa la nuevas normas que regirán para el fomento y el subsidio de la producción cinematográfica local.
Las desigualdades en el ámbito del cine argentino son históricas. Un repaso de lo ocurrido en la última década indica –según las cifras que maneja el grupo– que se estrenaron 1.622 películas argentinas, de las cuales sólo 222 fueron dirigidas por mujeres. La diferencia es aún más pronunciada en el resto de los oficios de la industria cinematográfica, especialmente en los rubros técnicos, donde la presencia femenina es muy inferior a la de los hombres.
Con el Premio ADF a la Mejor Fotografía del reciente Festival Internacional de Cine de Santiago del Estero en sus manos, la bailarina, coreógrafa y cineasta Kris Niklison recordó una anécdota que alude directamente a esa realidad adversa que las 400 mujeres están tratando de cambiar. Durante el rodaje de Vergel, su primer largometraje de ficción, ninguno de los técnicos varones confiaba en su capacidad para hacerse cargo de la cámara y la iluminación. Pero desde el primer plano que filmó (una secuencia en cámara en mano complicadísima) demostró lo contrario y se ganó, a fuerza de confianza en sí misma, el respeto de todos. La de Niklison es una más entre decenas de historias de mujeres que no se rinden mientras ven cómo se les cierran las puertas cuando quieren afrontar los mismos desafíos artísticos o técnicos que los hombres.
“La pregunta típica a una mujer es: ¿qué vas a hacer con tus hijos? Eso a los hombres no se les pregunta”, afirmó la actriz y cineasta Camila Toker, directora de films como Upa! Una película argentina y Ramanegra, en relación a otro de los escollos que tienen las mujeres del cine a la hora de buscar trabajo. Y recordó: “La primera pregunta de mis compañeros varones cuando propuse a Connie Martin como directora de fotografía de La muerte de Marga Maier fue si ella iba a poder con la cámara, una pregunta que no existiría si hubiera sido un hombre. El prejuicio llega antes con la pregunta sobre las capacidades. Son pequeños frentes cotidianos que una tiene que llevar adelante, sobre todo en rubros técnicos como la fotografía y la cámara”.
Otra de las mujeres que firmaron la carta es María Victoria Menis, directora de películas como El cielito y La cámara oscura, entre otras. Para ella “hay muchas situaciones de desigualdad en el cine nacional, incluso algunas que una no se puede imaginar. Pasa por ejemplo en grandes producciones donde se juega mucha plata y nunca son encomendadas a mujeres, o porque tienen hijos o porque pueden quedar embarazadas. Por eso muchísimas directoras se tiene que conformar con hacer películas con presupuestos más bajos. Pero no es un problema únicamente masculino sino que hay muchas mujeres prejuiciosas también. Las áreas técnicas son muy complejas respecto a la mujer. Eso hace que muchas chicas arrugen y renuncien a ellas incluso cuando recién están estudiando. Deciden no dedicarse a la fotografía porque hay todo una idea de que eso no va a ser lo mejor para su futuro”, advirtió.
Pero el problema no se ciñe únicamente a supuestas capacidades físicas diferenciadas, sino que va un poco más allá. Toker piensa que “la principal dificultad son básicamente las oportunidades. En el campo laboral hay claramente una mayoría masculina y lo podemos ver en la cantidad de películas dirigidas, donde la diferencia es enorme. Pero también hay mucha desigualdad en los espacios de representación y decisión del cine nacional, como los comités y los jurados. Acceder a un lugar de decisión a una mujer le cuesta el doble”, añadió.
Estos y otros obstáculos llevaron a estas 400 directoras, productoras, actrices, guionistas, sonidistas, directoras de fotografía y de arte (entre quienes figuran Anahí Berneri, Celina Murga, Vanesa Raggone, Natalia Oreiro, Erica Rivas, Graciela Taquini, Ana Piterbarg, Mónica Lairana, Ana Maria Muchnik y Marcela Guerty) a pensar alternativas concretas (y posibles) para proponerle a los funcionarios. Piden, principalmente, que el Plan de Fomento del Incaa incentive la igualdad y acompañe el cambio cultural que está experimentando la sociedad. Para ello proponen una serie de apoyos económicos destinados a la contratación de mujeres en los equipos técnicos, como la creación de incentivos fiscales para los productores. Y solicitan también el establecimiento de un cupo femenino, tanto entre las cabezas de los equipos técnicos en rodajes como en la integración de los órganos de decisión del Incaa, específicamente los comités de evaluación de películas, los equipos de programación de los festivales nacionales y los jurados. Un paso importante en ese sentido fue, sin dudas, el reciente nombramiento de Cecilia Barrionuevo como nueva directora artística del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
“En principio -dijo Toker- planteamos esta primera acción que tiene que ver con incentivos fiscales, pero lo principal para mi sería una ley de cupos a partir de la cual se instruya la posibilidad del 50 y 50 de oportunidades. Actualmente la proporción en la mayoría de los rubros es de 20 hombres y una mujer. Eso es lo que tenemos que cambiar en todas las áreas, para que todas estemos incluidas. Pero no se trata de una cuestión de rubros sino de una cuestión de género”, añadió.
“Nuestro principal objetivo es que la mujer tenga más trabajo en el cine a través de medidas muy concretas que el Incaa puede tomar sin mayores inconvenientes. Como por ejemplo un sistema de incentivos y puntajes. Así, películas que tengan más mujeres en su staff recibirían un plus económico. Queremos que el Incaa premie de alguna manera a las películas donde haya más igualdad y paridad de género”, propuso Menis y añadió que “también es importante que no se nos pida la misma experiencia a la hora de evaluarnos, por lo menos por un tiempo hasta que nos igualemos, porque durante todos estos años no tuvimos las mismas oportunidades que los hombres para formar un currículum a la altura de las exigencias”.
Las peticionantes pusieron como ejemplo en su carta al Instituto de Cine de Suecia “que con decisiones y políticas concretas consiguió la igualdad de género en el área de dirección en tan sólo tres años, estableciendo por ley la igualdad absoluta en la subvención del cine: el 50 por ciento de sus fondos deben ir obligatoriamente a proyectos dirigidos por mujeres y el otro 50 a proyectos dirigidos por hombres”. Además señalaron un caso más cercano, el de la Agencia Nacional del Cine de Brasil (Ancine), que lanzó su fondo para la producción de largometrajes independientes de ficción, documental y animación “incluyendo por primera vez cuotas para la producción de filmes dirigidos por mujeres, para diversificar la producción nacional y favorecer una representación plural de la sociedad brasileña”.