El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, llegó ayer a Tokio tras una visita de dos días a Corea del Norte en la que abordó su desnuclearización, sobre la que informará a sus homólogos japonés y surcoreana este domingo. Estados Unidos mostró conformismo y hablo de “un gran progreso” en las negociaciones, pero Pyongyang manifestó su malestar, dando inicio a una suerte de comedia de enredos post-cumbre nuclear entre presidente estadounidense Donald Trump y su par norcoreano Kim Jong-un.
El jefe de la diplomacia de Estados Unidos se reunió por segundo día consecutivo ayer con el general Kim Yong-chol, figura de peso de la inteligencia norcoreana, aunque no se entrevistó con el líder Kim Jong-un, como sí ocurrió en sus dos visitas previas a Pyongyang, según confirmó el Departamento norteamericano de Estado.
“Son temas complicados, pero creo que hemos progresado en casi todos los temas centrales. En algunos, hemos hecho un gran progreso, en otros, todavía hay trabajo por hacer”, dijo Pompeo antes de abandonar la capital norcoreana en unas declaraciones publicadas en la red por la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert. Pompeo y Kim Yong-chol -clave en la realización de la cumbre de Washington y Pyongyang en Singapur- abordaron asuntos que dejaron sin “aclarar” en su reunión de tres horas del viernes, y hablaron de “construir confianza”, sin que haya trascendido una posible hoja de ruta hacia la desnuclearización, objetivo principal de la visita. El secretario de Estado de EEUU mostró su deseo de continuar las conversaciones y reiteró el compromiso del presidente estadounidense, Donald Trump, “con un futuro mejor para Corea del Norte” al inicio de su reunión con Kim, que se prolongó seis horas, informaron los medios estadounidenses que viajan con él.
Pompeo compartió en su perfil de Twitter fotografías publicadas ayer por la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, en las que se le ve saliendo hacia la reunión y al equipo en plenas negociaciones; también recogió algunas previas a su salida. Nauert fue quien reveló que Washington y Pyongyang acordaron la víspera crear grupos de trabajo para abordar “cosas esenciales”, incluida la verificación de la desnuclearización norcoreana, y trataron la repatriación de los soldados. El secretario de Estado se mostró “muy firme” sobre estos asuntos, dijo Nauert, y añadió: “Nunca pensamos que sería fácil”. Esta tercera visita a Pyongyang de Pompeo, en la que por primera vez pasó la noche en el país asiático (alojado en la residencia de Huéspedes de Estado Paekhwawon), se consideraba una primera prueba para medir el grado de compromiso del régimen con su desarme.
Pompeo se reunirá el domingo en Tokio con sus homólogos japonés y surcoreana, Taro Kono y Kang Kyung-wha, para analizar los resultados de este viaje y después ofrecerán una rueda de prensa. El jefe de la diplomacia estadounidense también se reunirá con el primer ministro japonés, Shinzo Abe. Se trata de la primera visita de Pompeo a Japón desde que asumió el cargo a principios de año.
Mientras tanto Corea del Norte criticó ayer con dureza la actitud de Estados Unidos en las negociaciones para su desnuclearización, unas horas después de que abandonase el país su secretario de Estado, Mike Pompeo.
Cuando Pompeo ya había llegado a Tokio tras dos días de conversaciones en Pyongyang, el Ministerio de Exteriores del régimen comunista norcoreano calificó de “lamentable” y “preocupante” la postura del Gobierno de Trump en esas conversaciones.
En un comunicado divulgado por la agencia estatal KCNA, el régimen norcoreano aseguró ayer que “la demanda de Estados Unidos para que la desnuclearización sea unilateral y forzada fue lamentable”, al tiempo que reiteró su petición de que el desarme se _produzca de forma “gradual”. El régimen calificó el resultado de las conversaciones de “preocupante” y dijo que no han servido para fortalecer la confianza entre ambas partes, sino para “encarar una fase peligrosa en la que nuestra voluntad de desnuclearización podría tambalearse”.
Un portavoz del Ministerio norcoreano de Exteriores afirmó que Washington expresó unas demandas “en contra del espíritu” de la histórica cumbre de junio en Singapur entre Trump y el líder norcoreano, Kim Jong-un, algo que no ha servido para fortalecer la confianza entre ambas partes. El pasado 12 de junio, Kim Jong-un y Trump habían firmado una declaración con la que dijeron abrir una nueva era de relaciones y en la que el régimen norcoreano se comprometió a trabajar por la “total desnuclearización” si Washington garantiza su supervivencia. Pero el documento no aportó apenas detalles y, pasadas ya varias semanas, el escepticismo y las dudas en torno a la viabilidad del acuerdo han ido ganando fuerza. En este contexto se celebró la visita a Pyongyang del responsable de la diplomacia de Estados Unidos.