Tres suboficiales de la Policía Federal se filmaron haciendo estallar un petardo sobre un cuadro con la foto del ministro de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Martín Ocampo, e hicieron circular el video por las redes sociales. La difusión del hecho generó un escándalo y forzó la respuesta del jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, que lo interpretó como una amenaza y apuntó públicamente contra “algunos comisarios” que, dijo, va a mandar “a su casa”. La escena fue otra muestra de la presión que al menos un sector de la Federal sigue ejerciendo para conducir en los hechos la nueva Policía de la Ciudad, cuyo debut en las calles pautado para el 1º de enero de este año se postergó al menos hasta abril. Larreta fue explícito: “Los cambios generan inquietud, pero no vamos a detener estos cambios”, dijo ayer.

Los tres suboficiales fueron identificados –pertenecían a la comisaría 54ª, de Villa Luro– y separados de la fuerza. Así lo confirmó el propio Larreta, que debió salir a brindar precisiones ante los titubeos de Ocampo, que más temprano no pudo especificar de qué sector de la fuerza provenía el mensaje intimidatorio. “Amerita un castigo penal”, pidió el ministro de Seguridad ayer a la mañana, lo que fue ratificado más tarde por el jefe de Gobierno.

La “amenaza” rompió el clima de paz que parecía reinar al interior de la Policía Federal tras el nombramiento de José Potocar –un hombre de extensa trayectoria en esa fuerza– al frente de la nueva Policía de la Ciudad. Con esa decisión, el PRO le dio una nueva concesión a la corporación policial, incluso a costa de violar la promesa de designar a un civil como jefe, que fue esgrimida durante el debate de la ley de Seguridad en la Legislatura. El Ejecutivo porteño ya había otorgado los adicionales –cuestionados por la oposición– incorporándolos en el proyecto de ley, ante las presiones que ejercieron efectivos y oficiales por igual, que no querían perder una de sus cajas principales. Pese a eso, como quedó demostrado ayer, las presiones no cesaron.

Con el nombramiento de Potocar, el PRO intentó también dar por terminada la interna que enfrentó a Guillermo Calviño, uno de los jefes de Policía Federal, y a Ricardo Pedace, ex subjefe de la Policía Metropolitana, por la conducción de la nueva fuerza. La interna gobernó toda la transición, durante la cual circularon decenas de audios y videos similares al que se vio ayer. “La transición la sigue manejando la autonomía policial y el nombramiento de Potocar, más allá de su extenso currículum, es una prueba de eso”, dijo a PáginaI12 el legislador porteño Gabriel Fuks.

“Lo estamos controlando”, dijo Larreta al ser consultado sobre la proliferación de actos de rebeldía policial vía WhatsApp y redes sociales. “Fue este caso y tres WhatsApp anónimos”, minimizó.

Urgido por mostrar fortaleza, Larreta ratificó sin embargo el “cambio” en la estructura policial, aunque se ocupó de aclarar que “no se puede hacer de la noche a la mañana”. Según la nueva ley de Seguridad, la flamante policía debía estar patrullando las calles desde principios de este mes, pero el debut fue postergado hasta abril. Los problemas con “algunos comisarios” son parte del problema a resolver para Larreta y Ocampo antes que los efectivos se calcen definitivamente el uniforme celeste y marrón.

Entre tanto, el propio presidente Mauricio Macri presiona a su sucesor en la ciudad para que la nueva fuerza tenga un rol antipiquetes. “Le he dicho a Horacio Rodríguez Larreta que los ciudadanos en 2017 esperan un comportamiento distinto del Gobierno de la Ciudad, esperan un límite distinto”, dijo Macri a fines del año pasado. La exigencia no sólo contradice los postulados de una policía “cerca de la gente”, sino que choca con uno de los reparos que la oposición subrayó en el debate de la ley de creación de la nueva fuerza, teniendo en cuenta los antecedentes represivos de la Policía Metropolitana.